No existe duda de que la dieta alimenticia influye en la salud de las personas. Sin embargo, lo que todavía está siendo estudiado es si saltarse algunas comidas incide positiva o negativamente en el funcionamiento del cuerpo.
Para un reciente estudio que realizaron los investigadores de la Escuela de Medicina Icahn de Mount Sinai en Nueva York, Estados Unidos, saltarse el desayuno o hacer el famoso ayuno intermitente podría conducir a un mayor riesgo de enfermedades cardíacas e infecciones.
No desayunar afecta al sistema inmunológico
La investigación, que se realizó en ratones, es una de las primeras que demuestra que saltarse las comidas desencadena una respuesta en el cerebro que afecta de forma negativa a las células inmunitarias.
Esto, según especifican los especialistas, sería una de las primeras luces para comprender cómo el ayuno afecta al cuerpo en el largo plazo.
Estudiaron desde un ayuno corto, de unas pocas horas, a uno más severo de 24 horas: le daban desayuno a un grupo de ratones inmediatamente después de despertarse y al otro no. Después, recolectaron muestras de sangre en distintos períodos de tiempo.
Al examinar los resultados, los investigadores identificaron una clara diferencia en el grupo que ayunaba: la cantidad de monocitos, que son los glóbulos blancos que se producen en la médula ósea y que viajan por el cuerpo para combatir infecciones, enfermedades cardíacas e incluso cáncer.
“Cada vez hay más conciencia de que el ayuno es saludable. De hecho, existe abundante evidencia de los beneficios del ayuno”, admitió Filip Swirski, autor principal del estudio y director del Instituto de Investigación Cardiovascular en Icahn Mount Sinai. No obstante, también aclaró que “nuestro estudio ofrece una advertencia, ya que sugiere que el ayuno también puede tener un costo que conlleva un riesgo para la salud”.
Y es que se trata de uno de los primeros estudios que logra entender que existe una conexión entre el cerebro y las células inmunitarias durante el ayuno. “El ayuno provoca una respuesta de estrés en el cerebro, eso es lo que hace que las personas tengan hambre, lo que desencadena instantáneamente una migración a gran escala de estos glóbulos blancos de la sangre a la médula ósea”.
Después, los monocitos vuelven recién al torrente sanguíneo poco después de que se reintroduce la comida. Y aquí estaría el problema, según la investigación, porque estos “inundarían la sangre” y podrían causar problemas en el sistema inmunológico, como inflamaciones o infecciones.