“La vida no es justa”, o “deberías agradecer que al menos tienes trabajo”, son frases que se repiten mucho en un ambiente laboral no muy grato y que hacen un llamado a conformarse con la actual situación, aún cuando esta no es lo que un trabajador merece.

No obstante, distintos estudios han demostrado que los humanos están programados para querer su parte justa, por lo que ir en contra de esta naturaleza puede causar mucho estrés, angustia y tristeza, convirtiendo así el trabajo en un acto miserable.

Los psicólogos se refieren a esto como “desequilibrio esfuerzo-recompensa”: el esfuerzo es el tiempo, energía y trabajo emocional que se utiliza para completar una tarea, mientras que la recompensa es la que obtienes en tu lugar de trabajo, como compensación, beneficios, reconocimiento y oportunidades.

“La necesidad de justicia es probablemente una predisposición biológica para evitar la explotación”, aseguró Sarah Brosnan, profesora de psicología, filosofía y neurociencia de la Universidad Estatal de Georgia, a The New York Times.

Si sientes que en tu trabajo, tus esfuerzos no están en línea con las recompensas que recibes, estos son algunos pasos para examinar tu situación e intentar recuperar el mayor equilibrio posible, según distintos expertos.

Qué hacer cuando tu trabajo es miserable y no recibes la compensación que mereces

1. Hacer una prueba de la realidad

Un psicólogo conductual desarrolló “la teoría de la equidad”, que establece que para sentirse motivados, los empleados deben estar convencidos de que las recompensas que reciben son justas y similares a las que reciben sus contrapartes.

No obstante, antes de tomar conclusiones precipitadas, los especialistas recomiendan preguntarse: “¿Realmente mi empresa, equipo o gerente me están infravalorando?”.

Una buena idea puede ser conversar con el sindicato, si es que estás representado por uno, o consultar con un asesor profesional para entender cómo se compara tu compensación u otros tipos de recompensas con quienes se desempeñan en funciones similares y ver cómo abordar las desigualdades.

Además, es importante considerar las recompensas intangibles: ¿Estás aprendiendo mucho? ¿Haciendo conexiones útiles? ¿Tienes un gran jefe u horarios flexibles? ¿Recibes reconocimiento por tus esfuerzos?

2. Tomar acción

Una vez que identificas las prioridades que tienes en tu trabajo, debes pensar qué puedes hacer al respecto, pero de manera constructiva.

En esta línea, Dennis Stolle, director senior de psicología aplicada de la Asociación Estadounidense de Psicología, sugirió entablar una conversación directa con el jefe a cargo y contarle los objetivos que tienes: “¿Son realistas? ¿Están alineados con lo que la empresa necesita y quiere? Durante la conversación, sea lo más concreto posible sobre lo que quiere”, aconsejó.

Por ejemplo, si estás buscando una mayor compensación monetaria, debes observar objetivamente el valor que le agregas a la empresa, pues esa información ayudará a que el jefe entienda.

Lo mismo con las recompensas menos tangibles, como las oportunidades. El doctor Stolle ejemplificó con una mujer joven que comenzó a trabajar en marketing y que quiere que la inviten a reuniones con clientes. No obstante, su supervisor no sabe que ella espera que esto suceda en el primer año de trabajo.

Por ello, tener una conversación sobre los objetivos permite establecer un cronograma más concreto y realista.

Qué hacer cuando tu trabajo es miserable y no recibes la compensación que mereces

3. Deja de comprometerte tanto

El compromiso excesivo sucede cuando las personas se entregan completamente a su trabajo, incluso cuando las recompensas no justifican tal nivel de esfuerzo.

“El compromiso excesivo, combinado con recompensas bajas, puede hacer que los trabajadores sean especialmente vulnerables al agotamiento emocional”, aseguró Stolle.

“Si has hecho tu mejor esfuerzo y todavía no recibes un trato justo, no tienes por qué vivir así. Seguramente hay otras oportunidades. Puede que no suceda mañana, pero puedes empezar a buscar”, recomendó el experto.