Una escena romántica. Llega una chica guapa, de mal humor, abrumada a un supermercado a comprar cigarros. Allí, se da cuenta de que no tiene dinero suficiente para llevarlos y le toca aguantar las burlas del cajero. Pero se da cuenta de que un hombre muy compuesto, delgado y de anteojos, la mira con piedad y, sin que ella emita una palabra, él decide pagarle los cigarros. Es el puntapié inicial de una historia de amor que termina con ellos juntos y que da vida a la serie Love de Netflix. Y es, básicamente, todo lo que la escritora argentina, licenciada en Filosofía y profesora universitaria Tamara Tenenbaum (30) echa por el suelo en su libro El fin del amor. Querer y coger.

El libro, que ha sido un éxito en su país y llegó hace unos meses a Chile, está compuesto por siete ensayos que se entrecruzan con la biografía de su autora: su crianza en la comunidad judía ortodoxa y luego su cambio de paradigma cuando abandonó ese mundo y entró en la secundaria a un colegio laico. Detrás de cada capítulo hay una extensa investigación sobre cuándo se instaló la idea del amor romántico, en qué se manifiesta y por qué según ella está hoy en crisis.

"No soy una visionaria. De estas cosas se hablaba ya en los 80, pero se masificó en el siglo XXI", aclara Tamara, y cuenta que la gran dificultad que tuvo en su investigación fue que en "Latinoamérica no hay información sobre el tema. Por lo mismo, leí mucho lo que pasaba en Europa, en Estados Unidos, y luego partí estudiando el cambio de la vida sexual de las argentinas en los años 60. Elegí esa época porque la vida de las grandes ciudades empieza a ser más global, y se empiezan a comentar y a masificar ciertas estructuras".

-¿A qué te refieres con amor romántico?

-Con algo que no tiene nada que ver con el amor ni con un tipo de amor, sino con la idea de que las mujeres deben consagrar su vida a encontrar un compañero varón para poder servirlo. El amor romántico es una actitud, con cosas concretas que uno hace para estar con alguien, como que un chico te regale flores, te abra la puerta del auto o que la mujer le cocine un rico plato de comida, pero esas cosas no están vinculadas realmente con nuestras fantasías ni nuestros deseos.

En el amor romántico, dice Tenenbaum en su libro, la finalidad es el matrimonio, los hijos, la monogamia. Según ella, está basado en el sacrificio y el sufrimiento.

¿Pero cómo esa definición podría aplicarse a parejas, casadas y monógamas, que reconocen haber construido una vida feliz, sin ese rasgo de opresión que ve Tenenbaum? Ella misma se refiere al punto, sin salirse de su mirada: "Cualquier persona que ha estado casada o vive en pareja sabe que esto del amor romántico que nos venden no se trata sólo de pasión o mimos, es pasarlo mal también. Y eso hay que educarlo. Hay muchas contradicciones entre el amor romántico que nos venden y cómo llevar una vida afectivamente sana. Pero a la gente no le gusta hablar de esto, porque implica reconocer que nuestras vidas son pasivas, implica reconocer que no podemos tenerlo todo, que aunque estemos felices con alguien lo que nos toca al amar no es lo que Hollywood nos vendió".

Autora: Tamara Tenenbaum.

Precio: 12.900 pesos.

Editorial: Planeta.

Páginas: 318 página.

Respecto a cómo definir amor romántico, otros especialistas también tienen sus opiniones. La sicoanalista Constanza Michelson, quien ha seguido de cerca el fenómeno, dice que en la construcción de amor romántico ha influido lo que enseñó la televisión y las películas: "Es el amor romántico que exalta las pasiones, es Hollywood, es 'el amor todo lo puede', es 'el sacrificio por amor'". Por su parte, el sicoanalista y doctor en filosofía y sicología de la Universidad de Buenos Aires, Luciano Luterau, comenta: "Creo que hoy estamos nombrando como romántico cierta forma del amor basada principalmente en la espera, en la dependencia, en la necesidad de demostrar el amor. Estamos nombrando ese amor romántico con la intención de modificar esos tres componentes, justamente para pensar en formas más equitativas".

