El 20 de agosto de 1989, dos crímenes conmocionaron a Beverly Hills. José y Mary Louise “Kitty” Menéndez, un exitoso ejecutivo de la industria del entretenimiento y su esposa, fueron asesinados con escopetas en la sala de estar de su mansión.
Luego saldría a la luz que sus propios hijos, Lyle y Erik Menéndez, de 21 y 18 años respectivamente, habían sido los responsables de los asesinatos. En 1996 se les condenó a cadena perpetua sin posibilidad de libertad condicional.
El caso ha vuelto a estar en el centro de la atención mediática después que Netflix lanzara la serie dramática basada en los hermanos, Monstruos: la historia de Lyle y Erik Menéndez, dirigida por Ryan Murphy.
Pero apenas la producción fue estrenada en la plataforma, Lyle y Erik cuestionaron el enfoque que se le había dado a la historia y que se había “elegido perpetuar mentiras dañinas” sobre de sus vidas.
Dos semanas más tarde, Netflix decidió estrenar un nuevo proyecto sobre el caso. Sin embargo, en esta oportunidad son los condenados quienes muestran su versión de los hechos en un documental de dos horas de duración.
Cómo es el nuevo documental de los hermanos Menéndez
El documental Los hermanos Menéndez, dirigido por el cineasta Alejandro Hartmann y que fue lanzado el 7 de octubre, explora un enfoque diferente sobre los crímenes de José y Kitty Menéndez.
Y es que, por primera vez en tres décadas, Erik y Lyle se refieren a las muertes de sus padres, a los dos juicios que conmocionaron a Estados Unidos y a su vida en prisión. Esto fue posible a través de entrevistas telefónicas que concedieron a los cineastas, mientras siguen recluidos en el Centro Correccional Richard J. Donovan de San Diego.
“Una parte de Erik y de mí murió esa noche”, dice Lyle al inicio de la producción, consigna el sitio Today.
El documental también cuenta con entrevistas inéditas con otras figuras claves como abogados que estuvieron en los juicios, familiares, periodistas e incluso miembros del jurado.
Estas fueron algunas de las revelaciones más sorprendentes en la producción de Netflix sobre los hermanos Menéndez.
Cómo fue la noche de los crímenes
En la llamada que hicieron al 911 esa noche de agosto de 1989, Lyle y Erik informaron que habían vuelto a su casa en North Elm Drive, Beverly Hills, y que habían encontrado a sus padres muertos. Si bien la policía local no los trató como sospechosos cuando llegaron a la escena del crimen, Erik asegura había varios motivos por los que deberían haberlos arrestado en ese momento.
Primero, porque no tenían ninguna coartada concreta. En segundo lugar, los dos jóvenes tenían “restos de pólvora” en sus manos.
“En circunstancias normales te hacen una prueba de residuos de pólvora. Nos habrían arrestado de inmediato”, argumentó Erik. A eso se suma que habían escondido los casquillos de pistola en su auto, el cual estaba ubicado dentro de la “zona de búsqueda”. El vehículo nunca fue registrado esa noche por los investigadores.
“Si me hubieran presionado, no habría podido soportar ningún interrogatorio. Estaba completamente destrozado y destrozado. Estaba en estado de shock”, complementó.
El comportamiento de los hermanos Menéndez tras los asesinatos
Uno de los detalles que más se ha resaltado del caso es que, después de haber cometido los crímenes, Lyle y Erik comenzaron a gastar de forma descontrolada la fortuna de sus padres. Varios Rolex, un Porsche y un Jeep Wrangler personalizado, fueron solo algunos de los artículos de lujo que adquirieron en los meses posteriores.
Esa conducta, de hecho, gatilló que las sospechas de la policía se centraran en los hermanos.
Erik señaló en el documental que la idea de que lo estaba pasando bien en esos días “es absurda” y que esas compras las hizo “para encubrir este horrible dolor de no querer estar vivo”. También aseguró que uno de los motivos por los que no se suicidó fue que “sería un completo fracaso” para su padre.
“No me estaba divirtiendo como playboy. De hecho, lloraba por las noches, dormía mal, a veces estaba muy angustiado y me sentí a la deriva durante todos esos meses”, complementó Lyle sobre sus gastos.
