Neil Armstrong toma cuidadosamente sus utensilios de aseo personal y los guarda uno a uno en un estuche de viaje. Elige varias camisas, las deja sobre la cama matrimonial y luego las coloca en su maleta con meticulosidad. Es la última noche que el astronauta pasará en su hogar de Houston antes de partir a Cabo Cañaveral, donde días después emprenderá rumbo hacia la mayor aventura espacial del siglo XX. Armstrong está concentrado, hasta que aparece su esposa Janet y le enrostra con furia lo que en realidad está haciendo: un burdo intento por dejar pasar los minutos hasta que sus hijos Rick (12) y Mark (6) se vayan a la cama y así evitar lo que podría ser un último adiós.
"Te vas a sentar con ellos ahora, con ambos, y los vas a preparar para al hecho de que tal vez nunca vuelvas a casa. Lo vas a hacer. Tú. No yo. Me harté", le recrimina Janet, agotada después de años de criar prácticamente sola a sus hijos en una casa donde siempre rondaba la muerte. Armstrong, un hombre muy reservado y que había estado a punto de fallecer en varias misiones anteriores, se ve acorralado y reúne a su familia en el comedor que sólo usaban en Acción de Gracias y Navidad. Los niños sospechan que algo ocurre, pero durante varios segundos su padre sólo los mira y juguetea nerviosamente con su anillo de matrimonio. Hasta que se anima a explicarles lo que él y sus compañeros Buzz Aldrin y Michael Collins pretenden lograr en su histórica misión lunar.
"¿Crees que vas a regresar?", le pregunta Rick. "Tenemos una confianza real en la misión", responde el astronauta y, con un rostro contrariado, agrega: "Hay riesgos, pero tenemos toda la intención de volver". Entonces, el pequeño Mark lo abraza emocionado y se va a su habitación. Rick se levanta de su asiento, mira a su padre y, en un gesto que revela cuán bien conoce al hombre que la NASA había elegido para comandar el Apollo 11, sólo le da la mano.
Esa despedida es el corazón de una de las escenas más íntimas y reveladoras de First Man, película estrenada el año pasado y que gracias a la asesoría de Rick y Mark mostró por primera vez a ese otro Neil Armstrong: al complejo padre y esposo que se ocultaba tras el primer humano que pisó la Luna el 20 de julio de 1969 y que falleció hace siete años. "Esa secuencia vino de nosotros. Las líneas que dice Ryan (Gosling) son casi idénticas a las que recuerdo. Papá dijo que tenía confianza en la nave y que sólo había una opción de 50/50 de posarse en la Luna", dijo Rick en una entrevista a UniverseToday.com.
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La escena de First Man en que Neil Armstrong les explica la misión lunar a sus hijos. Rick está a la derecha de la imagen. (Crédito: Universal Pictures)[/caption]
Para Rick y su hermano, la escena del comedor muestra sólo una de las intrincadas facetas de un hombre que no se dejó seducir por la fama y que lidió con múltiples tragedias que marcaron su carrera y su vida: "Él no era solitario. Esa es una idea ridícula para cualquiera que lo haya conocido. Sí, era reservado. Tranquilo. Pero también había momentos en que se abría y era divertido, encantador y dueño de un gran sentido del humor", relató Mark al mismo medio. Tanto él como Rick aún preservan la imagen de ese otro Neil Armstrong, del padre que a veces dejaba de estudiar los manuales de vuelo del Apollo para tomarlos en brazos y jugar con ellos. Del hombre que solía pilotear un avión para llevarlos de vacaciones a Acapulco. Tampoco se olvidan de un talento que casi nadie conoce de él: la música.
Su madre le había enseñado a tocar piano cuando era niño, participó en la banda de su escuela y también fue cantante y director de shows musicales en la Universidad de Purdue, donde estudió Ingeniería Aeronáutica. Esa afición musical se la traspasó a Rick (62), quien visitará Chile para mostrar su talento con el bajo. Será justo en una fecha con aires cósmicos: cuando un esperado eclipse total de Sol oscurezca una franja de casi 150 kilómetros entre Guanaqueros (Región de Coquimbo) y Domeyko (Región de Atacama).
El hijo mayor de Neil Armstrong estudió Biología Marina y llegó a entrenar delfines y leones marinos. Pero abandonó esa profesión y se dedicó al desarrollo de software en Ohio, el estado natal de su padre y donde hoy pasa su tiempo libre jugando golf y tocando música. Ese último pasatiempo lo llevó a conocer al guitarrista Steve Rothery, fundador de Marillion y quien celebrará la trayectoria de la banda con varios conciertos en suelo chileno: el 29 de junio en el Teatro Oriente de Santiago, el 2 de julio -para el eclipse- en el Observatorio La Silla, y dos más en Paranal y ALMA.
"Conocí a Rick durante una gira de Marillion por Estados Unidos a mediados de los 90. Él y su hermano Mark son fanáticos de la banda e incluso la hija de Mark se llama Kayleigh, por una de nuestras canciones más conocidas", dijo Rothery hace unas semanas a La Tercera. Rick tocará como invitado, una oportunidad irrepetible debido a la conjunción del eclipse y los 50 años del "gran salto para la humanidad" que dio su padre.
