Cuando María José Cumplido era chica, su abuelo no le leía cuentos infantiles como La Caperucita Roja. En vez de eso le incentivaba la lectura de gruesas novelas históricas. Fue él, un abogado liberal de nombre Jorge Baeza, quien le regaló sus primeros libros de Virginia Woolf, la escritora británica nacida hace 136 años que es un símbolo del feminismo. "Lo hizo por lo que representa Virginia Woolf en la sociedad inglesa como intelectual más que por el feminismo", dice ella.
Esta historiadora de 29 años que trabaja como editora de contenidos en Memoria Chilena, el sitio web de la Biblioteca Nacional, prefería esos libros pesados y de infinitas páginas a la lista que le exigía el colegio. Recuerda en particular la novela Corazón, de Edmundo de Amicis, que en los 80 fue adaptada como un clásico dibujo animado. "Yo no enganchaba con el exceso de dramatismo de la historia del niño huérfano de la onda de Marco. Quizás lo encontraba irreal o tan dramático que no lo podía soportar. Ese exceso de drama a los 14 años, en plena adolescencia, donde todo es terrible, era más terrible todavía. Un horror".
Leer era su pasión y su panorama. "No era tan perna y desde los 15 salía un montón", dice, pero tampoco tenía ningún complejo con quedarse un sábado en la noche en la casa leyendo en vez del carrete. Aunque era introvertida, pasaba por rebelde en el colegio Las Ursulinas, que describe como "super de derecha, superconservador y superreglúo". Rebelde, según ella, porque opinaba mucho, leía a Virginia Woolf y tenía ideas que chocaban con lo que el colegio veía con buenos ojos. "Era como una oveja descarriada, pero con un descarrío bien perno".
Su devoción por la literatura histórica la encaminó a estudiar Historia y si alguna vez pensó en derecho, su abuelo abogado le recomendó que desechara esa idea: "Es muy aburrido", le dijo. En su trabajo se dio cuenta de que hay pocos libros de divulgación de historiadores y menos que hablen de mujeres, porque la mayoría son escritos por hombres que hablan sobre otros hombres.
Por eso le interesó siempre la divulgación. "Los historiadores tenemos una deuda con la divulgación, pero no nos enseñan a escribir bien, de hecho escribimos muy mal. No sabemos nada de las reglas, de acentuación... terrible. Es algo que tenemos que ir aprendiendo para comunicar bien ideas".
¿Por qué existe esa deuda?
Hay historiadores a los que no les interesa. Otros todavía no saben hacerlo, porque escribir bien requiere de mucha práctica y saber muchas cosas. Y también pasa que hay muchos que viven el régimen de profesor taxi, a honorarios, que trabajan en cuatro universidades a la vez y no les da el tiempo para dedicarse a la divulgación.
Nosotras
Hace unos días, cuando falleció Margot Duhalde, pionera de la aviación femenina chilena, varios lectores reconocieron en redes sociales que la conocieron por el libro Chilenas, que María José lanzó hace un par de meses y que está presentando en distintas ciudades. En él cuenta la historia de 10 mujeres relevantes para el país.
El libro parte con una frase del libro Una habitación propia, de Virginia Woolf: "¿Tenéis alguna noción de cuántos libros se escriben al año sobre las mujeres? ¿Tenéis alguna noción de cuántos están escritos por hombres? ¿Os dais cuenta de que sois quizás el animal más discutido del universo?". Dice ella: "La puse para marcar que este libro no iba a hablar de hombres, sino de mujeres y de la historia de las mujeres, que es muy distinta a la de ellos". Las elegidas para ese fin fueron María Antonia Palacios, Javiera Carrera, la sargento Candelaria, Martina Barros Borgoño, Eloísa Díaz, Inés Echeverría, Esther Valdés, Elena Caffarena, Gladys Marín y Margot Duhalde.
