¿Por qué nos gustan los contenidos de terror y qué resguardos hay que tener al verlos? Esto dice la ciencia
Un equipo de investigadores identificó tres perfiles de aficionados a estos contenidos, además de explicar cuáles son los puntos que se deben considerar.
Si eres de las personas que disfruta de fechas como Halloween, es probable que también te guste ver películas, leer libros o participar en videojuegos de terror.
Aquellas historias que tienden a presentar figuras y escenarios espeluznantes resultan atractivas para algunas personas, a pesar de que puedan generar cierta incomodidad en otras.
Distintos especialistas de la psicología han descrito este fenómeno como “la paradoja del terror” y consiste, a grandes rasgos, en que sentir miedo en circunstancias específicas puede llegar a ser divertido.
El director del Laboratorio de Miedo Recreativo de la Universidad de Aarhus en Dinamarca, Mathis Clasen, explicó al Washington Post que recrearse con el miedo puede ser “una herramienta de aprendizaje importantísima”.
“Aprendemos algo sobre los peligros del mundo, sobre nuestras propias respuestas: ¿Qué se siente al tener miedo? ¿Cuánto miedo puedo soportar?”, añadió al citado medio.
Si bien, es probable que al hablar del miedo estés pensando en contenidos como los clásicos filmes de terror que muestran fantasmas o personajes similares, también hay otros que puedan generar esta emoción desde otras perspectivas.
Según Clasen, incluso a los niños les gusta sentirlo en niveles reducidos, a través de juegos como perseguirse o esconderse para que sus amigos o familiares los encuentren.
“Creo que nunca me he encontrado con una persona que no disfrutara con algún tipo de miedo recreativo”, aseguró el experto.
Qué dice la ciencia sobre por qué nos gustan los contenidos de terror
Clasen y un equipo de investigadores manifestaron que esto se debe a una combinación entre una subida de adrenalina y una oportunidad para aprender a enfrentar escenarios de miedo dentro de un entorno seguro.
En un estudio publicado en el sitio web de la American Psychological Association (APA) describieron tres perfiles de personas que disfrutan de los contenidos de terror.
El primer grupo abarca a las personas que gozan de la adrenalina y sienten una subida de ánimo con el miedo recreativo, además de experiencias que les faciliten hacer actos como gritar.
Por supuesto, aquello dentro de un espacio seguro y en el que no se presentan riesgos.
En dichos casos, las personas saben que los personajes que ven en contenidos como una película no son reales, pero independiente de ese factor, su cerebro de igual forma responde como si estuvieran frente a una amenaza.
En este sentido, una investigación disponible en ScienceDirect analizó imágenes cerebrales y concluyó que ver filmes de terror activa regiones de respuesta ante un peligro, tales como la amígdala, el córtex prefrontal y la ínsula.
Después de que se genera esa subida de adrenalina, un gran número de personas puede experimentar un estado de ánimo elevado.
Otro estudio publicado en la National Library of Medicine de Estados Unidos examinó una muestra de 262 adultos antes y después de que entraran a una suerte de “casa embrujada”.
De ese número, cerca de la mitad aseguró sentirse mejor después de haber participado en el experimento.
Asimismo, los exámenes cerebrales que les hicieron antes y después mostraron que quienes mejoraron su ánimo tras la visita tenían una respuesta neuronal menor a factores estresantes posteriores, lo que se condice con la subida anímica.
Sin embargo, no todas las personas que disfrutan de los contenidos de terror se ven motivadas por dicho fenómeno.
El investigador del Laboratorio de Miedo Recreativo de la Universidad de Aarhus, Coltan Scrivner, explicó al Post que su interés por aquello puede estar relacionado más bien al autoconocimiento.
“Son capaces de desafiar sus miedos, de retarse a sí mismos a enfrentarse a ellos”, afirmó.
Es aquí cuando entra un segundo perfil: el de las personas que se divierten tratando de “escabullirse” de lo que les genera miedo, lo que a su vez responde a un interés por “intentar alcanzar su punto óptimo”.
Uno de los trabajos académicos más destacados de Scrivner y Clasen hace referencia precisamente a ese punto.
Tras analizar una serie de casos, identificaron una tendencia clave: si el miedo no es suficiente, los contenidos son percibidos como aburridos, mientras que si este es demasiado, se produce más ansiedad que diversión.
Bajo esta esta línea, sugirieron que es probable que los “puntos óptimos” varíen dependiendo de cada persona.
Por otro lado, el tercer perfil de quienes disfrutan de estos contenidos hace referencia a quienes utilizan el terror como una forma de afrontar sus ansiedades en torno al futuro.
De esta manera, según explicaron los expertos, pueden identificar cuáles son los aspectos que les generan miedo, por lo que presumen que así pueden controlar mejor sus estados emocionales.
En caso de hacerlo, con el paso del tiempo pueden llegar a “aprender implícitamente algunas habilidades de regulación de las emociones para saber cómo sentirse, porque las estás expresando y sintiendo en un lugar seguro”.
Y a esto se le suma, según los especialistas, que aquello potencialmente puede ayudar en situaciones donde existan amenazas reales.
Por ejemplo, en uno de sus trabajos, Scrivner y Clasen vieron que a inicios de la pandemia los aficionados de contenidos de terror eran más resistentes psicológicamente, debido a que el miedo les ayudó a aprender cómo reacciona su propio cuerpo bajo presión.
Cómo ver contenidos de terror con los resguardos necesarios, según los expertos
Scrivner manifestó al citado medio que es clave que encuentres “el límite de tu zona de confort”, para que así no caigas en contenidos que te puedan generar ansiedad.
En términos generales, dijo que usualmente los libros, podcasts y películas de terror suelen ser menos intensos que los videojuegos, mientras que estos últimos lo son menos que las “casas embrujadas”.
Con esa referencia, recomendó empezar de a poco —incluso con filmes infantiles con elementos de terror— , para luego ir probando distintos contenidos.
Por su parte, Clasen contó que elaboró una “Guía de películas de terror para personas muy nerviosas”, en la cual sugirió obras del Studio Ghibli como Mi vecino Totoro (1988) y El viaje de Chihiro (2001) como punto de partida.
Ninguno de esos dos filmes es catalogado de terror como tal, pero sí contienen elementos que aluden a dicho género.
Asimismo, para aumentar la distancia psicológica entre una película y tu experiencia, sugirieron encender las luces, verla durante el día o incluso buscar spoilers previamente.
Cada uno de esos consejos, sumado a técnicas como respirar hondo e investigar antes de qué se trata, prometen ayudarte a que puedas abordar mejor el miedo que pueda provocar un contenido de este tipo.
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