La naturaleza es impredecible. Y así se ha demostrado con el retraso de La Niña, el fenómeno meteorológico que los científicos esperaban que se desarrolle a estas alturas del año, pero que cada vez se aleja más del rango de los pronósticos.
Es importante seguirle el paso a este fenómeno, pues tiene la capacidad de cambiar el patrón del clima en el mundo. Al menos en Chile, se asocia a períodos de bajas precipitaciones, sequía y temperaturas más bajas, mientras que en otras partes del mundo puede provocar inundaciones y otros desastres naturales.
Dicho lo anterior, aunque la última actualización de la Oficina Nacional de Administración Oceánica y Atmosférica (NOAA) esperaba que este fenómeno se establezca con un 66% de probabilidad entre septiembre y octubre, los modelos climáticos de otros centros del clima son menos optimistas.
Cuándo llegará La Niña según las actualizaciones
Según el Instituto Internacional de Investigación para el Clima y la Sociedad (IRI por sus siglas en inglés), las probabilidades de que La Niña termine de desarrollarse en septiembre y octubre es inferior al 30%.
En cambio, en el próximo trimestre (noviembre, diciembre y enero), la probabilidad alcanzaría un 49% de que La Niña se establezca por completo.
Es decir, es poco posible que el fenómeno se establezca en la primavera austral y quizás tampoco lo haga en el verano. Lo que queda del 2024 y los inicios de 2025 podrían continuar con la ausencia de La Niña y sin sus efectos sobre el clima.
Para el investigador e ingeniero físico de la Universidad de Santiago de Chile (Usach), Edgardo Sepúlveda, la incertidumbre sobre la llegada de La Niña “ya está siendo casi como lanzar una moneda. No hay seguridad”.
Siguiendo las probabilidades de la NOAA —que son un poco más altas que las que anunció la IRI—, el experto le dice a La Tercera que “sí puede suceder que se establezca La Niña en ese período, pero también hay una probabilidad similar de que no pase”.
“No podemos decir aún si sí o no. Estamos prácticamente casi en un 50 versus 50″. Y es que, mientras que la probabilidad no indique un 100%, ningún especialista ni modelo climático podrá afirmar con plena certeza que La Niña se establecerá en tal fecha.
Para Sepúlveda, “esto demuestra los problemas que existen en los modelos actuales, ya que hay mucha incertidumbre en pronosticar el inicio de El Niño y La Niña”.
Y es que, según explica el experto, esta incertidumbre podría estar estrechamente vinculada con la variabilidad climática que está experimentando el planeta, a raíz del cambio climático y el calentamiento global.
¿Por qué se sigue atrasando el fenómeno La Niña?
Para Sepúlveda, esta es “la pregunta del millón”.
“Esa pregunta lamentablemente no tiene una respuesta clara, porque no existe ninguna explicación física clara ni completa de por qué sucede El Niño Oscilación-Sur (ENOS o ENSO). Al tener no entender qué, cómo y por qué sucede, lamentablemente no podemos predecir o determinar qué va a suceder a futuro”.
Ahora, según los antecedentes climatológicos de fenómenos previos que se han formado en el pasado, usualmente la transición del Niño a La Niña “es más rápida que de La Niña al Niño”. Es por esto que este retraso le resulta demasiado extraño al mundo científico.
“Hay un debilitamiento del viento que se dirige hacia el oeste en la zona Ecuatorial en el océano Pacífico Central que traslada las aguas frías del Pacífico Oriental (las costas de Chile) hacia las costas de Australia e Indonesia. Este viento suele ser más intenso durante la transición, pero en esta ocasión, está más débil”, explica Sepúlveda.
Por esto, la tasa de enfriamiento en el océano ha estado muy lenta: “La tasa se ha ido ralentizando y por eso se ha ido atrasando el establecimiento de La Niña”.
Además, las altas temperaturas globales que se han experimentado en 2023 podrían tener que ver con este lento y extraño desarrollo de La Niña; “Nos han puesto en un escenario que nunca hemos visto antes y por ende no tenemos mucha información de cómo va ir respondiendo el sistema esférico”.
“Quizás esta incertidumbre, esta anomalía en la extensión de la fase neutra del ENSO puede estar asociado a la alta temperatura globales tanto de la atmósfera como la superficie del mar”.
Raúl Cordero, académico y climatólogo de la Universidad de Santiago de Chile (Usach), agrega que gracias a esta ralentización en el enfriamiento del Pacífico Tropical, “es decir, el ritmo con el que venía cayendo la temperatura superficial del pacífico”, La Niña que estamos esperando hace meses podría “no ser de gran intensidad”, le dice a La Tercera.
Aún así, pese a este gran retraso, “el enfriamiento del Pacífico continúa lentamente y sus efectos ya se perciben. Este segundo semestre ha sido notoriamente menos lluvioso que el primero”.
“Es probable que el desarrollo en curso de La Niña ayude a entender el frenazo en las precipitaciones que comenzó en julio a sentirse en Chile. Este frenazo explica por qué en este momento, en la zona centro sur de Chile, los déficit de precipitaciones ya se acercan al 30%”.
Cómo estará el clima en la primavera y verano de Chile
Sepúlveda asegura a La Tercera que el escenario que hemos estado viviendo estas semanas es “muy característico de La Niña. Bajas precipitaciones y baja temperatura. Podría suceder que esa tendencia siga manteniéndose”.
No obstante, si se sigue dilatando la llegada de La Niña, “en Chile podríamos tener un verano más cálido, muy similar a lo que fue el verano de enero y febrero de 2024″.
Es decir, sin el fenómeno La Niña, “el amortiguamiento de las altas temperaturas no va a ser tan alto. Si esta fase neutra persiste, yo no descartaría récords de calor. Eso sí, veo difícil que supere lo que fue el verano pasado, pero de todas maneras no descarto olas de calor y, por ende, incendios forestales”.
Y es que, según el experto, con los últimos meses lluviosos en Chile, creció mucha vegetación que, lamentablemente en épocas de calor se convierte en “combustible” para los incendios.
Por su parte, Cordero cree algo similar: “Con o sin Niña, las temperaturas del Pacífico actuales no favorecen ni las precipitaciones ni las altas temperaturas. Los próximos meses deberían ser, por lo tanto, ni extraordinariamente lluviosos, ni extraordinariamente cálidos”.