Esta nota incluye partes de violencia explícita. Si tienes dudas sobre salud mental y prevención del suicidio, puedes llamar a Salud Responde marcando el número 600 360 7777.
Un día antes de desaparecer, Sebastián Ignacio Álvarez Bernales publicó varios posteos en redes sociales, los que tal vez contengan alguna pista sobre su actual paradero. O bien, expliquen los motivos tras su desaparición hace casi seis años.
Aquella vez en Instagram Mente Enferma colgó una foto con la vista desde el balcón de su casa hacia la playa, en la que aparece escrito sobre la arena un coqueto mensaje dedicado a su novio.
En Twitter, en tanto, habló de cuánto amaba la canción “Blood honey” de Marilyn Manson y colgó la foto de un atardecer marino:
“Ahora estás atada, te encanta”, dice su letra.
La tarde del 28 de septiembre de 2017, Álvarez quiso despedirse de uno de sus seres más queridos. Antes de que su celular dejara de emitir señales, e incluso antes de que la PDI publicara anuncios con su rostro y la leyenda “persona extraviada”, Sebastián le envió un mensaje de WhatsApp a su hermana María José y apagó el dispositivo.
“El mensaje era largo, pero lo que más me quedó grabado hasta el día de hoy es que si mi hijo preguntaba por él, yo le contara las cosas buenas y no lo malo”, revela María José a La Tercera, “me dijo que ahora sí lo iba a lograr…”
Sebastián, de entonces 34 años, se dirigió con su perra Violet hasta el espeso bosque de Curiñanco, donde los olivillos miran al mar en la Región de Los Ríos.
“...esta vez sí se iba a suicidar”.
Desde ese día su pista se perdió para siempre y nunca más sus cercanos han vuelto a verlo o contactarlo.
El primer influencer chileno
Nacido el 26 de julio de 1985 en Quilpué, Sebastián Álvarez vivió su infancia y adolescencia entre Villa Alemana y La Calera, donde fue criado por sus abuelos.
Según fue contando en diversos posteos que compartía en Internet, desde pequeño se dio cuenta que le gustaban los hombres, pero siempre lo ocultó por temor al bullying y la desaprobación.
Tenía un carácter fuerte, lo que le permitió sobrevivir a la etapa escolar, cuando comenzó a transformarse en una especie de proto influencer, pese a que el término todavía no existía, ni mucho menos las redes sociales eran omnipresentes en la vida de millones de personas.
“Cuando llegamos a Calera y él estaba en su adolescencia empezó a ser más retraído. Ya no era de jugar como antes, estaba encerrado en su pieza escuchando música”, dice a La Tercera su hermana María José. “Más o menos a los 14 años nos contó que era gay, ahí empezó más con el tema de dark y todo eso”.
A mediados de los 2000, cuando se pintaba el pelo, se ponía lentes de contacto de colores y maquillaje en la cara, Sebastián se transformó en un ícono en Fotolog, uno de los sitios más usados por los jóvenes chilenos cuando Facebook todavía era una idea y no había Instagram ni mucho menos TikTok.
Para Álvarez, que todavía formaba su identidad como adolescente, Fotolog era un diario de vida donde volcaba sin límites toda su personalidad.
Y mal no le iba: sus publicaciones se llenaban de comentarios en apenas minutos y era uno de los más visitados del planeta. Estuvo varias veces en el Top 10 mundial.
—Noté que todos los jóvenes tenían un Fotolog y dije: “Yo me voy a hacer uno y voy a marcar la diferencia” —contó el propio Sebastián en una entrevista con el extinto sitio Wow.
Subía fotos que llamaban la atención por sus atrevidos looks emo y apariencia andrógina, cuando en Chile todavía era una novedad llevar el pelo alisado y ojalá tapando parte del rostro, lentes de contacto de colores rojos o blancos, ojos delineados y una piel maquillada tan pálida como la nieve.
Era, guardando las proporciones, una mezcla entre Brian Molko —el influyente líder de Placebo— y el propio Manson.
Sus imágenes editadas las acompañaba con profundos textos sobre ser gay, pero también sobre los sentimientos de soledad, incomprensión y ganas de morir. No era para menos, ya que luchaba a diario tras ser diagnosticado de trastorno límite de la personalidad, conocido como borderline.
De hecho, cuando los médicos le explicaron el diagnóstico a su familia, sentaron las bases de lo que sería su alias online:
—Tiene una mente enferma —les dijo un doctor.
