Judith Barsi demostró desde temprana edad que tenía talento natural para ser actriz. Su madre, Maria Barsi, la llevaba clases de actuación y castings para fomentar su carrera.
En la década de los ‘80, Bursi ya era una estrella en ascenso: había logrado varios papeles en producciones televisivas de Estados Unidos, donde destacaba por su gran carisma.
Todo apuntaba que tendría un futuro promisorio, hasta que un macabro hecho lo truncó y dejó en conmoción a todo Hollywood. Cuando tenía 10 años la actriz infantil fue asesinada por su propio padre, József Barsi, quien también decidió matar a su esposa y suicidarse.
La historia de Judith Barsi
Maria y József Barsi llegaron por separado a Estados Unidos, luego de haber huido de la ocupación soviética en su natal Hungría en 1956.
La pareja se conoció en un restaurante de Los Ángeles, California, que solía ser frecuentado por inmigrantes. Ella era camarera, mientras que él, un fontanero que tenía vergüenza de su acento húngaro, acudía a beber al local. El flechazo fue instantáneo y pronto decidieron casarse.
Aunque los primeros años de matrimonio fueron felices, Jószef tenía una personalidad compleja. Era frecuente que tuviera ataques de ira, lo que era aún más intensificado por su alcoholismo.
El 6 de junio de 1978 celebraron el nacimiento de Judith Eva Barsi en Los Ángeles. Se convertiría en la única hija que tendría el matrimonio.
Desde los primeros años de vida de Judith, Maria comenzó a llevarla a clases para que se convirtiera en una actriz famosa. Ese había sido su propio sueño de vida, pero al no haberlo logrado, decidió poner todas las esperanzas en su hija.
Sus cercanos le insistían en que era imposible que lo lograra. “Le dije que no perdería el tiempo. Le dije que las probabilidades de que tuviera éxito eran de una entre 10.000″, señalaba Joseph Weldon, el hermano de Maria.
La madre no hizo caso y siguió trabajando para que Judith fuera una estrella. Luego, esos esfuerzos terminaron siendo fructíferos por pura casualidad.
Un día, Judith estaba junto a su madre en una pista de patinaje sobre hielo, cuando de pronto cuando un equipo que grababa un comercial la identificó y le ofrecieron contratarla para una publicidad. Apenas tenía 5 años, pero su madre no dudó en aceptar la propuesta.
Ese fue el puntapié inicial de la carrera de la intérprete. A lo largo de la década de los ‘80 apareció en más de 70 comerciales y programas televisivos como Cheers, Growing Pains, Reeming Steele, Punky Brewster y Cagney & Lacey.
También prestó voz a las películas animadas, entre ellas, All Dogs go to Heaven, The Chipmunk Adventure y The Land Before Time.
Probablemente, el papel con el que logró hacerse más conocida fue cuando dio vida a Thea Brody en Tiburón: la venganza, la película dirigida por Joseph Sargent.
Judith tenía un rasgo que la hacía diferente de otras actrices: su baja estatura. A sus 10 años apenas medía 1,12 metros, por lo que comenzó a recibir inyecciones de hormonas en la Universidad de California en Los Ángeles para estimular su crecimiento.
Según su agente Ruth Hansen, ser pequeña había contribuido a su carrera de actriz, ya que lucía más jóven que su edad real. “Cuando tenía 10 años, todavía interpretaba a una niña de 7 u 8 años”, explicó.
El éxito de Judith fue una gran ayuda económica para la familia. Sus ingresos, de 100.000 dólares anuales, permitieron que su padres compraran una casa en el área de West Hills en 1985.
Pero a medida que la niña comenzaba a brillar por sus roles y su fama aumentaba, en su hogar se vivía un verdadero infierno. Tanto Judith como su madre eran víctimas de violencia de parte de József, quien en varias oportunidades manifestó sus intenciones de asesinarlas y suicidarse.
En mayo de 1986, Maria decidió presentar una denuncia contra su esposo por amenazas de muerte y también por haberla estrangulado y golpeado. Finalmente, la denuncia fue desestimada por falta de pruebas.
Según detalló Hansen a Los Ángeles Times, la actriz era una “niña alegre y llena de vida”. Eso cambió desde el año 1987, durante la época en que partieron las grabaciones de Tiburón: la venganza.
Cuando la actriz iba a abandonar su ciudad para irse a las Bahamas para filmar la película, Jószef se molestó por su ausencia. Tras eso, sacó cuchillo y la amenazó. “Si decides no volver, te cortaré el cuello”, le dijo, de acuerdo a testigos.
A pesar de que la niña estuvo varios meses fuera por ese trabajo, el hombre se negó a comprar un pasaje para ir a verla en algún momento. Cuando terminó el rodaje de la película, ella y su madre se fueron a Nueva York, tras lo cual Jószef la llamó para recordarle la amenaza del cuchillo. La actriz “estaba aterrorizada” y rompió en llanto, según su agente, por lo que volvieron rápidamente a California.
József intentaba a toda costa tener control sobre lo que hacía su hija, pero al mismo tiempo parecía tener envidia de lo que había logrado a su corta edad. En una oportunidad le rompió por gusto un cometa que su madre recién le había regalado.
Los últimos meses fueron los más angustiantes. József comentaba sin tapujos a su entorno que quería asesinar a su esposa, suicidarse o matar a Judith y dejar viva a Maria con el fin de que “sufriera”.
Pese a que era solo una niña, la estrella infantil era consciente de todo lo que ocurría con su familia. “Tengo miedo de volver a casa. Mi papá es miserable. Mi papá está borracho todos los días y sé que quiere matar a mi madre”, habría dicho en una visita con amigos. Hasta llegó a arrancarse todas las pestañas, según su agente.
En 1988 el servicio de protección infantil local terminó por enterarse del caso. Maria les prometió que tenía un “plan” para salir de su situación, que consistía en arrendar un departamento en el barrio de Panorama City, Los Ángeles.
Sin embargo, según la policía local, Maria se fue a vivir al departamento, pero no se llevó a Judith con ella. A eso se sumaba que la separación con József aún no era definitiva, por lo que de vez en cuando volvía al hogar.
“Ella realmente amaba su casa y las cosas que la carrera de Judith le había aportado”, señaló una vecina de la mujer.
El 25 de julio de 1988, Judith tenía que asistir a una reunión laboral con una productora. Nunca llegó.
Esa noche, el hombre había esperado que tanto Judith como Maria se durmieran y las asesinó de un disparo. Luego se trasladó al garage y se suicidó. Días después, cuando la policía entró a la propiedad, descubrieron el cuerpo de la actriz en su cama, cerca de un televisor que su mismo progenitor le había regalado para disculparse por un ataque de ira que tuvo.
Los restos de Judith y su madre hoy descansan en el Forest Lawn Memorial Park, un cementerio de Los Ángeles.