El Viejo San Juan -declarado por la Unesco Patrimonio de la Humanidad- es una de las ciudades coloniales más hermosas de América. La capital de la isla de Puerto Rico alberga un rico pasado español que data la época en que fue dominio de una Corona poderosa e influyente; y un presente y futuro como Estado Asociado de Estados Unidos. Una alquimia con tres almas: historia y cultura hispana, modernidad estadounidense y alma intensamente caribeña.
En las vías adoquinadas del centro de la urbe hay coloridas plantas trepadoras conocidas como buganvillas, además de zonas peatonales con los clásicos balcones de fierro llenos de flores y fachadas de casas pintadas de colores tan alegres como chillones. Reflejo innegable de que estamos en el Caribe, con un deambular constante de turistas y bulliciosos isleños por las calles, olores a fritanga que salen de casas y restaurantes que en muchos casos cierran muy entrada la noche, porque si hay algo en esta isla es vida y alegría en su gente.
Por las mañanas, la Plaza de Armas y las calles de San Sebastián y del Cristo concentran el ambiente del casco colonial, con su constante trajín y las conversaciones en voz alta entre vecinos y locales, casi siempre en spanglish. La música alta -reguetón, salsa o bomba- que sale de un parlante en cualquier negocio o bar es otra constante. También hay canciones en vivo que emanan desde una esquina en lo que parece un número improvisado, pero que más que incomodar, divierte porque es parte de la idiosincrasia de un pueblo expresivo y que por, sobre todo, adora la música.
La plaza de San José, junto a la iglesia del mismo nombre, alberga la estatua de Juan Ponce de León (1474-1521), el conquistador hispano que, además, fue el primer gobernador de la isla. El monumento fue hecho con el acero fundido de los cañones ingleses capturados durante un combate a fines de 1700.
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Vista aérea de San Juan, donde se mezclan construcciones tradicionales y otras más modernas. Foto: Flickr[/caption]
Caminando un poco, es posible observar el imponente castillo de San Felipe del Morro, fortificación del siglo XVI conocida simplemente como "el Morro" por su aspecto de mole inalcanzable. Desde aquí, cuando los españoles fortificaron la ciudad en 1539 y más tarde con el castillo de San Cristóbal, en 1634, la Corona mostraba su poderío a los enemigos ingleses y holandeses. Ambas fortalezas se pueden recorrer en visitas guiadas y, de hecho, los gruesos muros del Morro han pasado con los siglos de ser un elemento de defensa a un mirador privilegiado sobre la bahía de San Juan, aguantando bombardeos y también huracanes.
Un paseo por el extenso puerto de la ciudad da la posibilidad de observar el constante flujo de barcos y trasatlánticos, ya que Puerto Rico es uno de los destinos más recurrentes de zarpe de cruceros que navegan por el Caribe. En realidad, es un verdadero hub portuario. Y aunque durante este 2019 se ha visto algo mermado este movimiento por asuntos políticos, sigue siendo una imagen recurrente ver a diario cientos de grupos de turistas -parejas, adultos mayores, familias- que recorren siempre apurados el centro de San Juan, observando cámara en mano en unas escasas horas lo que un viajero debería visitar en días.
Muy cerca del puerto, El Paseo de la Princesa es un bulevar flanqueado por palmeras y quiosquitos que venden jugos, panqueques, batidos y dulces. Desde aquí también se puede alcanzar a admirar parte de las murallas que contornean casi todo el centro histórico.
"Si bien el principal ingreso de la isla sigue siendo a través de las diferentes líneas de cruceros que recorren el Caribe y tocan este destino en el que se mezcla la naturaleza, su historia y playas, Puerto Rico para nuestro mercado sigue siendo muy llamativo. Específicamente por su gente alegre y amigable, la ciudad es para un pasajero más exigente que busca en el Caribe un sitio diferente, que ofrezca mucho más que un hotel, poder conocer sus calles empedradas en el Viejo San Juan con sus bares y música, sus playas en el sector de Isla Verde", explica Mariza Cartagena, gerente de ventas de Panamericana Turismo. Ella agrega que el recorrido se puede "complementar con las compras que pueden llegar a ser mejores que en Miami. Si tienes más tiempo, la idea es poder arrendar un auto y recorrer otras áreas como El Dorado, Vieques con playas naturales y la Laguna Luminosa, que seguro será una experiencia increíble".
