Walter Cronkite se veía preocupado. El 19 de julio de 1969, el famoso presentador de la cadena CBS relataba en vivo una de las fases más críticas de la misión Apolo 11 y su voz tenía un tono de claro nerviosismo. "No sabemos si todo anda bien con Apolo 11, porque está detrás de la Luna y sin contacto con la Tierra por primera vez. Ocho minutos atrás encendieron su sistema de propulsión para entrar en órbita alrededor de la Luna. Sabremos más en unos quince minutos, cuando den la vuelta y recuperen sus comunicaciones". El mundo aguardaba en silencio y en los parlantes de la sala de control de misión en Houston sólo se escuchaba un mensaje que se repetía una y otra vez: "Apolo 11, Apolo 11, aquí Houston. ¿Escuchan esto? Cambio".
Luego de varios intentos, finalmente llegó una respuesta apenas audible entre la estática: "Houston, Apolo 11. Cambio". De inmediato, los astronautas Neil Armstrong, Edwin "Buzz" Aldrin y Michael Collins se lanzaron a describir el paisaje que se desplegaba ante sus ojos y que dos de ellos visitarían por primera vez en la historia sólo unas horas después. "Hay un cráter magnífico", decía un emocionado Aldrin, y Armstrong exclamaba "¡Qué vista tan espectacular!", seguido de Collins que comentaba "¡Miren esas montañas!, Dios mío, ¡Son monstruos!". Mientras los tripulantes y la NASA celebraban el éxito de la maniobra, en la oscuridad del espacio acechaba un enemigo furtivo: una nave no tripulada diseñada para opacar la gloria estadounidense y que provenía de la temida Unión Soviética.
El vehículo Luna 15 era el integrante más reciente de un ambicioso programa espacial soviético concebido en 1955 por Sergei Korolev, el mismo ingeniero que gestó el primer satélite artificial Sputnik. La nave Luna 1 fue lanzada el 2 de enero de 1959 y fue la primera en sobrevolar el satélite natural de la Tierra, mientras que su sucesora fue la primera en realizar un impacto dirigido en la Luna y la tercera se las arregló para captar imágenes inéditas del lado oscuro. Eso no es todo, porque el 3 de febrero de 1966 la nave número 9 hizo historia al conseguir el primer aterrizaje controlado en la superficie lunar.
El modelo 15 fue lanzado el domingo 13 de julio desde Baikonur, tres días antes que el Apolo 11, y en un inicio los rusos dijeron que su objetivo sólo era realizar nuevas exploraciones "en el espacio cercano" a la Luna. Pero tal como cuenta el periodista norteamericano Charles Fishman en su nuevo libro Un salto gigante: La misión imposible que nos llevó a la Luna, la nave en realidad fue protagonista de un episodio clave en la feroz competencia que Estados Unidos y la URSS sostenían por la supremacía espacial: "Desde el momento en que Luna 15 despegó, los científicos espaciales de Estados Unidos y la NASA especularon que era una misión diseñada para posarse en la Luna, extender un brazo robótico, recoger muestras de suelo y rocas, depositarlas en un compartimento y luego volver a la Tierra y tal vez, sólo tal vez, regresar a territorio ruso con su carga antes que los astronautas del Apolo 11 volvieran a casa".
En ese entonces, la carrera por derrotar a los norteamericanos con una misión lunar tripulada ya parecía perdida. El éxito de la NASA con su misión Apolo 8, que logró circular la Luna en diciembre de 1968, fue un golpe duro y poco antes del despegue del Apolo 11 llegó la estocada letal. Durante el mismo día en que los estadounidenses celebraban su independencia, el cohete lunar soviético N1 -la respuesta al Saturno V de la NASA- explotó en una prueba clave para determinar su viabilidad de ir al satélite. Frente a este fracaso, el plan B de los soviéticos para salvar el orgullo de su programa espacial fue demostrar que al menos podían enviar una nave no tripulada a recolectar muestras.
