Además del infinito amor que los padres y madres le dan a sus hijos, es muy común que, como muestra de cariño, también los elogien por los logros que van consiguiendo a medida que crecen, como haber sacado una buena nota en clases.
No obstante, la investigadora sobre crianza tóxica de la Universidad de Harvard, Jennifer Breheny Wallace, advirtió que los padres deben tener cuidado con los elogios para que sus hijos crezcan “seguros y exitosos”.
Y es que, después de haber realizado un análisis a más de 6.500 padres en todo Estados Unidos, Wallace encontró que elogiar a los niños por logros específicos puede hacerles mucho más daño que bien.
Qué debes evitar decirles a tus hijos, según una experta de Harvard
Según Wallace, quien también es periodista y autora del libro Never Enough —donde explora cómo enseñar a los hijos a esforzarse por la excelencia, sin perjudicarlos en el proceso— en lugar de resaltar los logros específicos, es mejor concentrarse en los rasgos del carácter de los hijos que lo ayudaron a lograr el éxito.
“Notar las fortalezas del otro y reconocerlas hace que la persona sienta que importa”, aseguró la experta a CNBC.
Después de entrevistar a un grupo de psicólogos infantiles y encuestar a 6.500 padres en Estados Unidos, Wallace encontró que destacar la honestidad, creatividad y otros atributos positivos en los niños los ayudaba a crecer de manera emocionalmente saludable y a ser “más fuertes y más maduros”.
Este enfoque trata de ver qué es lo intrínsecamente valioso en ellos, lo que “no tiene nada que ver con los logros externos”, enfatizó la investigadora.
Y es que los elogios por logros específicos pueden aumentar la presión y el estrés en niños y adolescentes, quienes pueden sentir que tener buenas calificaciones o ganar una competencia es lo único que pueden hacer para recibir el reconocimiento de sus padres.
Por ello, es importante reconocer las fortalezas a viva voz de los niños. De esta manera, pueden entender que “sus padres los valoran por lo que son, no solo por sus logros”.
En el análisis, los niños que recibían esta retroalimentación de sus padres solían generar más confianza para asumir proyectos desafiantes, sin temer al fracaso y teniendo la capacidad de recuperarse cuando fallan.