Hoy la comuna de Las Condes está en el centro de la polémica por el rechazo del proyecto de construcción de viviendas sociales a un costado de la Rotonda Atenas, impulsado por la municipalidad. Se trata de viviendas de 64 metros cuadrados, que tendrán dos dormitorios y dos baños, y que se ubicarán en una torre de 15 pisos.

El proyecto se plantea como una solución para familias de menores recursos. Sin embargo, los vecinos han manifestado su malestar. El fin de semana pasado, convocados por la Junta de Vecinos Los Volcanes, protestaron con cacerolas y globos negros por la medida que, dicen, les preocupa.

El malestar de los vecinos es, han indicado, porque para realizar el proyecto se demolerá el actual centro comunitario. Pero además han manifestado temor por el efecto en la plusvalía de sus viviendas ante la llegada del proyecto social, en una zona que, que dicen, ya cuenta con una alta densidad, lo que colapsará la red de alcantarillado alcantarillado y aguas lluvias, junto con los problemas de tránsito vehícular asociados.

"Estamos acostumbrados a una ciudad segregada, y eso lo queremos cambiar. Esta política de mandar a los más vulnerables a los lugares alejados se acabó, ya no va más en Chile", indicó el alcalde Joaquín Lavín ante los reclamos y manifestaciones de los vecinos.

Segregación

Para los expertos en urbanismo, la actual discusión es reflejo de un fenómeno presente por décadas en Chile: la segregación residencial.

Cómo han reaccionado los vecinos es respuesta al desarrollo urbano de Chile, que ha sido segregado sobretodo en Santiago, donde las clases sociales no se topan en el espacio público, indica Felipe Link investigador de la línea geografías del conflicto del Centro de Estudios de Conflicto y Cohesión Social (Coes) y académico del Instituto de Estudios Urbanos y Territoriales de la U. Católica "Un proyecto como éste viene a polemizar, porque va en contra de esta tendencia", aclara.

En la Comuna de Las Condes el porcentaje de personas en situación de pobreza por ingresos, según datos Casen 2013, es de 1,33%. Si se observa ese mismo indicador en la Región Metropolitana, la situación es diferente, y alcanza el 9,2%, lo que a nivel país llega al 14,4%.

El concepto de segregación residencial, se refiere a la concentración espacial de grupos sociales por motivos de raza y/o clase. Lo que se conoce como "efectos de barrio", derivados de esa exclusión, es un tema que se ha estudiado y establece que el espacio habitado es un símbolo del espacio social.

Un estudio de investigadores de la U. de Princeton y del Instituto Brookings, reveló que no da igual el lugar en que se vive. De hecho, dicen en su trabajo, el efecto del lugar en que se vive en los primeros 16 años de su vida, es determinante para los ingresos que recibirá varias décadas después, aunque luego se cambie de lugar de residencia muchas veces.

La investigación aunque tomó información de los barrios en EE.UU, los autores indican que se aplican a cualquier otro país en donde se presentan altos niveles de segregación por clase. El trabajó cuantifica el promedio de lo que un estadounidense en promedio deja de ganar si vive en un barrio pobre de ese país, indicando que perderá cerca de US $900.000 a lo largo de su vida comparado con lo que recibe en ingresos su equivalente en un barrio acomodado.

Para Javier Ruiz-Tagle, investigador del Instituto de Estudios Urbanos y Territoriales de la U. Católica y del Centro de Desarrollo Urbano Sustentable (CEDEUS), la respuesta de los vecinos responde a un 'pánico social'. "La mayoría de los habitantes de Las Condes no están acostumbrados a vivir cerca de los pobres. De hecho, todo lo contrario: viven en Las Condes justamente para estar lejos de ellos. Sin embargo, existen viviendas sociales en el sector de Colón Oriente y se han estado construyendo más viviendas desde los 90s hasta ahora", explica.

Los alegatos de los vecinos de Rotonda Atenas, indica Ruiz-Tagle, "son bastante ridículos, por lo demás". Por un lado, dice, no quieren aparecer como discriminadores, y argumentan sobre los valores de sus propiedades, de la congestión, y de las alturas de los edificios. "Pero tal como ha pasado en otros lados, nunca alzaron la voz cuando construyen gigantescos edificios en altura en esos mismos barrios. En otras palabras, es un doble estándar: edificios grandes sí, pero no con pobres", sostiene.

Lo ocurrido entonces en Las Condes, era esperable que ocurriera porque son más de tres décadas de construir una ciudad segregada, indica Link, "pero no es deseable y hay que romper esa segregación a través de políticas públicas".

Pero no por vivir todos juntos se soluciona el problema de la segregación, aclara Link. "Si bien es un avance porque se diversifica la ciudad y existe mejor disposición para relacionarse con los otros. Pero no por vivir unos al lado de otros, se puede hablar de inclusión social. Ya que las prácticas sociales también son segregadas, las amistades, los servicios de salud son diferenciadas. Esto rompe un patrón y es un gesto simbólico de una comuna que no recibía este tipo de viviendas", sostiene.

Se trata además, de una configuración de larga data en Chile, agrega Ruiz-Tagle. Chile cuenta con una larga historia de segregación residencial que partió en la época colonial, separando a españoles y criollos, de los mestizos, nativos y esclavos africanos, explica. "Más tarde se establecieron límites entre la ciudad 'bárbara' y la ciudad 'civilizada', y luego distintos planes han logrado mantener a la elite siempre separada de la gran masa popular, con solo algunas excepciones", dice Ruiz-Tagle.

Fenómeno que en los últimos 40 años, se ha intensificado con la política masiva de vivienda social, y con la construcción cada vez más exclusiva y excluyente de viviendas para las clases altas. "Y al vivir en una sociedad en donde las desigualdades crecen día a día, y en donde la diferenciación social se plantea como un fin en sí mismo, no es raro que aparezcan grupos como estos que quieren defender sus intereses, su integridad socialmente homogénea, y los valores de sus propiedades", indica Ruiz-Tagle.

De hecho, no es la primera vez que esto pasa. Uno de los casos más extremos fue el de Hermita San Antonio en Lo Barnechea, dice Ruiz-Tagle, donde incluso se construyó un muro para dividir un proyecto de vivienda social de las vivienda acomodadas que quedaban al frente.