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El departamento donde vive la actriz y escritora Mónica Echeverría tiene un patio lleno de plantas en el que sólo se escucha caer el agua de una pequeña pileta. Al lado, una mesa donde el sol llega en las mañanas. En su escritorio, a un costado de su habitación, abundan los textos, las revistas, los diarios del día. Y al frente, una biblioteca repleta de libros actuales y antiguos, que ocupan una pared completa. El lugar no es un museo, sino todo lo contrario. Es la casa de una persona que, pese a estar a tres de cumplir un siglo, se renueva año a año. Leer todos esos libros, disfrutar todos esos espacios, dice ella, ha sido la clave para mantenerse activa.
Echeverría fundó el Teatro Ictus, fue parte activa de la resistencia contra Augusto Pinochet, ha escrito diez libros -incluido el polémico Háganme callar (2016)- y hoy prepara uno nuevo, que saldrá en un mes. "Es un libro sobre mujeres, feminismo y política", dice. Los temas que desde siempre le han volado la cabeza.
-¿Cómo se relaciona con los temas de interés público?
-Activamente. Trato de estar al tanto, de leer todo. Si no hiciera eso, estaría fuera y no podría escribir a mis 97 años. No estoy perdida. Tengo las cosas y mis juicios claros, como que la memoria de un país no se puede borrar. Ahí están los hechos de muchos años de dictadura y de todo lo que sucedió. Hay detenidos desaparecidos y ejecutados. Eso no deberá ni siquiera ser motivo de discusión. Los horrores de la dictadura no deberían relativizarse nunca. Está tan vigente como lo está el que las mujeres tenemos que tomar un papel más relevante y más activo en sociedad.
-¿Qué análisis hace del rol de la mujer en la política hoy? Es un tema que ha avanzado respecto al Chile en el que usted vivió hace 70 años.
-Es impresionante que todavía nos tienen marginadas. No como antes, claro, el mundo ha evolucionado, pero sí seguimos bastante marginadas. Se nota en las representaciones en las universidades, en los tribunales, entre senadores y diputados. Tenemos mucho que decir y hablar todavía. Por eso es importante que mujeres que hoy demuestran su fuerza indiquen que la fuerza también se tiene que transformar en votos, en representaciones, en puestos ejecutivos e importantes. Aún quedan bastantes pasos para que estemos equiparadas con los hombres. Esta lucha la encuentro muy interesante, y creo que ha llegado un muy buen momento porque se está sintiendo.
-¿Es este el mejor momento para las mujeres en trato, política y oportunidades?
-Ha sido un proceso tan largo. Creo que quedar marginadas en la lucha política durante tantos años y mudas, sin representaciones, ha tenido un costo. Hemos avanzado porque hoy estamos con voz, pero estamos sin poder.
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-Va a lanzar otro libro en un mes. ¿Tiene esta temática de género que ha seguido tan de cerca?
-Así es. A través de él quiero decirles a las mujeres que la lucha está sólo en la mitad y que nos falta otra mitad que ganar. Será un libro fuerte que toma la carencia de la mujer en diferentes etapas históricas de la vida política de este país, destacando que las mujeres no sólo pueden hablar de política, sino que pueden hablar de otras cosas también. Sabemos tanto y somos tan potentes como los hombres.
-Bueno, tiene mucho que ver con su propia historia, con su último libro Háganme callar y con la historia que usted y otras mujeres forjaron en dictadura, ¿no?
-Soy feminista desde antes que se hablara de feminismo. ¿Y sabes? Creo que le estoy dando un aviso a la Iglesia con este libro. La crisis de la Iglesia hoy es, en parte, por haber suprimido a la mujer de la dirección.
-¿A qué se refiere?
-Es algo que se da hoy a nivel mundial: ha faltado la imposición del mundo de la mujer dentro de la Iglesia católica y hoy está pagando las consecuencias de eso. Van a tener que abrirse, aunque no lo hicieron a tiempo. El tema no es cuestión de que pasen a recibir la comunión, y listo. No. Las mujeres ya deberían tener el derecho a dirigir la misa.
-Es un tema que ha estado fuera del debate más duro sobre feminismo, me parece.
-Lo mismo creo, aunque eso nadie se atreve a decirlo. También me llama la atención que las feministas no han tomado este tema. Y no es menor.
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Teatro era lo que Mónica Echeverría pensaba cuando entró a la universidad. Pero se matriculó en Pedagogía, incluso pensando que le sería más útil Medicina, "pero en ese tiempo era muy mal visto que las mujeres estudiaran eso porque iban a tener que ver gente desnuda", recuerda. Por lo mismo, la definición de un movimiento del que no se hablaba en Chile en esa época, para ella llegó como algo natural: "Feminista soy desde que nací". Esas divisiones para hombres y para mujeres sin tener que ver la capacidad de cada uno, la enojaban. "Muy tarde nos metimos en esta lucha", dice.
-¿Cuándo entró de lleno a darse cuenta que tenía que tomar el guante la lucha de género?
-Yo, de siempre, pero durante la dictadura las mujeres jugaron un papel muy importante, porque los hombres estaban detenidos o estaban proscritos y eran los grandes peligrosos. Ahí comenzamos nosotras a meternos. Clotario Blest se dio cuenta de eso y aceptó que las mujeres comenzaran a participar en los sindicatos. Fueron ellas las que tomaron la dirección de las poblaciones. La dictadura les abrió un campo a las mujeres que ellas coparon con la disidencia.
En los 70, después del golpe, partieron unas pocas y terminaron siendo miles las que bajo el nombre de "Mujeres por la vida" salieron a la calle como oposición a Augusto Pinochet. Una de las que organizaba, salía a las calles y pintaba lienzos era Mónica Echeverría. "Esa parte de mi historia cobra total sentido ahora, cuando veo a jóvenes marchar y salir a las calles. Verlas me apasiona", dice.
-¿Qué mujer cree que ejerce hoy un liderazgo que pueda prosperar en el futuro?
-Estoy muy pendiente, y creo que hay muchas, pero si tengo que dar un solo nombre sería el de Camila Vallejo. Ella hizo un trabajo increíble desde la dirigencia universitaria. Aunque admiro a todas las que están saliendo a la calle hoy.
-¿Escribir es para usted una manera de ser activista?
-Por supuesto, pero también me gusta ver, después de todo lo que he vivido, que las nuevas generaciones están más metidas que nunca en esta lucha. Lo que mi generación hizo fue dar el "vamos", el resto tienen que hacerlo las jóvenes. Me parece estupendo lo que están haciendo. Por lo demás, las que tienen poder están demostrando que lo están haciendo muy bien. Están tan preparadas.
-Tiene 97 años, está muy metida en temas de actualidad y va a sacar un nuevo libro. ¿Cuál es el estímulo que la mantiene activa?
-El estar metida. Hice clases muchos años. Soy profesora y eso me sirvió mucho. Me ayudó a conocer otra generación. Me gusta escuchar a la gente joven. Después pertenecí a los grupos que lucharon por la dictadura donde hicimos cosas bastante fuertes e interesantes. Luego escribí libros. En ellos, la mayoría de mis personajes son mujeres. Es simplemente que me mantengo pendiente del ahora y el hoy. Y si tengo que elegir, mi mayor placer hoy es ver lo que están haciendo las feministas en el mundo y, sobre todo, en Chile. Cada vez somos más.T
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