Una investigación llevada a cabo por Nicolás Gálvez, académico de la U. Católica de Villarrica, y del Durrell Institute of Conservation and Ecology (DICE) de la U. de Kent y la U. de Oxford, llegó a la conclusión de que la fragmentación del hábitat es una amenaza mayor para la güiña de Chile que la persecución de humanos.
La güiña es considerado el felino más pequeño de América (su tamaño promedio es el de la mitad de un gato doméstico) y uno de los más amenazados de la región. Vive en una zona que comprende 300.000 kilómetros en el centro y sur de Chile, así como también el suroeste de Argentina. Desde 1970, debido a la deforestación y la ganadería, su zona de distribución ha disminuido en más de un 70% y hoy en día se contabilizan menos de 10.000 ejemplares. En 1996 fue ingresada como especie vulnerable a la extinción por la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN).
Gálvez, en conjunto con una serie de profesionales como Zoe Davies, profesora del DICE y de la U. de Kent, y David Macdonald, académico de la U. de Oxford, establecieron a través de este estudio, publicado en la revista científica Journal of Applied Ecology, que existen otros factores de riesgo, incluso más importantes y de mayor impacto para la güiña. Se trata de la fragmentación de la tierra o hábitat, sumado a la subdivisión de predios, generalmente en suelo agrícola. "La primera se refiere a "islas" de bosques que se pueden encontrar en zonas agrícolas, y a medida que desaparecen, es más probable que la especie desaparezca, y la segunda se refiere a la parcelación de los terrenos. La legislación actual lo permite, el suelo agrícola se divide en paños de media hectárea, sin ninguna regulación. Esto afecta a la güiña", señala Gálvez.
El investigador agrega que el bosque nativo es fundamental para la especie, por lo que la pérdida de este hábitat es algo relevante. "Evaluamos a través de cámaras con sensor de movimiento la presencia de la especie, y en esos mismos lugares entrevistamos a los vecinos de la zona. Llegamos a la conclusión de que en muchas zonas está presente la güiña, pero no tiene interacción con el ser humano", sostiene el investigador.