Beber vino tinto puede parecer una buena idea en medio de un almuerzo familiar o como método de relajación tras un día agotador. Sin embargo, poco después de haber tomado una o dos copas, es probable que experimentes fuertes dolores de cabeza.
Esa situación no tiene explicación para quienes la viven a menudo, pero ahora científicos creen estar cerca de la respuesta.
El equipo conformado por científicos de la Universidad de California (Estados Unidos) pretendía explorar por qué ocurre esta molesta palpitación en la cabeza intenso después de haber bebido aunque sea una pequeña dosis.
Los resultados del estudio sostienen que un compuesto que se encuentra presente de forma natural en los vinos podría ser capaz de influir en la forma en que el organismo metaboliza el alcohol.
El elemento del vino tinto que podría causar dolor de cabeza
En su estudio, publicado en la revista Scientific Reports, los especialistas apuntan a que es un tipo de flavonoide el responsable de generar los dolores de cabeza después de haber bebido.
Su nombre es quercetina y es un ingrediente natural que se encuentra en una gran cantidad de verduras y frutas, incluyendo a las uvas, frutos rojos, tomates y manzanas. Si bien se considera un antioxidante saludable, el estudio identificó que cuando es combinado con el alcohol podría ser problemático para algunas personas.
“Cuando llega al torrente sanguíneo, el cuerpo lo convierte en una forma diferente llamada glucurónido de quercetina”, explicó en un comunicado Andrew Waterhouse, académico de enología (ciencia de la elaboración del vino) de la Universidad de California y uno de los autores de la investigación.
“De esa forma, bloquea el metabolismo del alcohol”, recalcó el investigador.
Los científicos destacan que el vino tinto tiene niveles mucho más altos de quercetina en comparación al vino blanco y otras bebidas alcohólicas. Además, esos niveles pueden variar dependiendo del proceso de elaboración.
De acuerdo a Waterhouse, cuando las uvas son cultivadas con exposición directa al sol, la cantidad de quercetina será mucho más alta. “En algunos casos, puede ser de cuatro a cinco veces mayor”, asegura. En tanto, cuando las uvas son cultivadas a la sombra, sus niveles de quercetina son mucho menores.
Cuando se ha consumido alcohol, lo que ocurre es que este comienza a descomponerse en el hígado mediante las enzimas alcohol deshidrogenasa (ADH) y aldehído deshidrogenasa (ALDH). La primera es la que permite convertir al alcohol en compuesto acetaldehído, “una sustancia irritante e inflamatoria bien conocida”, detalla Apramita Devi, otra de las autoras de la investigación.
Lo normal es que el acetaldehído esté momentáneamente en el cuerpo, pues luego este se convierte en acetato. Sin embargo, los investigadores hallaron que un compuesto de la quercetina era capaz de intervenir en esa función.
Debido a lo anterior, las personas pueden presentar una acumulación de acetaldehído, lo que puede desatar “enrojecimiento facial, dolor de cabeza y náuseas”, advierte Davi.
Algunos expertos han presentado ciertas reticencias por los resultados del estudio. “Solo se hizo en un laboratorio, y las sustancias se probaron fuera del cuerpo humano en concentraciones varias veces superiores a las de la sangre tras unas copas de vino”, explicó a CNN Jonas Spaak, profesor de cardiología del Instituto Karolinska de Estocolmo (Suecia).
Ahora, los científicos de la Universidad de California planean llevar a cabo ensayos clínicos con humanos que permitan comparar los vinos tintos que tienen niveles altos de quercetina con los que tienen niveles menores.