"Visité Paranal y ALMA hace un par de años y fue una experiencia impresionante. Ser capaz de tocar la música que amo con algunos de mis mejores amigos bajo los cielos del desierto chileno y añadir la oportunidad de ver un eclipse total hace que esto pueda calificarse como un momento único. ¡No puedo esperar¡ Tuve la fortuna de observar uno de estos eventos en 1973 y nunca lo olvidé", cuenta Rick Armstrong a Tendencias.
- Usted es el hijo mayor del primer hombre que caminó en la Luna en 1969. ¿Qué le provoca hoy esa hazaña?
-Pienso todo el tiempo en mi padre… pero bueno para mí es sólo mi papá.
El niño que aprendió a volar
En 1969, Neil Armstrong recibió una carta de la Fuerza Aérea. El mensaje era simple y muy simbólico: los militares querían saber si estaría dispuesto a llevar a la Luna algunas partes del primer avión de los hermanos Wright que levantó vuelo en 1903. El trato era que podía quedarse con la mitad de las piezas y el resto sería devuelto. El astronauta aceptó, porque para él la génesis de la aviación era su pasión: "A él no le fascinaba tanto el espacio. Lo que sí amaba eran los aviones y todo lo relacionado con ellos", cuenta Rick a Tendencias.
Su hermano coincide: "Él era un ingeniero y quería lograr que los aviones fueran mejores. Ese era su objetivo desde niño y decidió que podía alcanzarlo de manera más efectiva si aprendía a volarlos. Obtuvo su licencia de piloto a los 16 años. No consiguió su permiso de conducir hasta mucho después, porque no era tan importante para él", comentó al portal Space.com.
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Rick Armstrong junto a algunas pertenencias de su padre, las que fueron subastadas el año pasado. (Crédito: AFP).[/caption]
El filme First Man, que obtuvo el Oscar a mejores efectos especiales, está basado en el libro First Man: The Life of Neil Armstrong, escrito por James R. Hansen, y que es la única biografía autorizada del astronauta. Gracias a ese texto y a la colaboración de Rick y Mark -quienes incluso ayudaron a recrear el interior de su propio hogar-, los realizadores pudieron contar la historia de los Armstrong no sólo desde la perspectiva del astronauta. El relato también incluye las emociones de Janet, quien conoció a su esposo en la Universidad de Purdue y tuvo que vivir con las frecuentes ausencias de él y sus encuentros con la muerte: en su primera misión espacial -Gemini 8-, la nave empezó a girar sin control y Armstrong la estabilizó segundos antes del desastre.
"En ese entonces, no entendíamos el riesgo. No comprendíamos la complejidad de lo que intentaban hacer", confesó Rick a New York Times, con motivo de la subasta que se hizo en 2018 de varias pertenencias de su padre. Quién sí sabía perfectamente lo que ocurría era su madre, fallecida el año pasado producto de un cáncer de pulmón: "Las esposas de los astronautas tenían todas las preocupaciones y al mismo tiempo cero control. Debían hacerse cargo del hogar, criar a los niños, pagar las cuentas, todo mientras sus maridos estaban lejos. Mi madre fue una mujer independiente y fuerte, al igual que muchas otras esposas, pero dejaron muchas cosas de lado para lograr que estas misiones tuvieran éxito", dijo Mark a la revista Variety.
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El reservado Neil Armstrong tardó casi tres años en invitar a salir su futura esposa- "Mamá decía que él nunca se apresuraba en nada", ha contado Mark- y finalmente se casaron en 1956. Rick nació al año siguiente, su hermana Karen, en 1959 y Mark vino al mundo en 1963. Parte de la austeridad de temperamento que se fue apoderando de Armstrong nació de las profundas tristezas que experimentó en esos años: su amigo y piloto Elliot See falleció en 1966 al estrellar su jet T-38 y la tripulación del Apollo 1 pereció en 1967 producto de un incendio que consumió su nave. Pero ninguna de esas muertes devastó tanto a Neil y a su esposa como la de su hija Karen.
La niña, a la que todos llamaban Muffie, falleció en 1962 debido a un cáncer cerebral; una tragedia que nunca abandonó a los Armstrong. "No recuerdo que su muerte se discutiera alguna vez en casa. Había un retrato de ella justo antes de morir y papá lo atesoraba más que cualquier otra posesión. Su manera de lidiar con el dolor era concentrarse en el trabajo. Mi hermana murió un 28 de enero, el aniversario de boda de mis padres. Por eso nunca lo celebraron. Fue una herida que nunca sanó", explicó Mark a Daily Mail.
