En 2003, cuando PlayStation 2 recién daba sus primeros pasos, Microsoft se adentraba en la industria de los videojuegos con la primera Xbox y Nokia mantenía el liderazgo en los celulares, la misma firma creadora de los recordados "ladrillos" decidió arriesgarse con un concepto que se recordaría como uno de los grandes fracasos en la industria móvil: el Nokia N-Gage, terminal que contó como gran gancho publicitario el ser el primero de la historia en enfocarse además de un teléfono, como una consola de videojuegos portátil para competir con la exitosa Nintendo Game Boy. Para ello, contaba con tecnología avanzada para su tiempo, como MP3, multijugador vía bluetooth, reproducción de video, 60 juegos de diversos géneros y un software gráfico avanzado. Sin embargo, tras su lanzamiento surgieron las dudas. Lo primero era su precio, unos 350 dólares de la época, considerado excesivo; los juegos, convertidos desde PlayStation (como Tomb Raider y Tony Hawk's Pro Skater) no eran todo lo depurado que se esperaba, y lo peor: la extraña forma de usar el teléfono para hablar, de costado como si tuviésemos que comernos una sopaipilla. ¿El resultado? casi 3 millones de unidades vendidas en todo el mundo, menos de la mitad de lo esperado por Nokia. El proyecto, que tuvo un sucesor al año siguiente, fue cancelado en 2005 y se convirtió en objeto de culto, aunque pasarían varios años antes que otra empresa diera otro paso en falso.
Año 2011. Nokia, ya en una posición menor y enfrentado a la hegemonía de Apple con la cuarta generación del iPhone, vio de lejos como Sony intentaba realizar el mismo experimento para los usuarios de PlayStation. Así, tras cinco años en desarrollo nacía Sony Ericsson Xperia Play, smartphone con Android que permitió por 10 dólares la descarga al celular de juegos como PES o FIFA, otros propios de Sony como God of War y títulos de la primera PlayStation. Su gran característica: un mando similar al de la consola, deslizable bajo la pantalla, más de 80 juegos compatibles y capacidades gráficas similares a la portátil PSP. Sin embargo, el público no vio con buenos ojos su alto precio, el escaso compromiso de Sony con las actualizaciones de Android y el apoyo en cuanto a juegos para el dispositivo, siendo abandonado un año después. Nuevamente, los gamers tendrían que esperar varios años más en ver un paso igual de arriesgado, aunque las condiciones esta vez serían distintas.
Más allá del juego de la culebra
El pasado 2017 no sólo fue testigo del alza de los smartphones relacionados a la industria china como Huawei o ZTE compitiendo frente a gigantes como Apple y Samsung (quien también tuvo un poco publicitado celular para juegos en 2005 en Corea del Sur). El fabricante especializado en el segmento gamer de PC, Razer, lanzó en noviembre de 2017 el Razer Phone, smartphone que gracias a su tarjeta gráfica Adreno, memoria RAM de 8 GB, sonido Dolby y una tasa de refresco de 120 Hz -algo nunca antes visto en dispositivos móviles- hizo que lo juegos se vieran más fluidos que en un teléfono de alta gama. Su problema radica en su precio alto y un peso de más de 200 gramos, más que un smartphone promedio.
Ya en este año, la empresa china Xiaomi también decidió aventurarse en un área que en 2016 marcaba un precedente, y que tuvo a los videojuegos para móviles con 41 mil millones de dólares en ingresos en la cúspide de la industria del entretenimiento electrónico. Así nació en mayo pasado Xiaomi Black Shark, smartphone que aunque no cuenta con la fluidez visual de su competencia, sí añade accesorios como un mando Bluetooth, diseño exterior similar a los PC utilizados por los gamers profesionales, llenos de curvas, colores y estética agresiva, y un modo de enfriamiento líquido similar a los PC gamer que enfría el procesador hasta en 8 grados para poder lograr un rendimiento máximo por un 70% más de tiempo. Lo mismo ocurre con Nubia Red Magic de los chinos ZTE, que ofrece prestaciones similares pensadas para gamers, también con un sistema de refrigeración con tres ventiladores en la espalda y luces LED alrededor del aparato.
Pero a pesar de todos estos adelantos y la repuesta amigable de los usuarios, estos teléfonos deben enfrentarse a otro problema común en estos casos: la falta de contenido.
El huevo o la gallina
Actualmente, títulos como PUBG y Fortnite se erigen como los dos videojuegos más populares en el mundo. Otros como la serie de autos de carreras Asphalt o el exitoso Vainglory en Asia, acumulan años y millones de fanáticos alrededor del globo, con competencias en línea y gráficos avanzados para un smartphone. Aún así, existe pocos juegos en las tiendas virtuales que aprovechen las capacidades de terminales tan avanzados como el nuevo ROG Phone, quizá el más completo hasta ahora y presentado en la feria Computex de Taiwán.
Entre sus características, ROG Phone cuenta con varios accesorios complementarios que expanden la experiencia del juego (mandos con dos pantallas para compartir la partida en Twitch o un mini ventilador para bajar la temperatura de aparato por ejemplo), y a sus capacidades técnicas superiores a las de un iPhone X o Samsung Galaxy S9 suma un sistema de refrigeración por una cámara de vapor, además de los habituales funciones de un smartphone.
Marcel Campos, Jefe de Operaciones de Marketing de Asus, cree que a pesar de los pocos juegos que realmente exigen a estos "súper smartphones", es necesario que primero existan para que entonces los desarrolladores piensen en lanzar juegos a su altura. Además, afirma que el público específico tampoco es un problema: "no hay un solo target para este producto, y nunca dejamos de pensar que se trataba de un teléfono antes que un aparato para juegos. De haber sido así, hubiésemos perdido el mercado de los smartphones", señala.