Seno Ballena se encuentra en medio de la Patagonia, a los pies del imponente glaciar Santa Inés y frente a la isla Carlos III, un lugar de alimentación de ballenas, delfines, lobos, elefantes marinos y más de 20 especies de aves. Hasta ahí llegó en marzo del año pasado José Luis Iriarte, biólogo marino y oceanógrafo de la Universidad Austral, para liderar una investigación que busca anticipar las consecuencias del calentamiento global en los océanos durante las próximas décadas. Dice que eso es posible gracias a las características de este fiordo, un verdadero laboratorio natural.
-¿Qué pasa hoy en Seno Ballena?
-Se mezclan el agua salada oceánica y el agua dulce después del derretimiento del glaciar Santa Inés. Esto cambia la química y la física del sistema oceánico. Ahí enfrentamos la pregunta del estudio: ¿cómo los organismos, principalmente los microorganismos, están respondiendo a estos cambios en su hábitat, que es el agua? No sabemos cómo se van a adaptar fisiológicamente a estas nuevas condiciones y cómo eso afectará sus propiedades y los procesos que realizan. Por ejemplo, la fotosíntesis.
Cuando Iriarte -que es parte del Centro de Investigación Dinámica de Ecosistemas Marinos de Altas Latitudes (Ideal)- habla de "microorganismos", se refiere a la base de la cadena alimenticia en los océanos: principalmente microalgas y fitoplancton, que son el alimento del próximo eslabón en la cadena, el zooplancton. Entre estos destaca el kril, un pequeño crustáceo que es la principal fuente de alimento de las ballenas.
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José Luis Iriarte durante una de sus trabajos. Foto: Centro Ideal[/caption]
Por eso, el equipo liderado por Iriarte está estudiando el efecto del derretimiento del glaciar Santa Inés en los microorganismos del fiordo, en una investigación financiada por un proyecto Fondecyt que partió en 2017 y durará tres años. Ya llevan cuatro expediciones a Seno Ballena y tienen una quinta programada para mayo. En 2018 instalaron unos sensores oceanográficos que miden elementos químicos, de presión del CO2, temperatura, salinidad y PH en el agua. Estos instrumentos toman muestras cada tres horas, lo que permitirá saber si hay variabilidad entre los años y cuál podría ser la tendencia en el futuro de procesos como la acidificación del océano, el freshening (mezcla de agua dulce y salada) o la desalinización del sistema marino.
-¿Qué características especiales tiene Seno Ballena?
-Está frente a la isla Carlos III, dentro del Parque Marino Francisco Coloane, que es un sitio importante de alimentación de ballenas. Por lo tanto, si hay algún efecto del derretimiento del glaciar Santa Inés, potencialmente podría afectar este lugar donde se alimentan las ballenas.
-¿Para mal?
-O para bien. Cuando digo afectar, esto puede ser positivo o negativo. Por eso estamos estudiando. Después de estos tres años podremos decir si este sistema está siendo perturbado o no, o si la perturbación es rápida o no.
-¿Por eso plantean que este lugar podría ser un laboratorio natural?
-Exacto. Además, históricamente en Magallanes está el problema de la marea roja. Por eso, una de nuestras preguntas es de qué manera esta influencia de agua dulce proveniente del glaciar puede afectar la ocurrencia de marea roja. Seno Ballena tiene varias potencialidades de importancia como un laboratorio natural.
-¿Un lugar único en el mundo?
-No sé si único, pero sí es un sitio que nos va a permitir extrapolar nuestros resultados a otros fiordos. Hemos hecho este mismo estudio en el fiordo Reloncaví -en la Patagonia norte, cerca de Cochamó- y nuestros primeros resultados indican que son lugares totalmente distintos. Los fiordos, en términos generales, no tienen glaciares en la cabecera, como el de Reloncaví, que tiene influencia del río Puelo. Por eso nos fuimos más al sur para ver la influencia del agua dulce, pero no de río, sino que del derretimiento de un glaciar.
-¿Por qué investigar este fiordo puede ayudar a proyectar los efectos del calentamiento global?
-Porque al observar los efectos del calentamiento global entre la Patagonia sur y la Antártica vemos que toda el área está siendo influenciada por el proceso. Ya se están viendo mayores flujos de agua dulce hacia el sistema marino. Es importante saber cómo los microorganismos van a responder a estos flujos de agua dulce.
-¿El océano se puede adaptar a estos cambios?
-No lo sabemos. Tampoco sabemos si tiene una capacidad de resiliencia propia que le permita volver a su estado original. Cuando pusimos nuestros sensores en el fiordo Reloncaví se produjo la erupción del volcán Calbuco y detectamos la caída de las cenizas provocando una acidificación al bajar el PH en el agua. Pero a los 10 días, con mucha sorpresa, vimos que rápidamente el PH volvió a su estado original. El océano, con sus corrientes y flujos, tiene capacidad de responder a los cambios químicos.
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Algunas de las especies que habitan Seno Ballena. Foto: AFP[/caption]
-Hasta el momento, ¿qué han hallado en Seno Ballena?
-Estructuramos esta investigación de dos maneras. Primero anclamos los sensores en el sistema marino por un año, después los retiramos y luego viene el análisis de los resultados. Por otro lado, tenemos cruceros periódicos "en terreno" en los que vamos a realizar otro tipo de mediciones oceanográficas. Todavía estamos en la fase de integrar toda la información, pero podemos decir que en términos de la productividad biológica este sistema es totalmente distinto a los fiordos de la Patagonia Norte. Seno Ballena es altamente estacional, en invierno es un sistema muy estable, frío y con poca fotosíntesis, pero durante el periodo de primavera tardía y verano aumenta su producción biológica.
-Dentro de lo que ya saben, ¿hay algo que les preocupe?
-Sí, que hay una fuerte variabilidad interanual. Lo que estamos viendo con el cambio climático y los eventos climatológicos, como El Niño o La Niña, es que tienen un fuerte efecto sobre el océano y los microorganismos. En la Patagonia Norte, la fotosíntesis disminuye cada año y a veces la disminución persiste en los años. Esto puede tener consecuencias como lo que ocurrió en la miticultura: entre 2009 y 2011, las larvas de choritos tuvieron una disminución por una baja de las microalgas. Luego la miticultura se restableció, pero es un ejemplo de cómo la disminución de microalgas afecta al océano.