Ese profundo pesar da pie al clímax emocional del filme: Armstrong parado en el borde de un cráter lunar, mientras sostiene un brazalete con el nombre de su hija. El astronauta parece buscar alguna respuesta, una señal en la negrura del espacio. Al no obtenerla, lanza su tesoro al cráter, mientras las lágrimas caen por su rostro. Sin embargo, ni los realizadores que rodaron esa escena ni los Armstrong tienen certeza de que ese acto realmente ocurrió. Una pista sobre lo que pasó se desprende de los diálogos entre Armstrong y su biógrafo James R. Hansen: al preguntarle por el manifiesto de las pertenencias que llevó a la Luna, el astronauta dijo que lo había perdido… pero no era cierto. El documento fue donado junto a sus archivos a la Universidad de Purdue, donde está sellado hasta 2020.
"¿Qué hubiera pasado si Niel hubiera hecho algo así pero no le hubiera dicho a nadie, ni siquiera a Janet, porque era un acto sumamente personal?, ¿La posteridad –la de los padres y madres, hijos e hijas- valoraría aún más el carácter y acciones del primer hombre? Algo así habría elevado el alunizaje a un nivel de significancia aún mayor. Entre quienes piensan así está June, hermana de Neil. '¿Acaso se llevó algo de Karen con él a la Luna? Oh, espero que así sea', dice ella", escribe Hansen en su libro.
La hazaña televisada
Poco antes de la medianoche del 20 de julio de 1969, Janet despertó al pequeño Mark y lo llevó hasta la sala de estar de su casa. Allí estaban varios parientes y amigos reunidos frente a un televisor blanco y negro de 26 pulgadas. "Creo que ese era el modelo más grande que podías conseguir en ese entonces", ha dicho Rick, quien sí tuvo permiso para estar despierto hasta tarde. Su hermano menor todavía recuerda que la calidad de las imágenes que "llegaban de la Luna era tan pobre que era difícil saber si era papá el que andaba allá afuera".
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Al volver, Armstrong y sus compañeros permanecieron durante 21 días en un módulo de cuarentena que fue llevado en avión hasta Houston. Mark, Rick y Janet podían visitarlo, pero el comandante del Apollo 11 nunca habló demasiado de su épico viaje: "Más bien nos preguntaba '¿Qué han estado haciendo?', '¿Le están ayudando a su madre?', '¿Están podando el pasto?' Ese tipo de cosas", dijo el primogénito de Armstrong a New York Times.
Rick -quien hoy también integra la Astronaut Scholarship Foundation, dedicada a becar a estudiantes que destacan en áreas como ingeniería y matemáticas- también mencionó que la atención mediática fue tan "abrumadora" que su familia terminó mudándose a Ohio. Allí Neil se convirtió en profesor de la Universidad de Cincinatti y logró comprar una granja donde él, su esposa e hijos tuvieron más privacidad. Al parecer lo logró, porque a pesar de ser el primer humano en caminar por la Luna en 1974 quiso conseguir una tarjeta de crédito y se la negaron.
-Rick, ¿suele pensar en el legado de su padre?
- El legado que se me viene a la cabeza es del programa Apollo en sí mismo, no el de mi padre o el de algún otro individuo. Todo el tiempo escucho de personas que dicen cuán inspirados se sintieron al observar la llegada a la Luna. Y a menudo sus propias carreras y contribuciones han sido impresionantes. Ese impulso y todas las tecnologías que se derivaron del programa espacial han tenido un impacto tremendamente positivo en el mundo actual. El programa Apollo es quizás el mejor ejemplo de lo que un equipo de gente puede lograr cuando todos se comprometen a conseguir el mismo objetivo.
En su granja, Neil Armstrong solía instalar un telescopio para observar el cielo nocturno y parecía saberlo todo del cosmos. Pero había un lugar particular que evitaba: "Mirábamos las Pléyades y nos enseñaba sobre navegación estelar. Pero nunca apuntaba a la Luna. No la mirábamos", contó el menor de los Armstrong a Daily Mail. Quizás por ese motivo, tanto Mark como su hermano mayor siguieron caminos profesionales totalmente distintos al de su padre: "Muchas veces pienso que un hijo desea superar lo que hizo su padre. Aprendí rápidamente que eso no era algo que me preocupara. Ser el primer hombre en Marte sería la única opción que tendría y ése no es un objetivo realista", dijo Rick a New York Times.
Armstrong falleció en 2012, a los 82 años, producto de complicaciones generadas por una cirugía al corazón. Antes de morir, y siguiendo fielmente su personalidad, pidió que su funeral fuera íntimo. Su familia cumplió su deseo, aunque el entonces presidente estadounidense, Barack Obama, ordenó que las banderas fueran izadas a media asta para rendir tributo a un astronauta que fue un héroe "no sólo de su era, sino que de todos los tiempos".
Uno de los pocos actos públicos de recuerdo por parte de Rick y su familia fue una declaración publicada en el sitio web de la NASA. El texto resume a la perfección el ejemplo que el astronauta fue para ellos y, al mismo tiempo, es un recordatorio de la hazaña que está a punto de cumplir medio siglo: "Para aquellos que puedan preguntarse qué pueden hacer para honrar a Neil, tenemos una simple petición. Honren su ejemplo de servicio, logros y modestia, y la próxima vez que caminen en una noche clara y vean que la Luna les sonríe, piensen en Neil Armstrong y guíñenle un ojo".