Pero antes de hablar de amor romántico, tal vez sea pertinente entender el amor a secas. ¿Cómo funciona?, ¿qué características tiene? Según Michelson, hay rasgos que son inevitables, independiente del apellido que se le ponga al amor: "Uno, todas las pasiones atraen a sus contrarios, por eso el amor viene con cuotas de odio, por eso nunca es fácil. Dos, hay dependencia: tiene que ver con que el otro te haga falta; si el otro no te hace falta, podría ser otra cosa, pero no es amor". Luterau agrega: "Autores como Luciana Pecker nos hablan del 'amor compañero', esto es enfatizar los aspectos de compañerismo en el vínculo con el otro y que no necesariamente el amor sea un sufrimiento por la dependencia".

Elegir cómo amar

El siglo XX, asegura Michelson, es clave en la construcción del romanticismo como única forma de amor: "En las sociedades tradicionales, siglo XIX, cuando los matrimonios eran arreglados, había un acuerdo comunitario que te defendía de ti mismo. Lo que ahí valía era el honor. No existía el hacer cosas desesperado por amor, esa locura amorosa del llamar y humillarse a las tres de la mañana. Cuando los matrimonios eran arreglados, se mantenía a raya la emocionalidad exaltada que aparece en el siglo XX, y quizá eso era súper positivo".

El tema, o más bien el cuestionamiento hasta lo que entonces se había aceptado en materia amorosa, se insertó en los medios en los años 2000. En 2004, The New York Times estrenó una columna fija llamada "Modern love", donde hasta hoy diversos autores escriben sobre el amor en otros códigos: Tinder, feminismo, homosexualidad, lo queer, los ex, la crisis de la monogamia, el poliamor. A Chile el debate llegó después, pero el diálogo es el mismo: "Nadie dice que el amor está en jaque, lo que va cambiando es cómo lo entendemos y cómo lo ejecutamos", aclara Michelson.

Hace 30 años era un asunto impensado. En los 90, los hits de mujeres no eran nada parecido al "No te enamores de mí" de la centennial Paloma Mami, sino letras como "Amor prohibido" de Selena o "Corazón valiente" de Gilda, donde ambas dan a entender que son capaces de todo con tal de estar con un hombre. "Eso ya no va, ya no sería hit, no funciona y no es representativo para los tiempos que corren", dice Tenenbaum. En Chile, en la misma década, "Lo mejor que me ha pasado" de Myriam Hernández, era una canción pegajosa en la que una mujer le agradece a su marido por declarar "con brutal franqueza que no está en su naturaleza el ser exageradamente fiel". Hace unos meses, la cantante apareció en la prensa arrepentida de muchas de sus letras.

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Tamara Tenenbaum[/caption]

Pero Michelson es cuidadosa en establecer que hoy sean tiempos de exterminio del amor romántico. Ella más bien habla de convivencia entre las distintas formas de relacionarse. "Todo coexiste con el fin del amor romántico", dice.

"No se trata de plantear que haya amores más libertarios que otros, no es más libre la forma de amar en la poligamia que en la monogamia", señala el sicoanalista Luciano Luterau. "El punto tiene que ver con que no haya posiciones que sean obligatorias. No es lo mismo quien puede elegir una posición hetero y monógama como un modo de relacionarse con el otro, que vivirlo como una restricción y algo impuesto socialmente".

Y agrega Luterau: "Creo que nuestra época se caracteriza por ser la de las teorías del amor, todo el tiempo se está teorizando y especulando sobre cómo hay que amar, donde se cae muchas veces en cierta perspectiva valorativa, situar modos mejores y modos peores de amar, en este sentido me parece que lo más complejo que tiene el amor es que nadie elige en definitiva cómo ama".

Antonio Godoy, sicólogo especialista en sexualidad, terapia en pareja y separación, opina: "El amor ha cambiado y mucho. Como lo expresamos con Alejandra Godoy en nuestro libro Te amo, pero no te deseo, al amor de hoy le hace falta compromiso y pasión. En esta era posmoderna los lazos afectivos se han ido debilitando de manera importante, y por esto parecen de fácil disolución. Se ama a media máquina".

Amor, sexo, deseo

La conversación sobre la sexualidad y el amor se da actualmente en medios, en redes sociales y cara a cara, lo que permite cierta apertura. En eso coinciden varios especialistas. En su libro, Tenenbaum focaliza también en esos conceptos: el amor, el sexo y el deseo, como ejes que pueden ir perfectamente separados. Coincide Michelson: "Se puede sentir amor por alguien y no querer tener sexo con esa persona; se puede depositar el deseo en otro sin que siquiera ocurra algo con ese sujeto; y se puede tener sexo con alguien sin que exista amor".

