Como muchos otros perros en el mundo, se llamaba Bobi. Solo que él tenía algo que lo diferenciaba de otros: era el más longevo en todo el planeta según Guinness World Records, la mayor autoridad en logros.
El can falleció el pasado fin de semana a sus 31 años y 165 días de edad en su residencia de Conqueiros, Portugal, donde había pasado toda su vida con quienes lo amaban. Así lo confirmó la misma organización que le entregó el reconocimiento.
Bobi era un mastín de Alentejo, raza autóctona de Portugal que se caracteriza por su tamaño grande, aspecto pastoral y con una esperanza de vida que promedia los 12 años.
Cómo fue la vida del perro más longevo del mundo
Bobi nació el 11 de mayo de 1992 en la pequeña localidad de Conqueiros. Ese mismo año fue inscrito en el Servicio Médico Veterinario del Municipio de Leira, lo que le permitió confirmar la fecha de nacimiento al Guiness, según indica su sitio web.
Leonel Acosta, su dueño, tenía solo ocho años cuando lo adoptó. Hoy tiene 38. Su padre era cazador y la familia acostumbraba a estar rodeada de perros.
Sin embargo, sus padres no estaban de acuerdo con quedarse con alguno de los cachorros que nacieron de la camada nacida en 1992, dado que ya tenían demasiados en el hogar.
El hombre ha contado que, en esa época, una lamentable práctica que se normalizaba era enterrar a los animales en un hoyo para impedir que sobrevivieran. Y eso hicieron los progenitores de Leonel, pero no se dieron cuenta que habían olvidado un cachorro en el refugio.
Cuando Leonel descubrió al pequeño Bobi con sus hermanos, tomaron la determinación de guardar el secreto al menos por unas semanas, cuando el cachorro abriera los ojos.
Poco tiempo después ya no pudieron esconderlo y sus padres lo descubrieron, pero nada podían hacer: el mastín ya era parte de la familia Acosta.
Según ha relatado su dueño, es probable que una de las causas que influyó en la longevidad de Bobi fue haber vivido en una zona calma y ajena a todo lo que ocurre en la ciudad. En vida nunca usó correa y se le permitió andar libremente por el campo.
Además, el can acostumbraba a ser alimentado con más “comida humana” que alimento para perros. Leonel cree que también eso fue un factor determinante para que viviera tantos años.
La familia de Bobi, eso sí, tiene antecedentes de tener una vida más larga que el promedio de su raza: su madre Gira vivió hasta los 18.
En febrero de este año recibió el reconocimiento del Guinness World Records por ser el perro más longevo de todo el mundo. Anteriormente había ostentado el título un pastor australiano llamado Bluey, que vivió 29 años entre 1910 y 1939.
Karen Becker, veterinaria que había atendido a Bobi en el pasado, escribió un mensaje de despedida en sus redes sociales para homenajear al can: “Anoche, este dulce niño se ganó sus alas. A pesar de sobrevivir a todos los perros de la historia, sus 11,478 días en la tierra nunca serían suficientes, para aquellos que lo amaban”.
“Cuando le preguntamos a Leonel cuál era su receta para la excepcionalmente larga vida de Bobi, su respuesta fue rápida: “Buena nutrición, contacto constante con la naturaleza, libertad para descubrir su entorno, atención veterinaria consistente y amor. Bobi sabe que es profundamente amado”, concluyó el mensaje de Becker.