Natasha Braier (44) descubrió la fotografía a los 10 años. Sus abuelos la invitaron a Disney y sus padres le regalaron una camarita Kodak, de esas instantáneas, de negativo bien fino. No tenía más que un rollo o dos, entonces se vio obligada a ser muy cuidadosa sobre cuántas fotos sacar de cada situación. "No me podía gastar las 25 fotos en los delfines. Un asunto de economía me llevó a tener el primer contacto con esa idea del 'momento decisivo' del que hablaba Cartier Bresson", dice desde Los Angeles, Estados Unidos, esta argentina que ha filmado con los directores Lucía Puenzo, Claudia Llosa, Lynne Ramsay y Nicolas Winding Refn, por nombrar a algunos. Junto a este último, que venía de un viaje por el estrellato después de Drive (2011), trabajó en The Neon Demon (2016), con la actriz Elle Fanning desplazándose en una deliciosa estética experimental. Ese fue su gran salto y la visualidad que interesó al chileno ganador del Oscar, Sebastián Lelio, con quien hizo la recién estrenada Gloria Bell, con Julianne Moore en el rol principal. Hace unos días terminó de filmar una serie dirigida por Isabel Coixet, suerte de hada madrina cuando comenzó y hoy amiga entrañable.
-¿Qué otras cosas que tus padres pusieron a tu disposición alimentaron tu curiosidad hacia la fotografía y el cine?
-Mis papás eran muy, muy cinéfilos, por lo que de muy chica me llevaban al cine, a ver películas de niños. El VHS llegó tardíamente a casa. Mi papá tenía, además, una cámara Súper 8 que usaba para filmar nuestras vacaciones y también como a los 10 años, cuando estudiaba danza y gimnasia deportiva, se me ocurrió filmar un musical. Con mi hermana nos vestimos de bailarinas e hice dos rollos de Súper 8. Unos seis minutos que llamé ¿Usted Baila? En un casete grabé un compilado musical y proyecté al mismo tiempo para tener una película con sonido. Mi papá hizo la cámara, mi mamá la luz con esas luces de cumpleaños, yo dirigí. Y, desde los siete hasta los 11 fui a una escuela de arte, el Instituto Labarden, una especie de Fama para niños, donde había escultura, pintura, teatro, música, títeres. Fue una influencia importante. Cuando se me cruzó esa camarita de fotos, fui poco a poco descubriendo que ése sería mi camino.
-¿Por qué elegiste hacer Gloria Bell?
-Me parece que el cine de Sebastián está muy comprometido con el feminismo y con empoderar a la mujer, y eso es algo que me toca muy de cerca, porque creo que como filmaker tengo una gran responsabilidad de contar ese tipo de historias. Es admirable que un hombre tenga una mirada tan comprensiva, empática, profunda y compleja sobre la sicología femenina, con una filmografía tan generosa y sólida en línea con el empoderamiento femenino. Había visto la primera Gloria y me encantó. Luego Sebastián me llamó para hacer Desobedience, pero yo no pude. Cuando me mandó a llamar para Gloria Bell, no lo dudé, fue mi prioridad máxima. Filmando, sentí como si nos conociéramos de toda la vida y hubiésemos hecho muchas películas. Espero que hagamos muchísimas a partir de ahora.
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Natasha Braier[/caption]
-Filmar a una actriz como Julianne Moore debe ser impresionante.
-¿Se puede hablar de una cinematografía "femenina"?
-No creo mucho en la cinematografía femenina o masculina. Creo en las personas y en que cada artista tiene su mirada particular. Su sexo, su nacionalidad, su infancia, sus corazones rotos, sus viajes; todo lo que esa persona vivió hasta el momento en que se enciende la cámara. Todo eso informa sobre quién eres como artista, desde dónde te paras a mirar el mundo, cuál es tu mirada y qué aportas. Aunque es verdad que las mujeres cinematográficas aportamos algo distinto, que se puede llamar "mirada femenina". Pero eso es una cosa más. Yo como fotógrafa, con una mirada femenina, no aporto la misma mirada femenina que Ellen Kuras (Eterno Resplandor de una Mente sin Recuerdos) o que otras mujeres.Cada una tiene su mirada particular que puede llamarse tambien femenina, pero la verdad que me parece obsoleto y retrogrado hablar desde un lugar binario hetero-normativo en estos tiempos .Hay una infinita cantidad de variaciones y posibilidades, porque hay cinematógrafos gays, lesbianas, trans. No me parece hablar desde un lugar binario hetero-normativo.
