En la región de Siberia, en Rusia, más específicamente en las cercanías de la ciudad Yakutsk, se encuentra la llamada “puerta al infierno”, nombre impuesto por los lugareños del sector.
Sin embargo, esta se trataría en realidad de una estructura geológica en el país europeo y su nombre oficial es cráter de Batagaika, el cual fue descubierto en el año 1991 mediante un satélite.
Este cráter ha hecho noticia estos últimos días luego de que un estudio, publicado en la revista Geomorphology, indicara que esta estructura geológica continúa creciendo, cerca de 1 millón de metros cúbicos cada año.
Así lo señaló un equipo internacional de investigadores liderado por científicos de la Universidad Estatal Lomonosov de Moscú, en Rusia, y el Instituto Alfred Wegener, en Alemania, quienes estaban encargados de la investigación.
¿Qué es la “puerta al infierno”?
La “puerta al infierno”, u oficialmente el cráter de Batagaika, tiene casi 100 metros de profundidad y un kilómetro de ancho. Las investigaciones son claras al definir un punto: el lugar sigue creciendo luego de que sus paredes -o acantilados- retrocedan a un ritmo anual que iría entre los 10 y 12 metros.
Como se mencionó anteriormente, fue descubierta en el año 1991 y nació producto del colapso de una sección de laderas. Esto permitió exponer un permafrost existente, esto es un suelo o terreno que se mantuvo congelado y es casi como cemento, desde hace miles de años.
Si bien, no es una “puerta al infierno” como tal, se puede entender como un portal al pasado, ya que en el año 2018 científicos encontraron una cría de caballo congelado desde hace 40 mil años.
Esto se debe al permanente deshielo que esta pasado el permafrost, el cual, según explicó el equipo de investigación publicada en Geomorphology, es “extremadamente alto”.
Las cifras señalaron que la en menos de diez años la cuantificación arrojó un ensanchamiento de 200 metros. Junto a ello, añadieron que “todavía está creciendo activamente”.
¿Es la única “puerta al infierno”?
Si bien el nombre de “puerta al infierno” al cráter de Batagaika fue impuesto por los lugareños y es reconocida por ello, no es la única estructura geológica que es conocida por este nombre.
En Turkmenistán existe el cráter Darvaza, de unas fauces pronunciadas con 20 metros de profundidad que emiten llamas a las alturas, como un volcán en miniatura, y con 70 metros de diámetro. A diferencia del ubicado en Rusia, no es una formación geológica natural.
Apareció en la década de los 70, mientras una compañía soviética taladraba el desierto en busca de depósitos de gas natural. Esto significa que “la puerta al infierno” de Turkmenistán es un cráter de gas natural en sí mismo, que se enciende al contacto con el oxígeno en la superficie terrestre.
Las llamas del cráter Darvaza en Turkmenistán han ardido por más de medio siglo. Sin embargo, en la actualidad, se han convertido en una amenaza para la salud humana y el medioambiente. Las autoridades de la región trabajan en un plan para manejar esta situación.