En las frías aguas que bañan el centro y sur de Chile habita un pequeño cetáceo endémico, el delfín chileno, expuesto a crecientes riesgos derivados de la actividad industrial y la contaminación a los que ahora se suma una nueva amenaza: la gripe aviar.
Llamado también Tonina Negra, es uno de los cetáceos más pequeños del mundo y su reducida población tiene una distribución restringida en ese tramo de la costa chilena, en bahías a las que también tienen acceso los humanos y las actividades industriales vinculadas al mar, como concesiones para cultivos marinos o extracción de algas, por ejemplo.
“Tenemos un solapamiento de espacios entre el humano y el delfín chileno y sabiendo esto, aún más, tenemos que proteger y cuidar esta especie que es una especie única (...) muy frágil porque son muy pocos individuos los que nos van quedando”, dijo el académico y médico veterinario, Cayetano Espinosa.
El profesional integra el centro de estudios Yaqu Pacha sobre ecosistemas marinos.
“El delfín chileno está desapareciendo”
Con una larga costa en el Océano Pacífico, Chile es uno de los grandes exportadores mundiales de pesca y de cultivos acuáticos, entre ellos del salmón y moluscos.
José Luis Brito, curador del museo histórico natural del puerto de San Antonio, el principal terminal marítimo del país, cuenta que recibe constante información de delfines varados en las playas, a veces enredados en las redes de forma incidental y otras también muertos por contaminación al consumir plástico u otros productos.
“El delfín chileno está desapareciendo alarmantemente y cada vez es más difícil verlo en la costa”, alertó.