"Luna 15 fue claramente un esfuerzo de los soviéticos por opacar la misión Apolo 11 o al menos estar en el mismo escenario cuando esta llegara. Si Luna 15 lograba regresar primero y de manera exitosa, los soviéticos al menos hubieran podido decir: '¡Fuimos los primeros en conseguir rocas lunares y ni siquiera necesitamos enviar gente!'. Si le hubiera ocurrido algo al Apolo 11 y Luna 15 alcanzaba su objetivo, los soviéticos se hubieran adjudicado todos los derechos para fanfarronear. Su misión sería la que tuvo éxito", cuenta Fishman a Tendencias. El autor agrega que en ese entonces nadie sabía del desastre del cohete N1, pero sí había algo claro: "Los rusos no querían ser ignorados o pasados por alto mientras el mundo fijaba sus ojos en el tremendo logro de los estadounidenses".
Washington versus Moscú
El despegue de la nave Luna 15 activó las alarmas de la Casa Blanca. Aunque los rusos habían dicho que sólo pretendían investigar las inmediaciones de la Luna, la comunidad estadounidense de inteligencia se hacía varias preguntas: ¿Qué pretendían realmente los rusos?, ¿querían espiar al Apolo 11 o incluso bloquear su comunicación con la Tierra? En ese incierto escenario, el astronauta Frank Borman se convirtió en una figura clave.
"El comandante de la misión Apolo 8 que había orbitado la Luna acababa de volver de un tour de buena voluntad de nueve días a Rusia -la primera visita de un astronauta de Estados Unidos a la Unión Soviética- y apareció en el show Meet the Press de la NBC durante la mañana del lanzamiento de Luna 15", escribe Fishman en su libro. En ese programa televisivo, Borman comentó que la misión soviética era "probablemente un esfuerzo" para traer muestras del suelo lunar y que él mismo había escuchado "algo de eso en Rusia". El astronauta fue convocado a la Casa Blanca, donde fue recibido por Henry Kissinger, ministro de Asuntos Exteriores y quien creía que el asunto era tan serio que estaba dispuesto a usar el famoso "teléfono rojo" creado por Washington y Moscú tras la crisis de los misiles cubanos en 1962.
"La NASA temía que las señales de radio provenientes de la Unión Soviética interfirieran con la misión Apolo. La agencia también quería asegurarse de que las dos naves estuvieran lo más alejadas entre sí. Borman contactó a gente de la comunidad espacial que conoció durante su visita a la Unión Soviética y ellos entregaron las coordenadas orbitales de Luna 15 y las frecuencias de radio que usaban. Fue la primera vez que Estados Unidos y la Unión Soviética se comunicaron directamente sobre una misión espacial en desarrollo", comenta Fishman.
Durante una conferencia de prensa, Chris Kraft –jefe del control de misión en Houston- informó que el Apolo 11 y Luna 15 no se acercarían en lo más mínimo. Pero los soviéticos ya habían conseguido parte de su objetivo: "En un comienzo al menos, tuvieron éxito al asegurarse que el programa espacial de la Unión Soviética no pasara inadvertido mientras el Apolo 11 dominaba las noticias mundiales. La misión soviética ocupó las portada de los diarios del globo", narra Fishman en su libro. Dos días antes del arribo de la nave estadounidense, Luna 15 llegaba a la órbita lunar y el gobierno estadounidense seguía sin conocer con total certeza el verdadero propósito de su misión.
En su libro Desafío al Apolo: La Unión Soviética y la carrera espacial, Asif Siddiqi -historiador de la Universidad de Fordham- explora otros antecedentes que se fueron conociendo con el paso de los años. Los encargados de la misión Luna 15 se sorprendieron "por lo escabroso del terreno lunar" y por la manera en que el altímetro de la nave "mostraba lecturas muy variadas" del área donde pretendían posarse para robarle protagonismo al Apolo 11. "Hoy estamos acostumbrados a saberlo todo sobre distintos lugares, debido a las cámaras modernas y la tecnología. Pero en 1969 no conocíamos la Luna a cabalidad y aunque teníamos mapas y fotografías, esos materiales no eran muy detallados. Por eso los soviéticos se asombraron con lo que vieron", explica Fishman desde Estados Unidos.
