Groote Eylandt, la cuarta isla más grande de Australia, es tierra de leyendas. Una de esas historias, transmitida de generación en generación por los pueblos que arribaron a esa zona hace más de 50 mil años, narra el origen de un par de fulgores que iluminan el cielo nocturno del Hemisferio Sur. El mito dice que son dos brillantes fogatas que cobijan a una pareja de ancianos llamados Jukara. Él vive en torno al fuego más grande y ella lo hace cerca del más pequeño, pero son tan viejos que no pueden alimentarse por sí mismos. Por eso, otras entidades más jóvenes les llevan brillantes "peces" o astros para que los Jukara los cocinen.
Los aborígenes australianos no fueron los únicos que trataron de interpretar estas luminosas formaciones. Los maoríes de Nueva Zelanda las conocen como te reporepo y las variaciones en su brillo servían para predecir la fuerza de los vientos. Y en Sri Lanka, los pueblos locales les decían maha mera paruwathaya o la "gran montaña", por su similitud con las cimas de una gran cordillera. Estas y otras culturas del lado más austral del mundo fueron testigos exclusivos de este fenómeno durante miles de años, hasta que la primera circunnavegación de la historia se encargó de presentárselo al resto del mundo.
El responsable fue el astrónomo y cartógrafo italiano Antonio Pigafetta, miembro de la famosa expedición que el portugués Hernando de Magallanes inició en 1519. Fue él quien describió las fogatas de los Jukara como cúmulos de estrellas. Siglos de observaciones continuas confirmaron que las formaciones son en realidad dos galaxias enanas que orbitan la Vía Láctea que alberga a la Tierra y que están compuestas por millones de astros. "Es una historia muy bonita. Durante su viaje, que ahora va a cumplir 500 años, Magallanes escribió en su bitácora 'hay dos nubes que nos acompañan todas las noches'. Ambas formaciones son conocidas hoy como las nubes de Magallanes, dos galaxias satélites de la nuestra y que en ciertos lugares del Hemisferio Sur, que poseen la oscuridad necesaria, son visibles perfectamente a ojos desnudos", explica el físico Miguel Roth.
El investigador de 73 años habla desde la experiencia. Su interés en los instrumentos astronómicos lo llevó a estudiar materias como la evolución de las estrellas y a liderar varios proyectos de observación. Precisamente, hoy es representante en Chile de una instalación que está en plena construcción y que pretende expandir el legado del viaje liderado por el explorador portugués. Se trata del Telescopio Gigante de Magallanes (GMTO), que será el observatorio óptico más grande del planeta y tendrá una resolución 10 veces mayor que la del famoso telescopio espacial Hubble. Tal como señala el sitio web del proyecto, cuyo costo será de mil millones de dólares, al igual que el navegante europeo el instrumento "zarpará hacia lo desconocido, en busca de nuevos mundos".
"El telescopio no está en la región de Magallanes, como la gente piensa cuando escucha su nombre. Las personas suelen preguntar cómo se va a instalar algo de este tipo en Punta Arenas, pero no es así", aclara Roth entre risas. En realidad, el GMTO -impulsado principalmente por un consorcio de universidades estadounidenses- se empezó a construir el 2015 en la zona del Observatorio Las Campanas, bajo los prístinos cielos de la región de Atacama y donde también funcionan otros dos instrumentos más pequeños, inaugurados a comienzos de 2000 y conocidos como Telescopios Magallanes. Cuando esté terminado, el nuevo observatorio tendrá siete espejos de 8,4 metros de diámetro organizados como si fueran las hojas de un trébol.
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Miguel Roth, representante en Chile del GMTO. (Crédito: Roberto Candia)[/caption]
Los espejos de 20 toneladas cada uno trabajarán como si fueran uno solo y podrán captar más luz que cualquier otro telescopio construido hasta la fecha. Esto permitirá que el GMTO estudie con un nivel de detalle nunca visto el surgimiento de los primeros agujeros negros que aparecieron tras el gran Big Bang, la formación de los elementos químicos, la influencia de la materia oscura en la evolución del cosmos y los exoplanetas que orbitan en torno a otras estrellas.
Los exoplanetas, de los cuales ya se han descubierto cerca de 3.800, conforman una de las principales obsesiones de los encargados del GMTO. El futuro telescopio, que empezaría a operar en 2027, no sólo permitirá detectar exoplanetas rocosos a distancias 2,5 veces más lejanas que las alcanzadas por otros observatorios instalados en superficie. Incluso podría captar el próximo santo grial en términos de imágenes cósmicas, tras la reciente obtención del primer registro de un agujero negro: una foto directa de algún planeta a años luz de la Tierra y, quizás, registros de gases y otros indicios de vida.
-¿Qué impacto va a tener esa observación?
-Eso va a ser un descubrimiento total, porque hasta hoy sólo suponemos que puede haber vida en otra parte, en cualquier forma, ya sean bacterias o microorganismos... hombrecitos verdes tal vez no. Lo primero que hará el telescopio es detectar actividad biológica en la atmósfera de alguno de estos planetas. Si eso ocurre, sería un hito al nivel de lo que hizo Galileo cuando apuntó su telescopio a Júpiter y vio que no todo giraba en torno de la Tierra. Fue una revolución y esto también lo será. Pienso que hay vida en otra parte, pero no tengo evidencia a favor ni en contra. Aun así, creo que no somos los únicos. ¿Por qué habríamos de serlo? Ha pasado tanto tiempo y existen tantas posibilidades de que la química y la física trabajen juntas .Si aquí produjeron vida, también pudo ocurrir en otra parte.