“Inevitablemente significa una inestabilidad emocional, conductas al borde de la locura y actos irracionales”, detalló él mismo en Fotolog. “He tratado de vivir con esto, pero cuando menos lo imagino mi mente se vuelve mi peor enemigo”.
Vulnerable y a veces demasiado honesto, acaso siempre con la intimidad a flor de piel, Sebastián comenzó a conectar con otras personas y llamó la atención de cientos en las redes cuando el alcance se medía en la cantidad de comentarios.
—Siempre pensé en hacer mi Fotolog para conseguir fama. Me demoraba una hora en subir una fotografía, de estilo dark o under. Invertía mucho tiempo en el texto que ponía, ya que eso era lo atractivo de mi página —contó en 2016 a La Tercera—. Tenía 20 años y escribía de temas depresivos, sobre lo que sentía y en no más de cinco minutos tenía mis cien comentarios. Estaba en la típica depresión de la edad.
Su popularidad lo llevó a las radios juveniles, donde se le presentó la oportunidad de crear una canción, “Distinto a los demás”.
Según dijo a este medio hace 7 años:
—Me invitaron a la FM Hit y la gente comenzó a llamar para comentar sobre mi Fotolog y estilo, colapsando los teléfonos. Al sacar mi canción, me escuchó un productor de Universal Music y me ofreció grabar un disco.
Personalidad limítrofe
Como buen seguidor del rock industrial y el emo, Mente Enferma aceptó la oferta y el año 2006 publicó Personalidad limítrofe, el primer y único álbum de su autoría.
Allí, Sebastián contó con influencias rockeras y electrónicas, abordando los mismos tópicos que lo hicieron viral en Fotolog. El EP, donde el arte es predominantemente de color negro, contó con cinco canciones que llevan los siguientes títulos: “Maldito sufrimiento”, “Distinto a los demás”, “Callar”, “No quiero morir” y “Enfermo, esquizo”.
Andrés Tolosa fue quien estuvo detrás de la grabación. En conversación con La Tercera, el productor musical relata que todo partió cuando Eduardo “Panda” González, entonces promotor del sello, lo llamó para hablarle de Sebastián y el impacto que tenía en Internet.
—Me dijo “podríamos hacerle un disco al cabro, no sé si canta, pero hagámosle un disco”. Yo respondí “ya po, mándalo para el departamento y ahí vemos qué podemos hacer”.
A los días, Sebastián llegó a su casa y, al verlo por primera vez, recuerda que le impactó su imagen poco usual para la época: era muy alto, muy delgado y llevaba los ojos blancos.
Tras las preguntas de rigor, conversando de música pudieron romper el hielo entre ambos y congeniar. O al menos por un tiempo.
—El método de trabajo era así: le pedíamos a Sebastián que escribiera algo, todo lo que pensara —detalla Tolosa—, y nosotros acomodábamos la letra para que tuviera una línea melódica más o menos plana.
Con la música sonando en las radios y la llegada de las primeras presentaciones en vivo, también se sumaron más seguidores y curiosos. Sebastián y su banda realizaron al menos cinco shows en Santiago y otras ciudades, incluyendo plazas como la Sala SCD Vespucio.
—En las tocatas las cabras gritaban tanto que yo ni siquiera escuchaba el teclado —rememora el productor—. Él (Sebastián) era como el frontman del asunto, generaba una efervescencia así pero gigante.
Desde su posición de bajista, Enrique Espinoza coincide en los efectos que provocaba la sola presencia de Sebastián en el escenario. “Iba mucha gente, en esa época él andaba con chicas de la misma onda que él, que se vestían con el estilo dark”, cuenta a La Tercera. “Le pedían autógrafos y que les firmaran los discos. Me acuerdo que era un griterío, aunque teníamos monitores no escuchábamos nada de lo que tocábamos porque era ensordecedor”.
De ese periodo en que estalló la fama de su hermano (El Mercurio lo llamó “El Marilyn Manson local”), María José recuerda que tenía su propia pieza llena de peluches. Las jóvenes se lo regalaban a Sebastián, y a su vez, él se los pasaba a su hermana.
—Para mí era complicado, porque como él era conocido las niñas trataban de abordarme para acercarse a mi hermano y era un poco molesto eso. Igual estaba contenta porque a él le encantaba tener su música y para él ser famoso era todo —dice.