-La búsqueda de la identidad se lee en al menos tres películas en las que has trabajado: la búsqueda de identidad sexual, en XXY; la que otorga la belleza, en The Neon Demon; y la de una mujer madura, en Gloria Bell. Parece ser un tema que te inquieta.
-La sexualidad es también un tema en esas tres películas.
-"No existe el cine sin sexualidad", creo que dijo Godard. De una forma u otra, todo se trata de sexo. La Teta Asustada, que hice junto a Claudia Llosa, es una película de sanación sexual, sin querer serlo. La sexualidad es una gran parte de nuestra identidad y para las mujeres también es reclamar nuestra sexualidad y encontrar una sexualidad que sea consciente, que no esté tan ligada a la programación patriarcal capitalista. Eso es algo muy importante y necesario en este momento histórico, en que cualquier pequeña revolución sexual es una gran revolución social.
Punto de inflexión
-En Gloria Bell hay un minucioso trabajo, un artesanato diría, que se refleja en una textura y brillos especiales. ¿Cómo llegas a eso?
-Durante unos años tuve cierto conflicto con extrañar el cine y sentir que el cine digital era demasiado limpio, demasiado realista, que no había magia, que no había error, que era todo muy perfecto. Me costaba mucho. Con The Neon Demon, que fue mi primera película en digital, empecé a inventar técnicas para romper un poco esa claridad y limpieza del digital. Trabajo con lentes casi siempre anamórficas, muy vintage, que se llaman Cristal Express. Hay pocos sets en el mundo y siempre trato de conseguir uno para mis películas. Los fabrica Joe Dunton, un gran inventor del cine y uno de los grandes fabricadores de lentes anamórficas. Tengo la suerte de que sea un padrino, un padre adoptivo. Pero, además, sentí que tenía que seguir como contaminando las lentes y diseñé herramientas para crear lo que yo llamo "flasheados" o "lavados". También pinto las ópticas con distintos materiales para ensuciarlas y crear distintos reflejos con las luces. Perdí cosas al dejar de rodar en fílmico, pero he ganado jugar con las manos y con sustancias en concreto, pintando con luz sobre las ópticas, que está bueno. Me gusta mucho.
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Julianne Moore en Gloria Bell.[/caption]
-Es decir, The Neon Demon marca un punto de inflexión en tu trabajo.
-Antes de convertirte en cinematógrafa, trabajaste un año en el departamento de fotografía de revista Noticias. ¿Qué sacaste en limpio de esa experiencia?
-En Londres conociste a Slawomir Idziak, director de fotografía de Kieslowski.
-Sí, él era una de mis máximas influencias en ese momento. Estaba estudiando en Inglaterra y me cuentan que él haría un workshop. Partí corriendo, me presenté y le dije que era uno de mis ídolos, quien me había inspirado a ser cinematógrafa. Se inició entonces una relación muy linda de maestro y alumna. Aunque nunca me dio clases, sí tuvimos largas conversaciones, le mandé mis cortos inspirados en su trabajo y cuando se fue a Marruecos a filmar con Ridley Scott, me invitó a visitarlo. Con su apoyo participé en una unidad digital en Black Hawk Down, una película de cien millones de dólares de hace 20 años. Slawomir Idziak quería que en esta unidad hiciéramos un registro como de CNN, para luego mezclar las texturas con las de 35 milímetros. Ridley nunca estuvo muy convencido, y nada de lo que filmamos finalmente fue en la película, con excepción de un plano nocturno que hice, de dos segundos, y que en su momento me daba muchísimo orgullo.
-¿Cómo te nutres para generar ideas?
-¿Qué tipo de vida tienes con el trabajo que elegiste?