La doctora Erin Mears, investigadora de los Centros para el Control y la Prevención de las Enfermedades (CDC), se para frente a un pizarrón y repasa frente a algunos colegas los rasgos del nuevo enemigo que amenaza al mundo. El virus parece propagarse a través de la tos y los estornudos. Las partículas que liberan los enfermos también cubren perillas de puertas y botones de ascensores, desde donde pasan a las manos de las personas que luego se infectan al tocarse la cara. Para detener la propagación del patógeno, informa la investigadora, resulta vital determinar cuán contagioso es, si las personas sin síntomas pueden infectar a las demás y exactamente quiénes son susceptibles. “Hasta ahora ese grupo parece incluir a todos los que tienen manos, una boca y una nariz”, responde con sarcasmo uno de los expertos reunidos en la habitación.
Aunque esta reunión de emergencia de los CDC pudo haber ocurrido durante cualquiera de los últimos meses de pandemia, en realidad nunca sucedió. Erin Mears es un personaje interpretado por la actriz Kate Winslet en la película Contagio, estrenada hace nueve años y que pese a ser una ficción, logró anticipar varios de los enigmas científicos y dramas sociales y humanos suscitados por el Covid-19. Para dar forma a la historia, que relata la propagación desde Asia de un virus que incorpora material genético de porcino y murciélago, el guionista Scott Z. Burns investigó durante meses y entrevistó a varios de los mejores epidemiólogos del mundo. De esta manera no sólo logró dar forma a una historia que en 2011 fue nominada a varios premios –como el de “mejor filme de horror/suspenso”-, sino que ahora también se ha convertido en un ícono de las películas de catástrofes, plagas y posapocalipsis que en esta emergencia sanitaria se han popularizado vía streaming y plataformas dedicadas a la piratería.
En marzo, el portal The Verge se alió con el sitio TorrentFreak para analizar el fenómeno particular de Contagio. Las cifras muestran que antes del 24 de enero, la cinta tenía apenas un par de cientos de descargas ilegales al día. El 25 de enero había alcanzado las 1.500 –sobre todo en países como Corea del Sur, donde el coronavirus ya causaba estragos- y el 29 de enero, cuando se sabía que el Covid-19 había llegado a EE.UU., la cifra superaba las 18 mil descargas diarias. Al mismo tiempo, la cinta –que en Chile se puede ver a través de HBO GO- también revivió desde el olvido en las plataformas de streaming: según informó BuzzFeed, a comienzos del año pasado el filme ni siquiera figuraba entre los cien más arrendados en iTunes, mientras que en marzo ya estaba en el décimo puesto.
Pero el fenómeno no se circunscribe sólo a Contagio, sino que también abarca a otras cintas y series que hablan de grandes catástrofes y que no necesariamente tienen una base científica tan sólida como la película de Steven Soderbergh. Por ejemplo, el sitio FlixPatrol -que monitorea los contenidos más populares en Netflix- muestra que estas historias suelen posicionarse casi de inmediato entre las más vistas por los chilenos. A mediados de septiembre, la cinta coreana #Alive –que trata sobre dos personajes encerrados en sus departamentos que buscan sobrevivir a una plaga de zombies- inmediatamente se ubicó entre las películas más consumidas a nivel local. Un impacto similar tuvo el debut de la cinta A Quiet Place –que transcurre en un mundo donde la humanidad ha sido prácticamente aniquilada- y series como Hacia el lago –donde un virus causa el caos en Moscú- y La révolution, en la que un patógeno convierte en asesinos a los nobles franceses del siglo XVIII.