Espinoza recuerda que nunca tuvieron algún tipo de conflicto.
—Él era más retraído, hablaba poco, pero nunca tuvimos ningún problema. Éramos una banda, pero teníamos claro que la gente iba a verlo a él.
Tolosa, que estuvo tras la producción de Personalidad limítrofe, sí tuvo conflictos con Sebastián. Y es que el EP fue pensado inicialmente como un larga duración con más canciones, pero Mente Enferma no quiso volver a escribir letras por más que debía hacerlo.
—Un día tuvimos una discusión y me dijo: “Y qué tanto, si ustedes qué saben de música, no saben nada”. Llamé al Panda y le dije “sabes qué… yo paso”. Le respondí lo mismo a Sebastián, lo mandé a la punta del cerro.
Varios años después, evocando ese breve pasaje musical de su vida, el ídolo de Fotolog navegó hasta un video en Youtube de Tolosa y le posteó:
—Deberíamos volver a hacer música.
Pero el productor no quiso responder. Su decisión ya estaba tomada.
La era ssiiaabb
Tras la explosión de Fotolog y su fugaz incursión musical, Sebastián aumentó considerablemente su círculo de seguidores, pero al mismo tiempo comenzó a mostrar una faceta más polémica y hater.
Coincidió cuando la página de fotos perdió popularidad y surgieron otras redes como Facebook. Por consiguiente la fama de Sebastián desapareció, pero no sus ganas de tenerla. Según contó a La Tercera en 2016:
—Me quedó gustando la fama y nunca mencioné que era incorrecto buscarla de forma negativa. Comencé a publicar mis depresiones e intentos de suicidio, todo para atraer más público.
Especialmente en su cuenta de Twitter, @ssiiaabb, Mente Enferma empezó a postear sin filtro comentarios de odio hacia la gente con sobrepeso, migrantes, personas discapacitadas y apologías a la anorexia.
Rápidamente provocó escozor y el rechazo de varias personas, pero también cierto morbo entre quienes seguían sus movimientos incluso en televisión, hasta donde llegó como invitado de programas que le dieron tribuna, como El diario de Eva y Mentiras Verdaderas.
En 2011 se descubrió que fue el creador de un blog en el que posteaba fotos de mujeres con sobrepeso, para posteriormente burlarse de ellas. Este hecho le valió una querella del Sernam, y después, una golpiza en el metro de Valparaíso.
—Como ven estoy llorando… me siento como las pelotas porque me acaban de pegar en el metro —se le escucha balbucear en el registro que subió inmediatamente tras la pateadura.
Entre sollozos, mientras su ojo lucía notoriamente hinchado, Sebastián no deja de hablarle a la cámara:
—Me pegaron delante de toda la gente y nadie hizo nada.
Pese a que en los años de Mente Enferma siempre escribió abiertamente de su homosexualidad, en 2012 apareció con una novia llamada Valentina. El hecho no dejó indiferente a quienes lo seguían.
De esa relación dejó varios registros en Youtube, tal vez como una forma de aclarar al público su orientación sexual:
—Todas las minas son iguales menos ella —dice en uno de los videos—. Es distinta, ella no se encuentra en cualquier lado por eso la amo, por eso es el amor de mi vida.
Le gustaba la noche, fue adicto a la cocaína y amante de la fotografía. No por nada en su cuenta de Instagram hay casi cinco mil publicaciones. También se consideraba un geek y constantemente estaba probando nuevos teléfonos.
Por supuesto, todo esto lo mostraba y compartía en la red.
Durante un par de años el ícono dark de los 2000 vivió en Viña del Mar. Allí trabajó como estilista independiente y también en peluquerías establecidas, como Palumbo. Sin embargo, María José explica que siempre duraba poco en los trabajos formales.
—No le gustaba el hecho de tener que depender de alguien. Él tenía sus clientes aparte, nos arreglaba el pelo a todos los de la familia pero de forma particular —cuenta su hermana—. No se llevaba con el tema del tener jefe.
En Viña del Mar residió hasta 2016, cuando su vida se cruzó con la de un ex militar estadounidense que sirvió en Pakistán y que vivía de su jubilación en Valparaíso. Por decisión propia, no hablaba casi nada de español.
Nueva vida en Curiñanco
Según contaría el mismo intérprete de “Maldito Sufrimiento” a sus cercanos, su vínculo con Michael Rowe no estaba exento de tormentos por sus personalidades fuertes. A eso se sumaba la diferencia de edad: él tenía 50 años y Sebastián, en ese momento, 33.