Al respecto, el sexólogo Rodrigo Jarpa dice que uno de los puntos de discordia actualmente en la pareja es que "el amor y el deseo no siempre van por el mismo carril. Sigue teniendo mucha fuerza la creencia de que 'si no me desea es que no me ama', pero lo cierto es que en la consulta veo con frecuencia justamente la ecuación contraria; es decir, parejas que se aman, se quieren, se llevan bien, confían plenamente uno en el otro, son buenos amigos, pero uno o ambos no desean sexualmente al otro".

En su libro, Tenenbaum sostiene que el deseo puede estar depositado en un tercero y eso no es un generador de quiebre. "Hoy no se necesitan solo dos y no pasa nada con eso, o al menos se puede conversar sin la tragedia de romper o separarse. Por eso hoy se conversa tanto sobre ser poliamorosos, abrir nuestras relaciones, si es útil o no la monogamia".

Jarpa complementa: "No hay una forma única, correcta o mejor de amar o ser pareja. Lo positivo de esto es que las construcciones personales abrazan la diversidad -inherente al ser humano-, pero ante la norma de la falta de norma, muchas veces se generan desde malos entendidos a angustia o sufrimiento, al enfrentarnos a esta libertad que puede incluso ser paralizante".

Marcela Marín, sicóloga de parejas, va aún más allá. Dice que no cree que "el paradigma del amor haya cambiado. En mi experiencia, las personas aún consideran necesario encontrar una pareja a quien amar y sentirse querido, idealmente de manera exclusiva, o sea monógama. Muchas veces las personas manifiestan que están felices solos o solas, sin responsabilidad con respecto a otro, pero al ir profundizando en el proceso terapéutico aparecen sentimientos de soledad y el discurso es más bien una protección frente a la dificultad de encontrar una pareja estable. En su gran mayoría las personas necesitan sentirse exclusivas en una relación estable, causa mucho dolor sentir que no lo son y es causante de muchos quiebres y separaciones".

Del dicho al hecho

Los dos últimos capítulos de El fin del amor. Amar y coger hablan de que hoy hay más libertades, pero hacerse cargo de ese discurso al tomar decisiones no es fácil. Allí, sostiene el texto, es cuando la consecuencia entra en jaque. Le ocurre por ejemplo a la comediante y autora de Confesiones de una soltera, Paola Molina: "Cuando he aplicado relaciones abiertas, al final ando igual celosa, esperando yo ser la más importante, entonces se me cruza la antigua crianza con lo nuevo. Yo no sé si en vida yo misma podré encarnar ese cambio".

A la propia autora del libro le ocurre algo similar. Escribe en uno de sus ensayos: "En un encuentro feminista sobre el tema, una compañera que yo no conocía lo puso de una manera muy inteligente: 'Nosotras venimos acá, leemos sobre los estándares de belleza, hablamos sobre activismo gordo y dejar de depilarnos y rebelarnos y resistir y todo eso, pero después pensamos 'que empiece otra, ¿no?'. Nadie quiere ser la pionera, la mártir'".

Sin embargo, Tenenbaum es optimista: "Creo que es un proceso largo. Hay conversaciones, también hay acciones. Cada cual al ritmo que puede y quiere va organizando su vida y sus ideas. Es parte del proceso, pero está sucediendo tanto a nivel discursivo como al nivel de las prácticas".

La incapacidad de aplicar en la vida real el discurso de las nuevas opciones de amor, dice Tamara Tenenbaum, genera frustración y ésa es una sensación transversal: "Y bueno, cada uno maneja estas cosas como puede, y por eso me gusta este tiempo, porque tratamos de ser buenos, de ser más transparentes, de no ser tan hipócritas con nosotros mismos. Esto no es una competencia y probablemente nos vamos a equivocar y nos vamos a lastimar, porque así es la vida".

En lo que sí concuerdan todos los consultados en el reportaje es que pese a todas las libertades y nuevos conceptos que surgen, de lo único que no se está exento ni se estará jamás es de sufrir por amor. Lo dejó claro la escritora peruana Gabriela Wiener en una entrevista a BBC sobre su vivencia personal en el poliamor: "Yo decidí hace tiempo que no iba a hacer ninguna propaganda por el poliamor, porque yo también he sido un cadáver y también he dañado. O sea, ejercemos violencia todo el rato y en lo afectivo es muy fácil hacerlo". Según Tenenbaum, ésta es la época de las oportunidades, de ponerle nombre, por ejemplo, a relaciones que ni siquiera se conforman como tal. "Hay bonanza", dice, "aunque lo cierto es que nada te garantiza ser feliz".