Mientras Armstrong y Aldrin daban aquellos históricos primeros pasos humanos en la superficie lunar, Luna 15 seguía circulando en torno al satélite y los ingenieros soviéticos continuaban buscando el lugar ideal para descender. Hasta que, finalmente, una comisión estatal soviética tomó la decisión y su objetivo real se reveló al mundo: "Dos horas antes que el módulo Eagle, con Armstrong y Aldrin a bordo, despegara de la Luna, Luna 15 encendió sus retrocohetes y apuntó a su alunizaje. El legendario radiotelescopio británico en el Observatorio Jodrell Bank, dirigido por Sir Bernard Lovell, estaba escuchando en tiempo real las transmisiones del Apolo 11 y Luna 15. Jodrell Bank fue la primera estación en reportar el destino de Luna 15. Sus señales de radio se interrumpieron abruptamente. 'Si no recibimos más emisiones, asumiremos que se estrelló', dijo Lovell", cuenta Fishman en su libro.
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Mientras Aldrin y Armstrong caminaban en la Luna, la nave soviética Luna 15 aún seguía orbitando el satélite. (Crédito: NASA)[/caption]
Los encargados de Luna 15 habían dirigido la nave hacia el Mare Crisium, zona ubicada 869 kilómetros al noreste del lugar donde se había posado la cápsula del Apollo 11 en el Mar de la Tranquilidad. Pero cuatro minutos después de iniciar su descenso, el vehículo se destruyó. "Los soviéticos eligieron un lugar tan escabroso que no lograron evaluarlo de la manera apropiada y pasaron por alto una montaña completa. Luna 15 se estrelló contra una de sus laderas mientras viajaba a 482 kilómetros por hora", señala Fishman.
Durante el martes 22 de julio, los astronautas del Apolo 11 despertaron luego de un merecido descanso. Habían completado 12 de las 60 horas del viaje de regreso a la Tierra. Bruce McCandless, oficial de comunicaciones del control de misión, les dijo: "Apolo 11, aquí Houston. Si no están ocupados, les puedo leer las noticias de la mañana". Aldrin respondió "OK, estamos escuchando". La mayoría de los reportes aludían al Apolo 11 y a las operaciones militares en Vietnam, pero también había otra información: "Se cree que Luna 15 se estrelló en el Mare Crisium tras orbitar 52 veces alrededor de la Luna".
"Si hubo un momento que capturó el devastador giro en el desarrollo de los dos programas espaciales líderes del mundo fue éste: el control de misión reportando con certeza el impacto del robot de la Unión Soviética que buscó recolectar muestras lunares a los tres astronautas estadounidenses que volaban a casa tras protagonizar el primer alunizaje humano y que portaban 21 kilos de rocas", escribe Fishman en su libro. "El fracaso no se hizo público en la Unión Soviética y el público ruso no se enteró. Pese a todo, el fiasco no tuvo un gran impacto en las futuras misiones soviéticas. De hecho, un año después Luna 16 fue un éxito", comenta el autor.
Tal como cuenta Fishman a Tendencias, en septiembre de 1970 esa nave se convirtió en una victoria soviética: "Fue la primera nave robotizada completamente automatizada que logró traer de vuelta muestras desde otro mundo. ¿Fue igual que enviar una persona a la Luna? Por supuesto que no, pero a su manera resultó bastante impresionante". El autor agrega que los soviéticos incluso pusieron en la Luna dos robots con ruedas: "Se llamaban Lunokhold 1 y Lunokhold 2 y llegaron a su objetivo en 1970 y 1973. Fueron totalmente exitosos y durante meses fueron operados a control remoto desde la Unión Soviética. Viajaron decenas de kilómetros y tomaron fotos de los lugares que visitaron, tal como lo hicieron muchos años después los rovers estadounidenses en Marte".
Más allá de ese éxito posterior a Luna 15, el historiador Asif Siddiqi destaca en su libro que la estrepitosa misión nunca podrá dejar atrás una particular ironía. "Incluso si no hubiera existido un retraso de dieciocho horas en su intento de alunizaje y aun cuando Luna 15 se hubiera posado para recolectar muestras y luego volver a salvo a la Tierra, su pequeña cápsula de retorno había tocado territorio soviético dos horas y cuatro minutos después del amarizaje del Apolo 11. De hecho, la carrera había terminado antes de empezar".