A diferencia de muchos otros primates, los seres humanos tienen muy poco pelo. Se estima que en todo el cuerpo tenemos alrededor de cinco millones de folículos pilosos, sin embargo, son más bien imperceptibles a grandes distancias y están lejos de tapar ampliamente nuestra piel como sucede con otros mamíferos.
Así lo aseguró al medio BBC Tina Lasisi, antropóloga biológica de la Universidad del Sur de California (Estados Unidos) y comunicadora científica: “Técnicamente tenemos cabello en todo el cuerpo, son solo folículos pilosos en miniatura. Pero está miniaturizado hasta el punto en que funcionalmente ya no nos aísla”.
Cómo habría ocurrido la pérdida de pelo en humanos
Por cientos años, la ciencia no ha podido determinar por completo el origen de la pérdida de vello en humanos, aunque eso no ha descartado que haya surgido una serie de hipótesis al respecto.
Por lejos, la corriente que presenta mayor aceptación es la que plantea un “enfriamiento del cuerpo”, la denominada “hipótesis de la sábana”.
El origen de aquella teoría se remonta al Pleistoceno, cuando los primeros humanos tenían que cazar para conseguir los alimentos en la sabana. Debido a la necesidad de regular su temperatura corporal en medio de ese contexto, se habría desencadenado la pérdida de pelo en el cuerpo.
En el camino para sustentar esa hipótesis, se ha descubierto también que existen interruptores para genes que identifican si las células serán glándulas sudoríparas o folículos pilosos.
“Todas estas cosas tienen un camino de desarrollo relacionado. Si observamos eso en combinación con algunas de las cosas que podemos inferir sobre los genes que aumentaron la pigmentación de la piel humana, entonces básicamente podemos estimar con confianza que hace 1.5 o 2 millones de años los humanos probablemente perdieron el vello corporal”, argumenta Lasisi.
Si bien esa premisa adquiere cierto sentido y aceptación en la comunidad científica, para Mark Pagal, académico de biología evolutiva de la Universidad de Reading (Reino Unido), tiene algunos errores.
“Cuando estudias el calor de nuestro cuerpo durante un período de 24 horas, (puedes ver que) perdemos más calor por la noche de lo que queremos, por lo que el efecto neto de perder tu pelaje es que estamos en una especie de déficit de energía todo el tiempo”, enfatiza a BBC.
A eso, Pagal agrega que en miles de años hay grupos de humanos no han realizado carreras de resistencia, y que tampoco han vuelto a presentar pelaje, considerando que hay personas que viven en regiones extremadamente frías.
Desde la otra vereda, Lasisi argumenta que la hipertermia (temperatura corporal a niveles muy altos) podría haber sido un obstáculo mucho más grande que la hipotermia en África Ecuatorial, el espacio donde se habría dado la evolución humana: “Me parece que hay una presión un poco más fuerte para no sobrecalentarse, en lugar de una para mantenerse caliente”.
Al mismo tiempo, la antropóloga plantea que los seres humanos supieron adoptar estrategias específicas para combatir los contextos fríos, por ejemplo, el fuego, la ropa y la grasa parda.
A inicios de los 2000, Pagal trabajó junto al genetista Walter Bodmer para crear otra explicación sobre la falta de pelo en humanos: la hipótesis del ectoparásito. En aquella teoría afirmaron que un simio que no tenía pelo podría haber presentado menor cantidad de parásitos, lo que en esos contextos podía ser un factor tremendamente beneficioso.
“Si miras alrededor del mundo, los ectoparásitos son (todavía) un problema enorme en forma de moscas que pican y transmiten enfermedades”, asevera Pagal.
A su juicio, “esas moscas están todas especializadas para aterrizar y vivir en el pelaje y depositar sus huevos en el pelaje. Los parásitos han sido probablemente una de las fuerzas selectivas más fuertes en nuestra historia evolutiva, y todavía lo son”.
Aún no se puede descartar el hecho de que otras circunstancias hayan impactado en la ausencia de pelo, sostiene Lasisi. No obstante, también recalca que “realmente tienes que preguntarte, bueno, ¿por qué sucedería esto en los humanos y no en los chimpancés, los bonobos y los gorilas?”.
Qué es la teoría del simio acuático
Ha sido más bien descartada, pero otra explicación que nació para comprender los motivos de la pérdida de pelo es la teoría de los simios acuáticos.
La premisa principal de esta hipótesis es que los simios que luego se transformaron en humanos se movían en ambientes acuáticos, lo que permitiría comprender por qué el humano es bípedo y no tiene el cuerpo cubierto de pelo.
Pero para Pagal, esta teoría resulta difícil de ser cierta: “Antropológicamente, simplemente no hay ni una pizca de evidencia de que evolucionamos en las playas o cerca del agua (o que) tuvimos una fase acuática. Es desafortunado”.
Mientras tanto, otros especialistas han reparado en la existencia de otros mamíferos semiacuáticos, como las nutrias y la rata de agua, que tienen la superficie de su cuerpo repleta de pelo.
El uso de la ropa elaborada con pieles también podría haber impactado en esto. Si es que fue una de los factores motivantes de la pérdida de pelo, eso indicaría que sucedió hace uno o dos mil años, que viene a ser más reciente de lo que plantea la teoría del enfriamiento del cuerpo.
Siguiendo la perspectiva de Pagal, la ausencia de pelo habría comenzado a darse en ese periodo, es decir, hace máximo dos mil años, pero también destaca que “nadie lo sabe realmente”.
¿Y qué opinaba Charles Darwin sobre esto? En breve, el científico inglés relacionaba la falta de pelo en humanos con la selección sexual, dado que los primeros individuos habrían “preferido” a personas con menos pelos para emparejarse. Sin embargo, la creencia de Darwin ha sido prácticamente descartada por otros científicos.
Si los humanos no tienen el cuerpo cubierto de pelo como sí lo tienen otros primates, una duda legítima que puede originarse es por qué sí hay pelo abundante en otros espacios corporales específicos, como la cabeza, las axilas, las piernas y las zonas púbicas.
“Lo que parece tener sentido es que los humanos hayan conservado el pelo de la cabeza y, de hecho, lo hayan dejado más largo y, sobre todo, más rizado, para minimizar la ganancia de calor de la radiación solar”, explica Lasisi.
El pelo rizado presenta una estructura no tan sencilla de abordar, lo que a su vez deja bolsas de aire abiertas. Eso posibilita desvanecer el calor y también disminuir la cantidad de calor que alcanza el cuero cabelludo. A la vista de Lasisi, “cuanto más espacio haya entre el lugar donde incide la radiación solar, es decir, la parte superior del pelo, y lo que queremos proteger, que es el cuero cabelludo, mejor”.
Sobre el pelo en las zonas púbicas y las axilas, la antropóloga dice que se puede vincular al esparadrapo o también a un rastro de los primeros primates que usaban feromonas para comunicarse, aunque de esto último no hay evidencia.