Aún así acordaron dejar atrás el puerto y mudarse en 2017 a Curiñanco, una pequeña localidad costera de poco más de mil habitantes cercana a Valdivia. La elección no fue azarosa, porque era un sitio donde Sebastián podría alejarse de la ciudad, de la “gente común” que lo tenía harto y de los consumos problemáticos que arrastraba desde hace un tiempo.
Tendrían una buena combinación: a un costado estaba el mar, y al otro, la selva valdiviana.
Sebastián llevó a un almuerzo familiar a Michael para que lo conocieran. Los que sabían inglés intentaron hablarle dentro de lo posible. Desde esa primera visita, a María José no le causó una buena impresión.
—Es como la intuición, solamente de presencia no me agradó —cuenta la hermana de Mente Enferma—. Después lo fui a ver a la casa donde vivían y me fui dando cuenta de que más mal me caía. Yo llegaba, se enojaba y le gritaba en inglés a Sebastián que no tenía por qué haber visitas.
Cuando Sebastián le manifestó a su hermana su decisión de irse a Curiñanco, ambos tuvieron una fuerte discusión. Ella le rogó que no se fuera, pero no le hizo caso. Desde ese momento se alejaron y la comunicación fue casi nula en los meses siguientes, hasta el punto en que bloqueó a María José de todas sus redes sociales. Eso se mantiene hasta el día de hoy.
—Comenzando una nueva etapa… la mejor —fue la descripción que usó Sebastián para contarle a sus seguidores que se trasladaba a la Región de Los Lagos junto a su pareja casi dos décadas mayor.
De los archivos fotográficos que aún persisten se desprenden algunas postales de esos días: subía fotos muy enamorado junto a Michael, del mar, de atardeceres y de su perra Violet.
Reiteraba lo bien que estaba allá, incluso comenzó a trabajar como peluquero en Valdivia, pero a mediados de junio escribió:
—Si algo me pasara, no se imaginen “un rayo mató a Mente Enferma”. Por favor nunca olviden cuánto amo a Michael en este momento, Curiñanco nos ha hecho tan bien.
No todo era como aparentaba ser en redes sociales. Desde antes de irse al sur, Rowe enfrentaba graves problemas con el alcohol, particularmente con el vodka que consumía a diario (según dio cuenta Biobío), y un temperamento que se volvía complejo considerando su formación marcial.
Sebastián también estaba presentando un consumo problemático de cocaína y cerveza. Así lo prueba una foto que subió en Twitter. En la red social de Elon Musk, escribió: “Llegaron mis 186 latas de cerveza y las 36 botellas de vodka”.
E incluye a Rowe sin mencionarlo: “We love drinking”.
En paralelo, también pasaba su tiempo con su vecina y amiga Fabiola. Durante esos cinco meses que alcanzó a vivir en Curiñanco, ella fue alguien en quien se podía refugiar y probablemente su mayor apoyo emocional. Tenían largas conversaciones sobre los temas que lo unían, como el arte, hacían paseos por el bosque y la playa, leían el tarot y cocinaban para sus “maridos”, como decía él.
—Siempre lo noté con harta felicidad por su nuevo comienzo, pero en ciertos momentos también se veía inestable —explica Fabiola a La Tercera. La terapeuta holística rememora que, frente a otros, la pareja demostraba mucho amor. Pero en privado, habían ocasiones en que Sebastián se desahogaba y le contaba las reiteradas peleas que tenían.
—Me decía a veces que ya no aguantaba más, que estaba chato, que Michael tomaba mucho y que se ponía pesado.
La pareja residió en al menos dos cabañas en las que se produjeron varios hechos llamativos. Entre ellos el no pago de arriendos, rituales, excesos y violencia.
Al mismo tiempo, Sebastián causó una gran molestia entre la comunidad mapuche residente en Curiñanco, ya que habría ingresado a un cementerio indígena con intenciones de profanarlo.
Fabiola rechaza esa versión y dice que Sebastián solo entró a sacar fotos para sus redes.
—La gente de Curiñanco no lo quería mucho. Yo sentía que lo discriminaban por lo diferente que él era: se pintaba los ojos, andaba con su estilo, no le importaba nada. A la gente le molestaba eso desde el prejuicio.
