Los padres saben qué rendimiento tiene su hijo si su promedio es cuatro o seis. La escala de notas de uno a siete, con la que se evalúa en el ámbito académico, es conocida por los adultos.
Pero ¿qué ocurre con los niños? Para aquel que inicia primero básico es un lenguaje desconocido. El paso de las evaluaciones de kínder al sistema de uno a siete los confunde. Estudios muestran que más que entusiasmarlos en su proceso de aprendizaje, logran todo lo contrario. Es por eso que el Liceo Experimental Manuel de Salas (LMS) eliminará las notas como medio de evaluación en la enseñanza básica inicial (primero básico).
El nuevo sistema es cualitativo y se enfoca en lo que el estudiante logró, lo que está por lograr y lo que no ha logrado. Utiliza rúbricas, registro de observaciones y listas de cotejo, para hacer el paso de la educación parvularia a la básica más enriquecedor.
María Correa, encargada del Proyecto de Primero Básico y de la Unidad Técnico Pedagógica del LMS, dice que responde a un nuevo diseño del proyecto educativo institucional, que se orienta a la innovación educativa.
El sistema se basa en niveles de logro. El nivel máximo es el "totalmente logrado", cuando los alumnos sobresalen en su desempeño, luego viene "logrado", cuando alcanzan los objetivos, le sigue "medianamente logrado", es decir, obtienen de manera parcial el aprendizaje, y "por lograr" cuando necesitan reforzar. "No se categoriza a los niños y se les da una retroalimentación a ellos y a los padres para que sepan qué están aprendiendo sus hijos", dice Correa.
Macarena Silva, investigadora del Centro de Investigación Avanzada en Educación de la U. de Chile (Ciae), dice que los niños muchas veces no entienden, a tan temprana edad, qué es, por ejemplo, sacarse un cinco. "Tienen que responder pruebas con lápiz y papel y les ponen notas donde unas se suponen son buenas y malas, y ellos no entienden"
El piloto comenzó en 2017 y hoy dos niveles tienen el sistema, primero y segundo básico. Correa señala que quieren implementarlo hasta cuarto básico, "pero sería un cambio de calificación gradual, no abrupto".
En los alumnos de segundo básico, agrega, ya se notan cambios. "Los niños vienen contentos, no están presionados, tampoco se los encasilla en una nota o desempeño y no tienen calendario de evaluaciones".
La nota, además limita el desarrollo de los talentos, dice Ruth Arce, directora de Pedagogía Media de la U. Diego Portales. "Si a un alumno le va muy bien en matemática, se asume que es bueno para matemática y los otros ramos se transforman en lo que 'no son buenos', todos esos talentos y capacidad de aprender se ve limitada, porque estás colocando nota como el premio".
Foco en el proceso
Evaluar con otro método, agrega Arce, logra poner foco en el aprendizaje y en el desarrollo de los alumnos. "Los niños pequeños aprenden de una perspectiva distinta a los grandes".
Carla Föster, académica de la Facultad de Educación de la U. Católica, indica que la principal presión de las notas viene desde los padres, que evalúan cuánto aprenden sus hijos a través de ellas. "Hablar de logro intermedio no les dice nada a los papás, pero decirle que se sacó un cinco los sitúa en un rango de aprendizaje aunque no sea real".
Para los padres implica un cambio y mirar el desempeño de sus hijos orientados al aprendizaje y valorar los procesos que hay entremedio, señala Silva.
"El papá va a tener que preguntarles a sus hijos 'qué aprendiste en vez de qué nota te sacaste'", dice Arce.
El proyecto también incluye alargar 15 minutos los recreos. "En kínder juegan mucho más y tienen recreos que pueden durar media hora o más, por eso en primero tienen dos recreos de 30 minutos", explica Correa.