Chiloé caribeño
Puerto Rico tiene casi la misma superficie que la isla Grande de Chiloé (9.100 km2), aunque alberga bastante más habitantes: 3.600.000 versus 170.000. Se emplaza al noreste del Caribe, mucho más cerca de República Dominicana y Cuba que del estado de Florida. Y las referencias no son al azar. Al caminar por el centro el visitante se siente como en Santo Domingo o La Habana, pero a pesar del pasado mestizo-español el presente es más bien gringo. Aquí no abundan los hoteles todo incluido, pero el turismo es por lejos, una de las principales herramientas para reorientar la economía puertorriqueña, inmersa en una grave crisis tras el progresivo deterioro de su industria y el devastador paso de huracanes que afectaron fuertemente la infraestructura hace dos años.
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Además de su legado hispano, Puerto Rico cuenta con una gran riqueza natural que se expresa en sus playas. Foto: Fernando Sánchez Magrane[/caption]
Pero el hecho de ser un Estado asociado de Estados Unidos (la dolarización, la mano de obra más cara, entre otras cosas), han impedido a la isla luchar de igual a igual con Punta Cana o Varadero en el turismo de masas. La clave, al parecer está en apuntar a turistas que buscan más diversidad y experiencias en sus vacaciones. Combinar sol y playa con gastronomía, cultura y atractivos naturales parece ser la fórmula.
"Puerto Rico es una mezcla perfecta entre cultura, diversión y playa. Esa combinación es difícil de encontrar y aquí es realmente perfecta. Su gente y cultura son muy entretenidas, lo que hace que todo turista quiera quedarse o repetir más de una vez el viaje. Quienes viajan a la isla es gente que ya conoció más del Caribe y que ante todo está buscando experiencias. Puerto Rico es un tremendo destino, es interesante, tiene cultura, fiesta, playa y diversión. Es diferente a lo que vemos en los destinos de Caribe tradicional", dice Sergio Correa, director de marketing & producto Conosur de Viajes El Corte Inglés.
En esta isla caribeña, el visitante hallará kilómetros de playas de arenas blancas, montañas donde llueve tanto que existe una biodiversidad única, verdes valles y una gran cantidad de atractivos naturales.
Como el bosque lluvioso de El Yunque, que recibe 3.400 mm de lluvia al año y en el que conviven más de 240 especies de árboles y otras tantas de aves, animales e insectos.
Visitar la ciudad de Ponce es sumergirse en uno de los mejores ejemplos del urbanismo colonial de Puerto Rico, con edificaciones e iglesias neoclásicas. Además, la Bahía Bioluminiscente –ubicada a 65 km de San Juan- es un espectáculo sin igual: en ese lugar un alga microscópica sufre una reacción química al ser tocada, lo que produce un verdadero destello. En el lugar, se realizan paseos nocturnos en kayaks para observar detenidamente este singular y atractivo fenómeno.
Pero hay dos sitios que no forman parte de la isla grande de Puerto Rico y que son fundamentales: las islas Vieques y Culebra. A esta última se llega tras una hora y media de navegación o de 15 minutos en avioneta, y aquí se encuentra playa Flamenco, considerada en muchos rankings una de las mejores y más bellas del planeta. De hecho, se dice que en esta pequeña isla y en sus playas es posible hallar todas las tonalidades de azul, desde el más oscuro hasta el brillante turquesa.
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El bosque lluvioso de El Yunque alberga una rica biodiversidad. Foto: Elisa Rodríguez[/caption]
Vieques también se alcanza tras una hora de navegación o en un corto tramo de avioneta. Hasta inicio de los 2000 era una base militar y, de hecho, aún es posible observar algunos tanques abandonados en la arena en una imagen un tanto surrealista. Hoy es un sitio protegido, por lo que ni hoteles puede albergar.