En el periodo de Curiñanco, un lugar al que los mapuche conocen como Águila Negra, Sebastián hizo múltiples referencias a figuras esotéricas del Tercer Reich, como la Sociedad Vril y una tétrica muñeca a quien llamaba Fabiola Orsic.
Según sus seguidores, el nombre de esa muñeca hacía alusión directa a la médium María Orsic.
¿Dónde está Mente Enferma?
La noche del 27 de septiembre de 2017, Sebastián apareció en la casa de Fabiola. Llegó en muy mal estado emocional y le dijo que estaba cansado de vivir con Michael, que había pensado varias veces en matarse pero que era cobarde y no se atrevía a hacerlo.
—Estaba cansado de las peleas y las adicciones de Michael —dice Fabiola.
Ella y su pareja consolaron a Sebastián. Le hicieron una sesión de reiki y sonoterapia para que se calmara, pero nada parecía ayudarlo. Hasta le ofrecieron que se fuera a vivir con ellos por un tiempo para que se alejara del estadounidense, a lo que Sebastián se negó, porque decía los ensuciaría con su negatividad.
—Cuando se fue me dio un abrazo, me dijo que agradecía todo lo que yo había hecho por él y que sentía que se venía algo grande, intenso. Fue como una despedida.
Al día siguiente, en la tarde, Sebastián le escribió por WhatsApp a su hermana y a Fabiola. A las dos les dijo que no quería seguir viviendo. Apenas leyeron los preocupantes mensajes, las mujeres llamaron a Sebastián. Pero para ese momento él ya había apagado el móvil.
Según la versión de Rowe, Sebastián salió de la cabaña que ambos compartían con rumbo al bosque de Curiñanco. Se llevó lo puesto y una mochila. Violet, la mascota que compartían, lo siguió.
Rowe no lo buscó, porque dijo que escapar era una conducta habitual en Sebastián cada vez que discutían.
Con los mensajes de su hermano reverberando en la cabeza, María José fue la primera en comenzar a buscar a Sebastián. Preocupada, le escribió por correo electrónico a Rowe, porque no tenía su contacto. Tuvieron que pasar varios emails para que el estadounidense le respondiera con enojo.
—Me dijo que “tu hermano es un asesino, mató a mi perro”. Yo no entendía y le decía “pero de qué estás hablando, te estoy preguntando por Sebastián”. A él solo le importaba que supuestamente Sebastián se había llevado al perro —cuenta a La Tercera María José.
Después, él le escribió que la perra había vuelto, pero Sebastián no.
La hermana de Mente Enferma enfrentó al ex marine y lo obligó a dejar una denuncia por presunta desgracia ante la PDI de Valdivia. Así fue como Rowe llegó hasta la Brigada de Homicidios, pero ocho días después de la última vez que vio a Sebastián.
En casi seis años, los intentos por esclarecer lo que ocurrió con Mente Enferma han sido desalentadores. Aunque la PDI y la Armada buscaron y peinaron los alrededores de Curiñanco, cerca de la desembocadura del río Valdivia, no consiguieron ninguna pista o indicio.
De lo que sí hay una certeza es que Sebastián se habría llevado consigo su celular el día de su extravío, y tras la triangulación realizada, se identificó que el último lugar en que estuvo el dispositivo fue en un acantilado, al final de un parque en Curiñanco. Eso impidió que la Armada pudiera explorar las aguas de ese sitio.
Además de esas búsquedas iniciales, María José dice que en estos años la investigación no ha avanzado prácticamente en nada. Por sus insistencias, recién el año pasado la Fiscalía comenzó a contactar al círculo cercano que Sebastián tuvo en la localidad costera.
Si bien Rowe colaboró con su testimonio a las policías en su momento, la familia de Sebastián desconfió de él desde un principio por su nula preocupación por el estilista en los primeros momentos, los más vitales para hallar a una persona desaparecida con vida.
Según fuentes a las que La Tercera tuvo acceso, hasta fines del 2022 el ex marine Rowe seguía viviendo en Curiñanco.
Por más que lo ha intentado varias veces, la hermana de Sebastián no ha podido visitar el lugar donde desapareció. Solo puede llegar hasta Niebla, y ahí, comienza a experimentar ataques de angustia. Eso la ha frenado de acudir al último lugar en que su hermano fue visto.
Cecilia, su madre, decidió cerrar el capítulo. Hace un par de años viajó hasta Curiñanco junto a familiares e hicieron una ceremonia para despedir a Sebastián.
