Uno de los misterios más grandes que posee China es una tumba.

No es cualquier tumba, sino que corresponde a la de Qin Shi Huang, el primer emperador que tuvo la nación china unificada.

En 1974, un agricultor llamado Yang Zhifa y sus cinco hermanos se encontraban excavando un pozo de agua en un campo ubicado en la provincia de Shaanxi, ubicada al noroeste de China.

De un momento a otro, un fuerte sonido los dejó perplejos. Las palas que utilizaban chocaron con lo que sería uno de los hallazgos arqueológicos más relevantes del siglo XX: más de 7.000 figuras de guerreros de terracota que habían sido esculpidos en tamaño real.

Aquellas construcciones habían sido elaboradas desde el año 246 a.C., cuando el emperador Qin Shi Huang mandó a hacer su mausoleo personal. Se cree que el motivo de que los miles soldados estuvieran ahí era para resguardar la tumba del antiguo emperador.

Las estatuas de los soldados de terracota. Foto: Getty Images.

Cabe destacar que el monarca murió en el transcurso de un viaje hacia China oriental, en el que buscaba encontrar las llamadas islas de los inmortales, así como también el secreto de la inmortalidad.

Una de las mayores presunciones en torno a la muerte de Qin Shi Huang es que habría fallecido tras consumir un brebaje de jade y mercurio, la que fue recetada por sus propios alquimistas para alcanzar la vida eterna.

Un mausoleo lleno de misterios

Si bien el sitio donde fueron encontrados los soldados de terracota ha sido inspeccionada en innumerables ocasiones, la tumba del emperador de la dinastía Qin sigue siendo un verdadero enigma para China y también para el resto del mundo.

¿El motivo? La tumba nunca ha podido ser abierta, y por lo tanto, nadie ha podido observar lo que hay en el interior desde que el mausoleo fue sellado hace más de 2.000 años.

En esto hay distintas versiones de por qué no se ha conseguido ingresar dentro de la edificación en todos estos años. Algunos arqueólogos señalan que realizar una excavación podría dejar daños irreparables en la tumba, dado que la única manera de abrir la construcción es con técnicas invasivas.

Eso último, dicen los especialistas, podría significar perder material e información trascendental para la historia humana.

Por otra parte, están los arqueólogos que también temen que se llegue a abrir la tumba, pero por otras razones. Según un relato que elaboró el historiador chino Sima Qian casi un siglo después de que Qin Shi Huang falleciera, el mausoleo del emperador tendría en su interior varias trampas mortales para cualquier persona que intentara entrar.

El primer emperador de China unificada, Qin Shi Huang. Foto: UIG/Bridgeman Images.

“Se construyeron palacios y torres escénicas para cien funcionarios, y la tumba se llenó de artefactos raros y tesoros maravillosos. Se ordenó a los artesanos que fabricaran ballestas y flechas preparadas para disparar a cualquiera que entrara en la tumba. Mercurio se usó para simular los cien ríos, el Yangtze, el río Amarillo, y el gran mar, y se puso a fluir mecánicamente”, apuntó el historiador.

Si bien se podría pensar que un conjunto de trampas que han sido construidas hace tantos años no podrían funcionar, el escrito de Sima Qian hace referencia a la presencia de mercurio líquido en el mausoleo, lo que podría matar a cualquiera que entre a la sepultura.

En esa línea, existe un antecedente reciente que hace pensar que esa teoría no es tan lejana. En 2020, un grupo de investigadores de la U. Normal del Sur de China publicó un estudio en la revista Nature que reflejaba las altas concentraciones de mercurio que había en los exteriores de la tumba del emperador de la dinastía Qin.

Algunos arqueólogos señalan que sería peligroso abrir el mausoleo, debido a la posible presencia de mercurio al interior de la construcción. Foto: Getty Images.

“El mercurio altamente volátil puede estar escapando a través de las grietas, que se desarrollaron en la estructura con el tiempo, y nuestra investigación respalda los registros de crónicas antiguas sobre la tumba, que se cree que nunca fue abierta o saqueada”, explica el estudio.

Hasta que sea posible abrirlo sin que corra peligro, el mausoleo de Qin Shi Huang continuará siendo uno de los mayores secretos que guarda la antigüedad.