Explica la autora: "Todas son parte de nuestro pasado como mujeres. Si me pregunto qué derechos o libertades tengo hoy en día, la respuesta es que puedo ir a votar gracias a Elena Caffarena, puedo juntarme en el espacio público con amigas y aparece Inés Echeverría, tengo libertades porque se acabó la dictadura y está Gladys Marín. Entonces todas tienen que ver con nuestra historia hoy y gracias a ellas somos lo que somos".
En la selección también buscó a mujeres que fueran distintas entre sí, para representar la diversidad. "Lo más fácil es escribir de mujeres de la élite porque en general ellas escriben sobre ellas o lo hacen sus amigos, entonces era importante rescatar mujeres de las que no se sabe mucho. Por ejemplo, en la colonia, en vez de la Quintrala, que es la más conocida, puse a María Antonia Palacios, que es una esclava negra".
Sobre su interés por ella, agrega: "Durante todo el siglo XIX los historiadores decían que a Chile no habían llegado los negros, que era una estrategia para negar las raíces negras con esta idea de que Chile es el país más blanco de Sudamérica". Palacios fue compositora y es autora del único libro de partituras que se conserva de la Colonia. "Su libro nos permite conocer qué sonaba en la colonia y entender el pasado desde el arte, no sólo desde lo político. Que fuera escrito por una esclava y que ella nos haya heredado este conocimiento me parece increíble y una forma de entender que Chile es racialmente diverso".
En el capítulo dedicado a Javiera Carrera, la historiadora explica que en esa época las mujeres debían, literalmente, "encerrarse en sus casas y cuidar de sus familias, educar a las hijas y ocuparse de las enfermedades y la alimentación familiar, junto con llevar una vida piadosa según lo dictado por la sociedad".
Dos siglos después hay mujeres que eligen esa vida. ¿Qué te pasa con eso?
Yo soy liberal y creo que uno tiene que pelear porque la gente pueda escoger qué vida quiere. Si decides vivir conscientemente dentro de tu casa con siete hijos, me parece fantástico. Es distinto cuando te quieren imponer que estar adentro de tu casa es la vida que debes tener.
¿Conoces a mujeres así?
Claro que sí... salí de las Ursulinas.
¿Crees que ellas tienen esa reflexión?
Al menos en mi generación, sí, pero no sé si todas. También soy consciente de que el machismo de este hombre al que no le gusta que su mujer trabaje existe en la sociedad y hay que trabajar en cultura y políticas públicas para que no haya ninguna coerción a la vida que quieres tomar.
¿Cuáles son los desafíos del feminismo hoy?
Desde que deje de haber femicidios y violencia en el pololeo hasta cosas más prácticas y que son importantes, como la desigualdad en los salarios, la discriminación en el sistema de salud o en el de pensiones. Todo lo que no permite el desarrollo en igualdad es un desafío del feminismo.
¿Hay un feminismo que busca igualdad y otro que mira a las mujeres como débiles, tipo Hollywood?
El pensamiento feminista busca la igualdad entre hombres y mujeres en todos los aspectos, no sólo en el económico, porque si gano lo mismo que tú, pero me sacas la cresta, no voy a tener libertad. Yo creo que esa búsqueda tiene que ser supercriteriosa. Como pasa con cualquier idea, la falta de criterio la ensucia, en el sentido de que sobregira la conversación. En los casos del #MeToo el punto central es que las mujeres viven constantemente en una cultura que permite el abuso y los canales de justicia no existen.
¿Hay matices en el feminismo?
Creo que sí. Lo que pasa es que en Chile el debate, y no sólo del feminismo, está muy sobregirado porque hay pocos puntos de vista. Un día todos dicen A, el otro todos dicen B, pero obviamente hay gente que dice C o Z y no está representada o una no la está leyendo.
¿En qué temas la mujer no ha logrado avanzar?
Falta crear condiciones para que las mujeres estén representadas en igualdad en política, columnas de opinión, ideas, paneles, etc. Las mujeres no son dos gatos, son la mitad de la población y están subrepresentadas. Nos estamos perdiendo todas esas miradas.
¿Qué te parece Isabel Plá, la nueva ministra de la Mujer?