Los hermanos también abordaron cómo fue ver a sus familiares tras la muerte de sus padres. “Ver su dolor y verlos llorar, y ver cómo esta tragedia se agravaba y se extendía a todos los miembros de mi familia y a los amigos de mi familia, fue como si todo se hubiera convertido en cenizas”, dijo.
El impacto mediático del caso
Siete meses después de los crímenes, en marzo de 1990, Lyle y Erik fueron acusados de asesinato.
Al recordar esos días, Lyle aseguró que podrían haberlo llamado para que fuera a la estación de policía y él se habría entregado. Pero, en lugar de eso, dijo que se orquestó un arresto “para un circo mediático”, pues las autoridades llamaron a los medios para que cubrieran el momento. Erik se entregó a la policía luego de haber llegado de un torneo de tenis.
El documental también expone cómo los programas televisivos de la época abordaron el caso. En uno de los registros aparece la comediante Kathy Griffin que, de forma irónica, dice frente a la cámara: “Oh, vamos, (Lyle y Erik) son tan adorables. ¡Son demasiado buenos para ir a prisión!”.
La reputación de José Menéndez
Algunos familiares de los Menéndez fueron testigos del comportamiento abusivo de José antes de que sucedieran los crímenes.
Diane Vander Molen, prima de los condenados, señaló que en una oportunidad José obligó a que Lyle se sentara en la cocina y que él saltara, para luego atraparlo. “Cuando Lyle lo hizo, José retrocedió y le dejó caer al suelo, diciéndole que nunca se puede confiar en nadie”, indicó la mujer, consigna Variety.
Mientras tanto, la fiscal del primer juicio, Pamela Bozanich, aseguró que no había logrado hallar a una persona que pudiera decir cosas positivas del padre de los Menéndez, a excepción de su secretaria. “Todos los demás tenían historias horribles sobre él y sobre el monstruo que era. En mi opinión, la pérdida de José Menéndez fue una ventaja real para la humanidad”.
Los hermanos también recordaron el estilo de crianza abusivo que tenía su padre. “Para que él nos amara teníamos que ser dignos de ese amor, y a menudo eso significaba pasar por el dolor”, confesó Erik.
Los dibujos sobre el abuso y asesinatos
Uno de los momentos más duros del documental sucede cuando la Dra. Ann Burgess, experta en defensa, expuso los dibujos que le había solicitado a Erik para que ilustrara los episodios de abuso que sufrió por su padre y los crímenes. Según la experta, Erik le confesó que amaba a sus padres y que “10 segundos después de apretar el gatillo, se arrepintió de haberlos matado”.
El menor de los Menéndez hizo en total unos 14 dibujos. Algunos de ellos, según mostró en el documental, tenían frases como “Vuelve aquí, bastardo” y “No voy a dejar que vuelvas a tocar a mi hermano pequeño nunca más”.
Antes del tiroteo
En el primer juicio, Lyle y Erik testificaron que su padre, y en ocasiones su madre, abusaron sexualmente de ellos cuando eran niños. En una ocasión, José incluso amenazó a su hijo menor con un cuchillo.
Ahora, en el documental, Erik confesó otra situación que fue devastadora: su padre le impidió que asistiera a una universidad fuera de la ciudad. Eso fue un duro golpe para él, pues estaba seguro de que estudiar en otro lugar era el único camino para escapar de los abusos.
Luego de que Lyle y Kitty tuvieran una fuerte discusión, Erik se dio cuenta que tanto él como su hermano “estaban solos” y su madre no los apoyaría.
“Lyle, en ese momento, creía que nuestros padres podían matarnos”, señaló Erik. El día anterior a los crímenes compraron dos escopetas. El 20 de agosto, nuevamente tuvieron una pelea familiar y José le ordenó a Erik que esperara en una de las habitaciones. A esa altura los hermanos estaban seguros que sus padres planeaban asesinarlos.
“Lo único que tenía en la cabeza era que si mi mamá y mi papá salían de esa habitación antes de que yo llegara, iba a morir”, sentenció Erik.