Misterios del cosmos
Roth, que nació en Argentina y estudió Física en la Universidad de Chile, plantea que tal como ha ocurrido varias veces a lo largo de la historia de la astronomía, el GMT promete develar secretos que hoy ni siquiera se imaginan. Un ejemplo ocurrió hace apenas cien años, cuando los científicos creían que la Vía Láctea que alberga a la Tierra era todo lo que existía en el universo. Fue en la década de 1920 cuando Edwin Hubble apuntó su telescopio del Monte Wilson y estableció que había otras galaxias y que el cosmos era mucho más complejo de lo que se suponía.
"Cada vez que el ser humano multiplica su capacidad de observar por un factor de 10 aparecen cosas que no se sospechaban y modifican la concepción del universo. Con el GMTO es muy posible que detectemos algo que no cabe en ninguna teoría. Eso ocurrió con la radioastronomía. La radiación de fondo cósmico –un remanente de los albores del cosmos- fue descubierta al azar en los laboratorios de Bell Labs, donde intentaban mejorar un sistema de comunicación. La primera observación de los cuásares –los objetos más brillantes del universo conocido- fue igual de sorprendente. Todos dijeron '¿Qué es esto?'. Ese es el tipo de cosas que esperamos hallar", afirma Roth.
-¿EL GMTO podría captar algo tan impactante como la reciente imagen de un agujero negro?
-En realidad, la imagen que se vio no es tan sorprendente. Lo habría sido si el agujero fuera rosado con pintitas azules. Es una confirmación de una serie de teorías y, efectivamente, fue lo que se esperaba. Sin embargo, todavía hay detalles en torno a los agujeros negros que siguen siendo misteriosos. ¿Cómo se forman? Es sorprendente que hayan comenzado a surgir poco tiempo después del Big Bang, porque eso quiere decir que las estrellas empezaron a conformarse muy luego. Posteriormente, algunas evolucionaron hasta volverse muy masivas, explotaron como supernovas y finalmente dieron origen a los agujeros negros.
-¿Cómo va a influir la contaminación lumínica de las ciudades en los telescopios que buscan esas respuestas?
- Chile reúne hoy el 50 por ciento de la capacidad de observación del ser humano. Hacia el final de la próxima década vamos a tener cerca del 70 por ciento. Hoy el país es el ombligo de la astronomía mundial. Sería terrible que si la contaminación lumínica no se controla, Chile perdiera este lugar tan privilegiado, porque si bien hay otros lugares del mundo apropiados para las observaciones, no existe ninguno igual a éste. Aun así nuestra capacidad para echarlo a perder es altísima. Es algo que estamos trabajando junto al gobierno y otros observatorios; espero nos vaya bien. La intención es frenar este problema y mantenerlo a un nivel que sea amigable para todos. No estamos tratando de decir "apaguemos la luz", sino que iluminemos bien, no con luminarias que son perjudiciales para el ser humano, la flora, la fauna y la economía, en términos del turismo astronómico.
Futuros científicos
El investigador cuenta que sus estudios científicos y su labor como antiguo director del Observatorio Las Campanas y actual representante del GMTO en Chile no habría sido posible sin la presencia de un maestro a seguir: "En el liceo tuve una profesora de Física terrible durante dos años. Ella me odiaba y yo la odiaba a ella, pero en el último año me tocó un profesor que me abrió los ojos. Hasta entonces nos habíamos enfocado en temas como las palancas y la gravedad, cosas importantes pero que eran presentadas de manera muy árida. Pero a este profesor enseñaba física atómica y eso me fascinó".
-¿No saber enseñar o difundir la ciencia es habitual?
-Suele suceder en las aulas. Pasa lo mismo con las matemáticas. Cuando la gente dice "Nooo… yo no sirvo para las matemáticas", eso es mentira. Todos servimos para las matemáticas. Lo que pasa es que nos meten miedo, porque nos explican de una manera en que todo es un misterio, un enigma. Si tienes la suerte de que te toca un buen profesor de matemáticas, los números sí te pueden cautivar.
Por ese motivo, en paralelo a la construcción del GMTO el científico también supervisa varias iniciativas de divulgación. Un ejemplo es el planetario móvil instalado a mediados del año pasado junto a la Fundación Eco Science en la región del Maule y "Universo con todos los sentidos", un sistema solar a escala que se instaló en el reciente Festival Puerto de Ideas que se hizo en Antofagasta. "La idea es que todo tipo de personas, incluso los ciegos, pudieran tocar y dimensionar las escalas del sistema solar. El mensaje de esa iniciativa y del planetario móvil es el de la inclusión, basada en experimentos sencillos que abran la mente de los chicos a la ciencia y les ayuden a entender cosas muy básicas. Quizás alguno de ellos termine trabajando en algún observatorio como astrónomo, ingeniero o técnico", indica Roth.
Hoy Roth confiesa que debería estar jubilado, porque si bien "el motor está más o menos bien, el chasis ya siente los años". Sin embargo, el gran anhelo que lo motiva para seguir es ver terminada la estructura de 22 pisos que albergará al GMTO y que tendrá una gran gracia: será una construcción giratoria para facilitar las observaciones. "Cada vez que voy a la oficina central que tenemos en Las Condes y veo esos grandes edificios, me imagino el GMTO y me digo 'Qué cosas hacemos'", concluye.