Cada vez que alguien me pregunta por qué he enfocado mi carrera hacia la promoción internacional del país, yo respondo que es porque mi vida ha sido un gran viaje, donde el motor ha sido ir siempre más allá de las fronteras. Mi primera travesía, en este sentido, fue cuando dejé los paisajes excepcionales de mi ciudad natal, Coyhaique, para llegar a Santiago y cursar Ingeniería Civil Industrial en la Universidad de Chile, convirtiéndome en la única estudiante de mi región de la clase.
Luego de esa etapa los desafíos no han cesado y me han llevado a ser hoy una convencida de que con esfuerzo, perseverancia y perfeccionamiento continuo, crecer y validarse en el mundo laboral, siendo hombre o mujer, es posible. Y es que la preparación profesional, ser más o menos proactivo, creativo, hábil en finanzas u otra especialidad, no es patrimonio exclusivo de un género. Por lo tanto, siempre planteo que las herramientas para llegar a una posición de mayor liderazgo se vinculan más a una actitud frente a la vida y a la manera de afrontar los retos que ésta presenta.
Hoy trabajo en el tema que más me apasiona: promover la imagen de mi país en el extranjero, relevando especialmente el rol y aporte de las regiones, pues ellas grafican uno de los principales atributos de la Marca Chile, su diversidad. Desde esta posición, he conocido la fuerza emprendedora de la mujer chilena y he podido compartir con muchas que cuentan con amplio potencial y sólo tienen miedo de atreverse. En esos momentos, cuando ellas creen necesitar claves o herramientas más técnicas, yo refuerzo algo muy sencillo. Sin importar el camino que uno tome y el destino al que quiera llegar, el comienzo es siempre el mismo: debemos creer en nosotras mismas, pues lo más importante para convertirse en una gran líder es tener la convicción de que una puede serlo. Esto implica saber cuáles son tus fortalezas y debilidades, reforzando las primeras y velando por compensar las segundas, con progreso personal y también con las habilidades presentes en tus equipos.
Sin duda, Chile mantiene brechas en término de igualdad y acceso a oportunidades para hombres y mujeres. No obstante, de manera paulatina se están rompiendo prejuicios y barreras de entrada, instalándose la idea de que la inclusión femenina implica beneficios concretos y tangibles en términos de crecimiento y productividad.
Nuevas políticas públicas ayudarán a seguir avanzando en esta senda. Sin embargo, en paralelo, somos nosotras, las mujeres, las que debemos tomar un papel más activo. Compartir nuestra experiencia, fortalecer redes de contacto, ser consecuentes, trabajar en colaboración y acompañar a quienes se encuentran en etapas más tempranas, son aspectos determinantes para que todas nos potenciemos, digamos "sí, se puede" y hagamos de Chile un país mejor.
*Directora ejecutiva de Imagen de Chile