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Descascaradas, añejas, oscuras, de troncos gruesos y retorcidos. Así son las parras de la cepa País, la primera que llegó a América de la mano de los españoles a mediados del siglo XVI, junto a la Moscatel de Alejandría. Ambas se transformarían en las precursoras de los viñedos en el Cono Sur.
En 1817, el Ejército de los Andes argentino-chileno llegó con 133 cargas de Listán Prieto o Misión, nombres con los que se les conocía a esa uva. Una botella era repartida cada 20 días entre 5.200 hombres. Durante la Colonia, el vino era parte de las comidas y se usaba también en las misas. Entonces decidieron cultivar la uva aquí.
El enólogo de Viña Bouchon, Christian Sepúlveda, se ha especializado en cepa País. "Dicen que pudo llegar directamente de Islas Canarias o Andalucía, España, como parras o que hicieron germinar pasas para hacer el vino de misa", explica. Poco a poco la viticultura comenzó a expandirse. Bernardo O'Higgins cultivó el País en Los Ángeles, en su hacienda Las Canteras. Eso fue hasta fines del siglo XIX, cuando la búsqueda de vinos más finos y de buen sabor hizo que la cepa País fuera desplazada y reemplazada por parras francesas, sin ese sabor astringente que caracteriza al País. Llegaron el Cabernet, el Merlot, el Sauvignon, el Chardonnay y el Semillón, que se concentran en el norte del Chile. Hacia el sur, País seguía predominando. Pero su producción baja hasta transformarse en un vino corriente vendido en chuicos, damajuanas y garrafas.
El País es una cepa rústica, que crece en climas adversos, como frío y sequía, y que se desarrolla en suelos considerados malos para las parras por su falta de agua. Pero la particularidad de País es su resistencia. Crece en la zona del secano interior que parte al sur de Santiago y termina a la altura de Yumbel, en el área del faldeo de la cordillera de la Costa que mira hacia los Andes. Son suelos de granito y pizarra, un tanto secos, pero con laderas que concentran humedad y permiten que las raíces crezcan profundas para buscar agua y nutrientes. Se han identificado parras de 200 años.
A fines de los 90, el País llegó a sus niveles más bajos. Pero hoy los avances tecnológicos y estudios en el Listán Prieto han demostrado que se puede crear un vino diferente, con muchas variedades y de buen gusto. Es un cepaje muy versátil que entrega un vino frutoso, aromático, liviano y refrescante. Además, existe una nueva generación que lucha por mantener viva la viticultura que comenzó en Chile gracias a la cepa País que hoy vive su revancha.
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