Este éxito ha llevado a varios estudiosos y expertos a plantearse la siguiente pregunta: ¿Qué hace que este tipo de relatos ficticios, en los que la humanidad enfrenta con angustia el rápido colapso de todo lo que la rodea, esté siendo consumido de forma masiva precisamente cuando el mundo está inmerso en la emergencia del Covid-19? En Gran Bretaña, la empresa de streaming NOW TV detectó que el consumo de cintas como Después de la Tierra -en la que un padre y su hijo vuelven al hogar que la humanidad abandonó hace más de mil años- y Armagedón –donde un asteroide amenaza con destruir el planeta- habían aumentado su consumo en un 452% y un 117%, respectivamente. Por eso, se propuso investigar el fenómeno y encuestó a dos mil personas: los resultados no sólo muestran que el 64% de los londinenses admite que en algún momento ha sentido que está viviendo en alguna película posapocalíptica. Además, el 24% de los entrevistados confesó que ver este tipo de historias los hizo sentirse mejor frente a la incertidumbre de la actual crisis sanitaria.
El sondeo también reveló que entre el grupo que dijo disfrutar de estas películas, el 72% afirmó que el confinamiento se les hizo más llevadero. Incluso, dijeron sentirse más preparados emocional y mentalmente para enfrentar una potencial segunda ola del Covid-19 (57%), frente a quienes afirmaron no consumir filmes como Armagedón (42%). Para sicólogos y otros especialistas, este resurgimiento de las cintas y series catastróficas en plena pandemia obedece a que estas historias operan como una especie de vacuna emocional, en la que las personas se exponen a la angustia, el miedo y la incertidumbre en dosis controladas y paulatinas que les permiten ir ganando resiliencia ante el caos que las rodea. Es decir, señalan, la ficción termina operando como un entrenamiento emocional que ayuda a las personas a sobrellevar una emergencia de gran escala.
Julie Norem, profesora de sicología del Wellesley College en Massachusetts y experta en pesimismo versus optimismo y en los mecanismos de la adaptación, explica a Tendencias que estas películas y series operan como herramientas para lidiar de manera segura con la falta de certezas. “Los filmes de horror y las películas posapocalípticas siempre nos han ayudado a poner a prueba diferentes tipos de ansiedades desde una cierta distancia; sólo que ahora lo hacen de una forma más literal. Las amenazas existenciales que ahora enfrentamos son las más cercanas que hemos vivido desde la Guerra Fría, pero al mismo tiempo la pandemia hace que la acción directa en el mundo exterior sea menos factible para muchos”. Cuando estamos atrapados en casa, agrega la investigadora, observar estas películas ayuda a que las personas sientan que están haciendo algo más efectivo y práctico para procesar lo que ocurre afuera de sus hogares.
La académica comenta que el final triunfante que suelen tener estos relatos también es un factor clave para cautivar a las audiencias: “Usualmente, hay dos factores que se combinan para reconfortarnos. Uno alude a que el enemigo, ya sea un virus, un desastre natural o una invasión alienígena, es derrotado o al menos la gente sobrevive de alguna manera. Lo segundo es que, usualmente, la razón de que la humanidad sobreviva obedece a que un grupo de valerosos personajes marginales se unieron a pesar de que nadie los escuchaba o a que un individuo con determinación se enfrentó a todas las adversidades para prevalecer”. Cuando la gente tiene poca fe en sus gobiernos y otras instituciones, reflexiona Norem, resulta sumamente “tranquilizante enfocarse en historias en las cuales personas comunes resultan ser los héroes”.
Preparados para todo
Mientras en abril la empresa Just Watch calculaba que el consumo de streaming en Chile había subido un 157% debido a las medidas de confinamiento, investigadores estadounidenses y daneses decidieron realizar otro estudio que valida uno de los resultados obtenidos por el sondeo de NOW TV. Los sicólogos de las universidades de Chicago, Pennsylvania y Aarhus entrevistaron a 310 voluntarios sobre sus preferencias cinematográficas y hábitos de consumo de películas, antes de interrogarlos acerca de cuán preparados se sentían frente a la pandemia y qué niveles de ansiedad, depresión, irritabilidad e insomnio habían experimentado. Los expertos establecieron que mientras los fans de las cintas de horror se mostraron como los menos perturbados por la crisis del Covid-19, aquellos que preferían las cintas donde la sociedad colapsa se mostraron más resilientes y preparados para hacerle frente a la pandemia, tanto en términos mentales como prácticos.