—Para ellos mi hermano no está, yo soy la única que todavía está pidiendo explicaciones. También pienso que él no sigue vivo porque han pasado muchos años y no es posible que haya desaparecido tanto, pero aún sigo insistiendo para que hagan algo— dice María José.
El tesoro de Curiñanco
Como si el caso de Sebastián Álvarez no contara con suficientes cabos sueltos, hasta hoy no han aparecido novedades en la investigación, pero sí indicios extraños en Internet, el mismo espacio donde Mente Enferma saltó a la fama.
Antes de extraviarse creó una cuenta en Minds, una plataforma donde los usuarios pueden ganar criptomonedas si la utilizan. Ahí mismo se le atribuyó una serie de mensajes a Rowe, publicados apenas días después de que Sebastián no volviera a ser visto y con información que no cualquier persona manejaba.
—¿Qué haces si tu novio se quiere suicidar? Si es joven, obviamente tratas de detenerlo y conseguir ayuda —se puede leer en Minds, como si hubiese sido escrito por el estadounidense—. Si tiene 31 años, se hace llamar Mente Enferma y ha ido al psiquiatra y psicólogo toda su vida... Le dije ‘solo hazlo’. El océano está justo afuera de la puerta principal.
El mensaje finaliza así:
—Solo unas semanas antes de que tomara una sobredosis de alprazolam y pseudoefedrina. No en un intento de suicidarse, sino de drogarse. Nos mudamos a Curiñanco para que pudiera dejar su adicción a la cocaína. Cuando partió en su misión no se llevó prácticamente nada. Mi perro lo siguió. Hace 9 días que se fueron.
Otro detalle del caso, es que Sebastián tenía entre sus planes desarrollar un videojuego de realidad alternativa (ARG, en inglés) llamado El Tesoro de Curiñanco, del cual aún existe una cuenta de Instagram creada en agosto de 2017.
Si bien no alcanzó a terminarlo, el juego de aventuras consiste en la búsqueda de un tesoro oculto en la selva valdiviana, donde hay que ir avanzando con un lector QR en el celular.
De acuerdo a los posteos en esa plataforma, el proyecto estaba planeado para estrenarse en febrero de 2018, lo que no se llegó a concretar por la desaparición de Sebastián.
Los rumores de que el tesoro a buscar fuera el propio Ssiiaabb tomaron mayor fuerza cuando en 2018 apareció una cuenta en Instagram llamada Fabiola Orsic, el mismo nombre de la muñeca que había dado a conocer en los últimos meses.
Usuarios que siguen de cerca el caso de Sebastián contaron que la cuenta aceptó solo a 88 seguidores y publicó una serie de audios y coordenadas en clave, que al final conducían a la Reserva de Curiñanco.
Aunque luego fueron borrados todos los registros.
En 2019, una nueva acción en Internet volvió a captar la atención. Esta vez una cuenta de Soundcloud llamada @ssiiaabb —que ya fue borrada— subió un audio en código morse y con ciertas codificaciones a descubrir.
Nuevamente habían referencias a Fabiola Orsic.
El podcast que aborda la historia y desaparición de Mente Enferma
A mediados de marzo, Emisor Podcasting estrenó “Mente Enferma: la extraña desaparición de un influencer”, un podcast investigativo que aborda la historia del caso de Sebastián Álvarez.
Ignacio Franzani está a cargo de la narración de los cuatro capítulos que componen el registro documental. En diálogo con La Tercera, el periodista destaca que la historia de Sebastián “tiene muchos cabos sueltos y vale la pena contarla en profundidad”:
—Por un lado está el misterio de su desaparición, una arista policial que sigue abierta. Tiene el componente nostálgico de la era Fotolog, el lado excéntrico y morboso de los años de Sebastián en Twitter e incluso un lado paranormal.
De acuerdo al comunicador, el podcast investigativo navega por las preguntas que siguen abiertas desde que se perdió el rastro de Mente Enferma en Curiñanco: ¿quiso realmente acabar con su vida? ¿Rowe tuvo algo que ver con su extravío? ¿O los vecinos que reclamaban por su presencia? ¿Cuánto hay de cierto en las hipótesis conspirativas que aparecieron en redes sociales? Y, finalmente, ¿cuánto influyó su salud mental?
Dice Franzani:
—Se logró construir un relato a partir del cual la gente podrá sacar sus propias conclusiones.