Me parece que ella no representa los valores universales del feminismo. Es una mujer conservadora que está en contra del aborto, creo que está en contra de la filiación y del matrimonio igualitario, y puede ser un retroceso para lo que se ha ido conquistando.
¿Tiene que ser necesariamente feminista la ministra de la Mujer?
Creo que tiene que ser feminista en la medida en que es necesario buscar la igualdad entre hombres y mujeres, porque una ya sabe que hay una desigualdad desde caminar tranquila por la calle, que no te maten, que no te peguen, hasta ganar el mismo sueldo o estar representada en ciertos espacios. Entonces una mujer conservadora me provoca mucho resquemor.
Un encuentro mundial
María José salió del clóset públicamente a los 19 años cuando egresó del colegio. Un día recibió en su correo una invitación para participar en una liga de fútbol de ex alumnas de las Ursulinas. Entonces junto a una amiga se les ocurrió una idea: si el fútbol no las convocaba, ¿por qué no su lesbianismo? Así crearon el "Primer encuentro mundial de lesbianas ursulinas", más conocido como "Ursulelas", para ver qué pasaba. Llegaron unas 10 ex compañeras de colegio y hablaron de cómo vivieron con ese secreto que cada una llevaba dentro y cómo después del colegio sus vidas cambiaron.
"Todas salieron del clóset después de salir del colegio porque no existía el espacio, era algo superprohibido, superterrible, porque lo que hacía esta elite era convencerte de que era una enfermedad que se te iba a pasar", dice y agrega: "Era terrible. Llevaba 14 años luchando contra eso. Repitiéndome: se me va a pasar, se me va a pasar..."
¿Lo pasaste mal?
En el colegio era un secreto terrible, pero no tengo recuerdos de haber sufrido, era una cosa que trataba de tapar siempre, entonces no estaba presente.
Una vez dijiste que si no hubiesen salido los cuicos gays no habría leyes a su favor. ¿Sigues pensando eso?
Igual está fuera de contexto, porque lo que dije es que el país es tan clasista que cuando no lo dice Luis Larraín como que no se toma en serio. Luis, Pablo (Simonetti) y Fundación Iguales han trabajado un montón, pero hay que hacerse cargo de que hay un factor de clase que tiene más prensa y más presencia. Si no fuera de las Ursulinas, Ursulelas no habría salido en ningún diario.
¿Eres una lesbiana cuica?
Sí.
¿Qué te pasa con eso?
Más que cuica, soy privilegiada porque mis papás pudieron pagar mi educación, vivo en un barrio donde si salgo a la calle sé que no me van a pegar por ser lesbiana, y me pasa que siempre ha sido muy importante cuestionar los privilegios y pensar cómo desde ellos tenemos que trabajar para la igualdad. Hoy tengo más herramientas porque alguien invirtió en mí, no porque sea talentosa necesariamente, hay mil personas más talentosas que no llegaron a esos espacios. Y eso me parece injusto.
¿Cambia tu círculo cuando sales del clóset?
Te empiezas a juntar con gente gay, más liberal, que su rollo no es hacer plata y ser ingeniero comercial, al que las políticas públicas le afectan, como el hecho de que los hijos de parejas gays o lesbianas no estén reconocidos. Ves muy de cerca cuando echan a las personas por ser gays o cuando no pueden encontrar trabajo, o la violencia hacia los trans. Entonces estás mucho más consciente de lo que implica no tener un Estado que no asegure calidad de vida a la gente. Y lo encuentro terrible.
¿Te aburrió el carrete hetero?
No, para nada. La mayoría de mis amigos son heteros. Me aburrió el carrete muy cuico, como del colegio.
¿Cómo es el carrete cuico?
Frívolo. Despolitizado. Hay poca diversidad de personas y de ideas. Hay poca discusión. Algo le pasa a la elite que está muy frívola. Es negocios, crecimiento y chao. No tiene discusiones más interesantes, como derechos sociales o cómo hacemos un país más justo o más igualitario, cómo generamos un país que crezca y a la vez dé garantías sociales.