Coltan Scrivner, sicólogo de la Universidad de Chicago y coautor del reporte, plantea que en este efecto existen varios factores en juego que operan a nivel emocional y cerebral. Uno alude a que cintas como Contagio logran que ciertos aspectos de una pandemia, como las cuarentenas y la escasez de provisiones, sean escenarios menos ajenos o extraños. “Los filmes que describen algún evento catastrófico, tales como un brote de zombies, se asemejan de cierta forma a los desastres que ocurren en el mundo real. Las instituciones sociales ya no operan de manera normal, las normas culturales se modifican y, a veces, las personas resultan no ser confiables. Estos filmes nos muestran cómo podría verse el mundo durante una catástrofe global real”, explica a Tendencias.
El investigador y sus colegas plantean que otra razón de que las personas se sientan tan atraídas por este tipo de filmes y series es que les brindan la posibilidad de ensayar en su mente lo que harían en un caos global verdadero. Mathias Clasen, sicólogo de la Universidad Aarhus en Dinamarca y coautor del reporte, plantea que estos relatos ayudan a que la gente se prepare para situaciones extremas de la misma manera en que la imaginación permite probar maneras hipotéticas de plantarse frente a una cita o una confrontación. Además, señala Clasen a Tendencias, a menudo estas historias le ponen alguna ‘cara’ al enemigo, lo que aumenta la sensación de control sobre lo que ocurre en el mundo exterior: “Por ejemplo, en la película Outbreak (Epidemia) hay una escena que ayuda a visualizar la propagación de patógenos en un cine. No somos capaces de ver los patógenos invisibles que nos enferman; el coronavirus es indetectable a simple vista. Sin embargo, a menudo y de manera bastante literal la ficción le asigna un ‘rostro’ a un enemigo invisible. Usualmente, las cintas de horror nos presentan un monstruo muy tangible”.
El mecanismo de la empatía
En un artículo publicado en la revista Psychology Today y titulado “Cuando el desastre cae sobre los demás: cómo responde tu cerebro”, la sicóloga y académica Susan Krauss Whitbourne describe lo que ocurre cuando las personas ven algún grupo de humanos que intenta sobreponerse a la adversidad. Según escribe la experta en memoria de la Universidad de Massachusetts Amherst, al ver cómo se despliega un desastre se activan una serie de mecanismos empáticos. “Los estudios muestran que cuando vemos que otros resultan heridos, nuestros cerebros reaccionan de manera similar a como ocurre cuando nosotros nos lesionamos. Las áreas del cerebro involucradas en esta reacción se extienden más allá de la amígdala hacia regiones de la corteza que participan en el análisis e interpretación del comportamiento de los demás”, plantea Krauss Whitbourne. Estos eventos, agrega la sicóloga, estimulan a las personas a pensar en sus “propias experiencias de dolor o trauma. Recordamos aquellas veces en que estuvimos en peligro y, de cierta manera, nuestro cerebro, imagina qué están sintiendo y pensando las víctimas”.
Christina Scott, profesora de sicología del Whittier College, en Estados Unidos, y quien ha estudiado la atracción que generan las distopías en la cultura popular, conoce de cerca esta reacción de cercanía con quienes en la pantalla intentan sobrevivir a un cataclismo. “Nos gusta creer que si hemos considerado todos los escenarios negativos posibles, de alguna manera estaremos más preparados y tendremos más opciones de sobrevivir. Los filmes de desastres también se enfocan en las relaciones, tales como las de los padres que protegen a sus hijos o algún marido/esposa/amante que lucha para volver junto a su pareja. Empatizamos con estos personajes y, tal vez, nos imaginamos a nosotros mismos en el rol del héroe, lo que confirma nuestra creencia de que la ‘gente buena sobrevivirá’ sin importar las circunstancias”, asegura a Tendencias.