¿Tomar una decisión te parece una de las acciones más arduas de hacer? Si la respuesta es afirmativa, no es extraño que ocurra. La vida está basada en decisiones grandes que tienen repercusiones a largo plazo y otras que aparentan ser más simples, como escoger qué cocinar al almuerzo o qué planes hacer el fin de semana.
El obstáculo está en que, aunque tener más alternativas está asociado a una mayor libertad, puede suceder que eso mismo nos haga sentir paralizados y abrumados.
Cuando consideramos lo que conlleva cada una de las opciones de la lista, el temor a equivocarnos o perdernos de algo mucho mejor podría invadir nuestra mente. En el peor de los casos, imaginamos los escenarios catastróficos que resultan de las preferencias, aunque finalmente esas situaciones no se acerquen a la realidad.
A todo eso se le llama paradoja de la elección. Se trata de un concepto que explica que las personas se sienten menos satisfechas una vez que han tomado una decisión, ante la abundancia de alternativas que se le habían presentado.
Afortunadamente, hay una estrategia que puede ayudar en esto: la aleatoriedad.
Lanzar una moneda puede ayudar a tomar una decisión
Kit Yates, académico de biología matemática de la Universidad de Bath (Inglaterra) y autor de libros como How to Expect the Unexpected, explica en un artículo de la BBC que “la aleatoriedad nos ofrece una forma sencilla de superar la parálisis por análisis inducida por la elección”.
Según el profesor, cuando tenemos una cantidad abrumadora de opciones en la que solo hay que escoger una, “lanzar una moneda o dejar que un dado decida por ti” es probablemente lo mejor que podrías hacer.
¿La razón? Dejar una elección al azar permite que dejemos de pensar en los presuntos efectos -positivos o negativos- que atrae cada opción.
En 2019, investigadores de la Universidad de Basilea (Suiza) publicaron un estudio en la revista Journal of Experimental Social Psychology que concluyó que apoyarse de herramientas aleatorias “puede ayudar a evitar bloqueos de decisiones o la recopilación de demasiada información”.
Según recoge Yates, uno de los experimentos de esa investigación consistió en que tres grupos tenían que decidir ante un caso hipotético: si seguían o no con el contrato de un gerente de tienda. Dado que no era algo sencillo de realizar, los investigadores le indicaron a dos de los grupos que se podían apoyar en un lanzamiento de moneda, el que era “generado por computadora”. Si lo deseaban, podían ignorar lo que dijera la moneda o hacerle caso a ese resultado.
Los expertos también le explicaron a los dos grupos que, en el caso de que desearan más información para sustentar su resolución, podrían entregársela. Cuando la recibieron, todos los individuos tuvieron que tomar una decisión final.
El resultado fue que los participantes del experimento que habían hecho el lanzamiento de moneda tenían menos posibilidades de pedir información adicional antes de tomar su decisión final, detalla el estudio. Por ende, esos individuos estaban más seguros con su determinación si se les comparaba con los que no habían efectuado el lanzamiento de moneda.
“La influencia aleatoria de la moneda les había ayudado a tomar una decisión sin necesidad de realizar más investigaciones que requerían más tiempo”, enfatizó Yates.
Además, cuando el lanzamiento de moneda emitía un resultado opuesto a la preferencia original de los participantes, se identificó que las peticiones de información eran menos.
“Al verse obligados a contemplar el punto de vista opuesto, los participantes estaban más seguros de su elección original que cuando el lanzamiento de la moneda simplemente reforzó su primera decisión”, comentó el académico en el medio británico.
El profesor de la Universidad de Bath cree que es “reconfortante” pensar que en cualquier momento es posible sacar una moneda y que esta guíe en la toma decisiones, especialmente para las personas que les resulta agotador preferir una opción u otra.