En 2019, el presidente de El Salvador Nayib Bukele le había advertido a las pandillas que “paren de matar o no se quejen después”. Pero ahora, hace unos meses, entregó el mismo mensaje, solo que ya no a los pandilleros, sino a los comerciantes y distribuidores de alimentos.
“Paren de abusar del pueblo salvadoreño o no se quejen después”, dijo el pasado 5 de julio.
Y es que el costo de los alimentos en El Salvador ha roto récords por el sobreprecio. Por esto, el mandatario, en cadena nacional, advirtió a los comerciantes que se aprovechan de la falta de sanciones que “no estamos jugando”.
“Por si alguien dice solo es el salveque, show, solo cortina de humo, pues ya verán si solo es cortina de humo. Así dijeron también los pandilleros. Yo espero precios bajos mañana o van a tener problemas”.
En julio pasado, la tasa interanual de inflación en El Salvador subió hasta 1,78%, la más alta desde diciembre de 2023 según el Banco Central de Reserva (BCR).
Esto es lo que está haciendo Bukele para reducir el costo de la alimentación en su país y por qué hay quienes miran el plan con recelo.
Cómo Nayib Bukele está bajando los precios de los alimentos con los agromercados
El ministro de Agricultura salvadoreño, Óscar Domínguez, anunció el establecimiento de los “agromercados”, unos puntos de venta en zonas estratégicas de El Salvador donde se venden alimentos a “precios justos”.
Entre los 50 ya instalados alrededor del país, se ofrecen productos frescos como frutas, verduras y granos como arroz, frijoles, solo que a un precio mucho menor al del mercado tradicional. Están abiertos de lunes a domingo, desde las 6 de la mañana hasta la 1 de la tarde.
La idea, explicaron desde el gobierno, es que los agromercados promuevan la “interacción entre proveedores y consumidores, sin intermediarios”.
Un periodista de BBC Mundo fue testigo de la inauguración de uno de ellos, en Quezaltepeque, y aseguró que la experiencia de comprar en ese agromercado “es muy distinta a la de comprar en un mercado de toda la vida”.
Los salvadoreños que llegan a la instalación deben hacer fila afuera del recinto y entran uno por uno con un guía. Van pasando por distintas zonas de frutas y verduras, y deben elegir lo que quieren llevar. Y pagan al final, “al estilo de un restaurante tipo self-service”.
Según relató Gabriela Jeorge, coordinadora del equipo del agromercado, en el lugar se vende “algo de producto nacional, pero más que todo el producto viene de La Tiendona”.
La Tiendona, explicó la BBC, es el principal centro de frutas y verduras del país que vende al por mayor. Usualmente, los productos que se manejan allí vienen de Guatemala, Honduras y Nicaragua.
Otra de las diferencias de comprar en un agromercado de Bukele, en comparación de hacerlo en un mercado tradicional, es que el comprador elige el producto y se utiliza menos embolsado, mencionó al mismo medio el empleado municipal César Erazo, que ayuda a las personas a guardar sus productos.
En otro agromercado, ubicado en Apopa, una de las localidades más pobladas de El Salvador, Michelle Ruiz, una joven de 21 años, le dice a los periodistas de la BBC que se nota con creces la diferencia de precios.
“La papa, por ejemplo, donde yo la compro no me dan ni la mitad de lo que llevo hoy por 1 dólar”.
Las dudas que genera la estrategia económica de Bukele
Entonces, la estrategia de Bukele para reducir el costo de los alimentos se resume en lo siguiente: adquiere productos de La Tiendona —el mayorista al que otros comerciantes también le compran— y los vende más baratos, pues se “salta” el paso de tener un intermediario.
Es decir, el gobierno le vende directamente a los habitantes.
Sin embargo, desde BBC Mundo cuestionan que “no queda claro cómo se consigue ofrecer esos precios preferenciales, cuando la mayoría de los productos proviene de La Tiendona, el mismo centro de venta en el que casi todo es importado y abastece a los mercados convencionales y a los vendedores ambulantes”.
Algunas fuentes contactadas por el medio dijeron que es posible que Bukele tenga la capacidad de negociar “un precio más favorable” al comprar en cantidades masivas para todos los agromercados.
O que, también, al utilizar recursos públicos y tener a funcionarios públicos trabajando en los mercados, los costos también disminuyen.
Sin embargo, hay quienes creen que el gobierno de Bukele está subsidiando a los agromercados, una estrategia que no es sostenible a largo plazo.
Y es que, además de anunciar los agromercados, Bukele también había anunciado que iba a suspender por 10 años los impuestos de importación a todos los productos que integran la canasta básica salvadoreña, para favorecer la competencia del mercado y así disminuir aún más los precios.
No obstante, para la economista Julia Evelin Martínez, ambas son medidas de carácter temporal, “más con fines de propaganda que con efectos reales sobre los precios de los alimentos”.
“Su eliminación bajo el supuesto de que con eso habrá más competencia en el mercado y, por efecto de la oferta y la demanda, los precios van a disminuir y con ello aumentará el poder adquisitivo de las familias es un error”.
En cambio, “lo que provoca es la destrucción de la producción nacional y que la economía dependa de la importación y, como consecuencia, se encarezcan los alimentos”.
Este sería un efecto indeseado que podría complicar a Bukele y El Salvador, y es que según un reciente informe de la Oficina de las Naciones Unidas para la Coordinación de Asuntos Humanitarios (OCHA), el 52% de la población salvadoreña se mantiene en “situación de estrés alimentario”.
Esto significa que cerca de 3.3 millones de personas tienen dificultades para cumplir con sus necesidades básicas de alimentos.
Y es que, en paralelo a esta situación, los datos oficiales revelaron que El Salvador importa el 90% de las legumbres, frutas y verduras para cubrir la demanda local de otros productos básicos (leche, frijol y arroz) que compra a sus países vecinos.
Para Luis Treminio, presidente de la Cámara Salvadoreña de Pequeños y Medianos Productores Agropecuarios (Campo), esto es preocupante, pues “El Salvador se está convirtiendo en un país meramente importador, y eso no es beneficioso para la economía nacional ni para la economía de las personas”.