En Chile, 52 personas mueren al día por el tabaquismo. Estas cifras, del Ministerio de Salud (Minsal), son alarmantes, pues el tabaco en el país enferma anualmente a más de 62 mil personas por enfermedad pulmonar, más de 31 mil por enfermedades cardiacas, 12 mil por accidentes cerebrovasculares y 8.500 por cáncer.

Y aunque según la última Encuesta Nacional de Salud se mostró una disminución en la prevalencia del consumo de cigarrillos (de un 42.2% a un 32.5%), todavía siguen siendo números inquietantes para el Gobierno y los médicos, quienes reconocen la gran cantidad de pacientes que llegan a las consultas por problemas relacionados a su consumo.

Los especialistas advierten que el daño de cada aspirada del tabaco puede provocar hipertensión, bronquitis crónica, infartos, ictus y tumores en distintos órganos.

No obstante, la comunidad médica suele estar de acuerdo en que abandonar esta droga, que estimula el sistema nervioso, es un camino difícil donde no solo basta tener la voluntad de hacerlo.

¿Por qué es tan difícil dejar de fumar? Expertos indican que no solo se necesita fuerza de voluntad

¿Por qué el tabaco es tan adictivo?

“El tabaco es una droga y dejar las drogas cuesta. Es muy adictiva y hay también mucho dinero invertido para que no sea fácil abandonar esta conducta”, respondió Anna Riccobene, enfermera de la Unidad de Control del Tabaco del Instituto Catalán de Oncología (ICO) al diario El País.

Para Vidal Barchilón, coordinador de un grupo de apoyo contra el tabaquismo en España, la dependencia de los cigarrillos es “biológica, psicológica y social”.

La primera, porque la sustancia genera adicción en el cerebro, pues estimula la liberación de dopamina y produce placer. Después están los actos de “reflejos psicológicos”, como llevarse el acto de llevarse el cigarro a la boca para calmar la ansiedad y, finalmente, existe una influencia social en el pensamiento común de las personas que asocian el tabaco con placer, como fumarse un cigarro después de terminar de trabajar o durante las fiestas y celebraciones.

Además, muchos fumadores le temen al síndrome de abstinencia. Esto sucede las primeras semanas cuando se deja de fumar, donde prevalece una sensación de malestar, irritabilidad, ansiedad, problemas para dormir o la necesidad extrema de fumarse un cigarrillo. Sin embargo, no dura más que un par de semanas.

“El proceso previo y tomar la decisión es lo que más les cuesta. Parece que ven el tabaco como una tabla de salvación, aunque si tienes un problema y fumas, en realidad tienes dos problemas”, afirma la enfermera Riccobene.

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¿Cómo dejar de fumar?

La primera clave para dejarlo es la motivación: “Hay que motivarlos porque, en contra de la voluntad de uno, es imposible dejarlo. El tratamiento no es una varita mágica, la persona tiene que querer”, dice Barchilón.

De hecho, la enfermera cuenta que en los talleres que realiza en España, los fumadores comienzan a limitar su consumo en espacios cerrados o a hacer pequeños cambios conductuales, como retrasar el primer cigarrillo de la mañana.

“Los fumadores piensan que fuman porque quieren, pero en realidad manda el cigarrillo”, comenta la especialista, por lo que el objetivo de estas clases es lograr que los pacientes vean que dejando de fumar, recuperan su libertad.

Ya con la motivación alta, indican que las personas deberían recurrir a la medicación disponible en sus países para tratar la dependencia a la nicotina, a menos que se trate de menores de edad, embarazadas o que su médico de cabecera no lo recomiende.

De hecho, en Chile -según Chile Libre de Tabaco- existen terapias de reemplazo de nicotina (TRN) con chicles y parches, antidepresivos para el síndrome de la abstinencia (que requieren receta y control médico) y terapia alternativa como yoga, hipnosis o acupuntura, aunque estas últimas no están respaldadas por la ciencia y son más para “bajar el estrés y tomar conciencia de la salud propia”.

Desde España, recalcan la necesidad de que el tabaquismo se considere una enfermedad y no un “hábito”, como lo catalogan cientos de profesionales de la salud, y así poder entregar los tratamientos necesarios a las personas que quieren dejar esta adicción.

“Los fármacos son una parte de la estrategia del tratamiento y pueden duplicar el éxito, pero dejar de fumar es un proceso largo y se requieren también medidas conductuales”, explica Josep María Suelves, jefe del Servicio de Prevención y Control de Tabaquismo de la Agencia de Salud Pública de Cataluña.

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Las recaídas no son un fracaso

“Hay que pensar que esto es como el carnet de conducir: a veces no lo sacas a la primera”, dice Riccobene. Y es que fumarse un cigarrillo en el proceso de dejarlo no significa el fin del intento, sino una caída de la que hay que levantarse y seguir adelante.

Aquí entra en juego el proceso terapéutico. La ayuda profesional psicológica puede ser valiosa en el apoyo y refuerzo positivo del paciente que, con la motivación, medicamentos si los necesitara y terapia, puede seguir el tratamiento hasta el final.

Y aunque no existe una receta específica para todos los fumadores, pues existen personas que han logrado dejar de fumar sin ayuda y al primer intento, sí hay que tomar en cuenta las directrices de los especialistas. Además, los médicos recalcaron la importancia de no caer en la confusión de las “alternativas”, como los cigarrillos electrónicos, cuyo daño a largo plazo todavía está siendo estudiado.