Un funcionario de Hacienda la provincia canadiense de Nueva Escocia consideró que el italiano Antonio Meucci fue quien inventó el teléfono, en medio de una disputa con los herederos de quien ha sido considerado hasta hoy el creador del aparato, Alexander Graham Bell.

Nacido en Edimburgo, en el Reino Unido, Bell pasó la mayor parte de su vida en Canadá y, en 1876, patentó el primer teléfono, antes de fundar la sociedad telefónica AT and T.

Todo comenzó a partir de una disputa de registro de fincas. Lo que está en juego es la valuación que las autoridades de Nueva Escocia han dado a la remota propiedad de Beinn Bhreagh Hall que perteneció a Bell.

La enorme propiedad, de 240 hectáreas, fue adquirida por el mismo Bell a finales del siglo XIX porque le recordaba a la Escocia de su juventud.

El fisco de Canadá estimó en 885 mil dólares el valor de esa vivienda, mientras para los herederos, debido al trabajo de mantenimiento y la depreciación de las propiedades, la residencia no vale más de la mitad.

Pero Raffi Balmanoukian, un funcionario del fisco, se opuso lo que estiman los herederos y, de pasó, reveló no ser precisamente "un fan de las razones por las cuales Bell es famoso".

Balmoukian habló de la patente que Meucci presentó para su teléfono en 1871, cinco años antes de Bell, pero que luego abandonó por falta de fondos.

"Si la hubiera renovado, esta petición no estaría en mi escritorio", dijo.

No es la primera vez que la invención del teléfono se cuestiona en América del Norte.

En 2002, la Cámara de Representantes de Washington aprobó una resolución en la que se reconoce la contribución de Meucci en el desarrollo del teléfono.

El Parlamento de Canadá había replicado, votando de modo unánime una moción en la cual la invención se atribuía únicamente a Bell.