En junio de este año la Organización Mundial de la Salud (OMS) realizó un importante anunció al señalar que la incongruencia de género ya no formará parte del capítulo de las enfermedades mentales, clasificación en la que estuvo por décadas. El organismo precisó sin embargo, que entraba a la categoría de disfunciones sexuales, para asegurar la atención de las personas trans y el acceso a los tratamientos de adecuación de sexo.

Michael First, siquiatra clínico de la U. de Columbia (EE.UU.) y consultor OMS que participó en el proceso, señaló en junio a La Tercera que "el cambio fue hecho porque la incongruencia de género no es una enfermedad mental. Se modificó porque su antigua clasificación generaba un gran estigma".

Organizaciones LGBTI destacaron la medida como un paso relevante para otros cambios que permitan combatir la patologización que existe sobre lo trans.  Por eso, luego de que se fijara para la primera semana de septiembre la votación del informe de la comisión mixta del proyecto de ley de identidad de género, no entienden que se haya eliminado durante la discusión legislativa el derecho a acceder a intervenciones quirúrgicas y a los tratamientos hormonales con solo el consentimiento informado, sin necesidad de obtener ningún tipo de autorización.

Actualmente el reglamento del Ministerio de Salud (Minsal) contempla que las intervenciones para lograr la comodidad con el género necesitan una evaluación inicial de psicoterapia, consejería y confirmación de criterios de elegibilidad.

Constanza Valdés, licenciada en derecho y consultora en materia de identidad de género, señala que si una persona trans busca acceder e iniciar un tratamiento hormonal, los servicios de salud piden una evaluación multidisciplinaria que incluye la evaluación psiquiátrica. Sin embargo, agrega, esa exigencia solo aplica para personas trans, "pero no ocurre de la misma forma cuando un hombre o mujer desea iniciar un tratamiento, ya sea, por ejemplo por menopausia o por cualquier tratamiento que implique hormonas sexuales".

El Minsal considera que las intervenciones para lograr la "comodidad con el género" y maximizar el bienestar psicológico de las personas trans, consideran una evaluación inicial, psicoterapia, consejería y confirmación de criterios de elegibilidad y disposición. Todos ellos son necesarios previos a la adecuación corporal hormonal, que es la prescripción y control de terapias de femininización o masculinización, como la adecuación corporal quirúrgica, la remodelación pectoral o la histerectomía, entre otros procedimientos.

Y si bien en algunos hospitales públicos no se piden esos antecedentes, como ocurre en el Hospital Sotero del Río, en otros sí lo hacen con el objeto de "evitar una apresurada toma de decisiones que conlleven a resultados que podrían ser desfavorables e incluso irreversibles", como detalla una sentencia de este año en que el Hospital Barros Luco Trudeau, que condicionó el tratamiento a esas diligencias previas.

Patologización

Si la OMS señaló que ya no es una enfermedad el ser trans, el paso siguiente sería poder acceder a esos tratamientos de manera fácil, señala la académica de Trabajo Social de la Universidad de Chile, investigadora Fondecyt y experta en diversidad sexual Caterine Galaz. "Pero lo que pasa que Chile es un país muy legalista. La base del proyecto es proteger la identidad de género y eso parte por reconocerla como un derecho humano, como una vivencia interna e individual, por lo tanto se debiera resguardar ciertos principios que derivan del derecho internacional como el derecho a la no patologización, el derecho a la confidencialidad, la dignidad en el trato, entre otras garantías que son básicas en el derecho comparado", destaca.

Este aspecto ha quedado en un segundo plano en la actual discusión por el tema de incluir la infancia,  sostiene Galaz."Obviamente se ha centrado la mayor parte de la discusión en ese tema y se ha invisibilizado la patologización que puede producir este tipo de cosas y vuelve a instalar la evaluación de algo que no debiera ser médico porque no es una enfermedad".

En gran parte eso ha ocurrido, dice Galaz, porque existe desconocimiento en general de lo que es ser trans, en una sociedad muy discriminadora. "Hay mucho desconocimiento a nivel general, pero en los parlamentarios también. Lo que sale más es un discurso aprendido, sobre todo muy ideologizado y a partir de referentes religiosos, muy conservadores".

Para Valdés, la postura del Ministerio de Justicia en la materia fue la culpable en esta eliminación: "la Subsecretaria de Derechos Humanos manifestó que esta ley no puede regular temas de tratamientos hormonales e intervenciones quirúrgicas. Lamentablemente nadie en la comisión se opuso ni recordó que este artículo venía desde el inicio y era uno de los pilares fundamentales de la iniciativa. Esto demuestra la ignorancia que existe en el tema".

Es necesario que el Minsal actualice los protocolos posterior a la ley, destaca Valdés. "Es contradictorio que uno de los principios pilares de la ley sea la no patologización y que este Ministerio siga manteniendo las mismas directrices"".

Franco Fuica, vicepresidente de Asociación Organizando Trans Diversidades (OTD Chile), señala que en su momento se planteó a la comisión mixta que vio el proyecto que existían requisitos muy patologizantes. "Eso finalmente derivó en que se sacaran varios de esos requisitos, porque se ha entendido de mejor forma el concepto patologizante, aún así algunos están ahí, como el informe psicosocial que también es patologizante, así también lo son los dos testigos para las personas mayores de 18 años".

Toda vez que se solicita una prueba, dice Fuica, es porque que pide como requisito algo más que la sola voluntad. "Es ahí donde está el conflicto con la patologización en infantilización de las decisiones de las personas trans, porque se plantea que es necesario una prueba o que un tercero defina o verifique". Lamentablemente, recalca, cambiar aquello tendría que realizarse en una propuesta de modificación en futuros proyectos.

"Esto tiene que ver con la transfobia, que las personas trans no pueden definir su propia identidad porque tienen menos capacidades, y eso es lo que hay que atacar también", sostiene Fuica.