La mucosidad, también conocida simplemente como moco, es uno de los síntomas de los resfriados que pueden causar más desagrado. No solo porque puede provocar que el simple acto de respirar sea más difícil, sino que también por su aspecto.
Sin embargo, se trata de algo mucho más que una producción molesta del cuerpo: es una señal de que el sistema inmunológico está funcionando.
Qué sucede en el cuerpo cuando tienes la nariz congestionada
El cuerpo no solo es capaz de producir mucosidad durante un resfriado o gripe, sino que lo hace todo el tiempo. El Dr. Richard Boucher, experto en pulmones de la Universidad de Carolina del Norte, explicó al National Institutes of Health de Estados Unidos (NIH) que, a pesar de su mala fama, la mucosidad desempeña un papel importante en la salud.
“La gente piensa que es algo que se debe expectorar y sacar, o que es algo malo. Sin embargo, en realidad la mucosidad es el nexo entre usted y el mundo exterior”, asegura Boucher.
Según detalló a CNN la Dra. Stephanie James, profesora de ciencias farmacéuticas en la Universidad de Regis, a diario producimos entre 1 y 2 litros de moco y, sin ser conscientes de ello, tragamos la mayor parte.
La mucosidad, que está compuesta por agua, proteínas y moléculas especiales, es una parte clave del sistema inmunológico. Esto se debe a que a cada minuto inhalamos cientos de bacterias, virus y polvo, que pueden ser perjudiciales para la salud, pero que son atrapados por la superficie de mucosidad ubicada en los pulmones.
“Cualquier cosa que respire queda atrapada en la mucosidad, como en el papel matamoscas”, dice Boucher.
Después de eso, los cilios -que son pequeñas estructuras similares a los pelos- empujan la mucosidad hacia arriba, junto con las bacterias atrapadas.
“Sube a un ritmo lento hasta la parte posterior de la garganta. Y si es una persona normal y saludable, nunca lo sentirá y solo lo tragará”, agrega el académico de la Universidad de Carolina del Norte.
La mucosidad finalmente termina en el estómago, donde las enzimas logran destruirla.
Ahora, si uno de los microorganismos causan una infección en la nariz, algunas células liberan neurotransmisores que mandan señales al cuerpo para que reúna más células inmunes en esa zona, lo que puede contribuir a la producción de moco.
Los neurotransmisores también provocan que los vasos sanguíneos de la zona nasal tengan “fugas”, argumenta James, haciendo que las secreciones acuosas ingresen a la cavidad nasal. Eso, finalmente, conduce a sentir la nariz más congestionada.