Es una imagen sencilla, pero que la mayoría sabrá de qué se trata. Exhibe a un hombre con el entrecejo fruncido, canoso, con barba larga, que lleva un sombrero de copa con estrellas y que viste una chaqueta azul. El intimidante sujeto tiene la vista fija hacia el frente, mientras uno de sus dedos apunta al espectador.
Desde su creación se ha convertido en un referente de la identidad de Estados Unidos. En el póster original que alcanzó fama mundial, un corto pero potente mensaje ordenaba al espectador a unirse al ejército.
Hablamos del Tío Sam (Uncle Sam), el emblemático ícono que personifica a Estados Unidos. La primera vez que salió este famoso diseño fue en 1916, en la portada de la revista Leslie’s Weekly, cuando el ilustrador James Montgomery Flagg buscaba capturar la atención de potenciales soldados para el ejército durante la Primera Guerra Mundial.
Sin embargo, el personaje del Tío Sam no nació en el momento en que esa imagen salió a la luz. Su origen se remonta cien años antes, por un hombre mayor que trabajaba en un matadero de Nueva York.
Quién fue el Tío Sam
Si bien hay distintas teorías sobre este histórico personaje, en 1961 el Congreso estadounidense reconoció como versión oficial que un hombre llamado Samuel Wilson de Troy, estado de Nueva York, “es el progenitor del símbolo nacional estadounidense del Tío Sam”.
Nacido el 13 de septiembre de 1766 en Arlington, Virginia, Samuel Wilson venía de una familia de migrantes escoceses. Durante su juventud se trasladó junto a su hermano Ebenezer hasta la ciudad de Troy para comenzar a probar en distintos negocios propios, entre ellos, el de una carnicería. Esta también contaba con un matadero y se ubicaba al costado del río Hudson, lo que le daba una posición privilegiada para vender sus productos.
En 1812, cuando estalló la guerra anglo-estadounidense, Samuel continuaba trabajando como carnicero y su negocio se había vuelto próspero, por lo que firmó un contrato con el empresario Elbert Anderson Jr. para proveer barriles con carne al ejército en ciudades como Nueva York, Albany, Waterford y Troy.
Cada barril con carne que llegaba para alimentar a los soldados tenía en su exterior las siglas E.A.-U.S., por Elbert Anderson y United States, respectivamente. Fue ese momento cuando comenzó a desatarse la anécdota que provocó la creación del personaje. Dado que algunos de los soldados provenían de Troy y conocían a Samuel por su negocio, asociaron que las iniciales U.S. correspondían a “Uncle Sam”, tal como era llamado el carnicero por las personas que vivían en su ciudad.
La confusión de siglas terminó convirtiendo al Tío Sam en un personaje verdaderamente popular, pues se comenzó a escuchar sobre él en otros regimientos. Samuel falleció a sus 87 años el 31 de julio 1854, sin sospechar que en los años siguientes su rostro representaría a su país.
El primer intento por retratar gráficamente a Tío Sam lo hizo el caricaturista Thomas Nast, aproximadamente entre las décadas de 1860 y 1870, con el fin de reflejar el patriotismo estadounidense. Si bien esa ilustración mostraba al hombre de mediana edad con su característica barba de chivo y sombrero de copa, este tenía una contextura mucho más delgada y contaba con algunos rasgos de Abraham Lincoln.
Cómo se creó la famosa figura del Tío Sam
Fue en el año 1916 que James Montgomery Flagg dio vida a la reconocida imagen del Tío Sam que hoy se conoce en todo el mundo.
De la versión que ya había creado Nast le hizo un aspecto mucho más duro y confrontacional, aunque conservó otras características como la barba, el sombrero de copa y los colores de su país para la vestimenta. Ese mismo año el dibujo fue publicado en la portada de la revista Leslie’s Weekly.
Un año después, cuando Estados Unidos ya se había implicado en la Primera Guerra Mundial, la imagen se llevó a un póster de campaña para atraer a que más hombres se enlistaran en el ejército y combatieran frente a las naciones enemigas.
La imagen que mostraba a Tío Sam era elocuente. “I want you for the U.S. Army” (Te quiero a ti para el ejército de Estados Unidos), rezaba la leyenda que iba abajo del rostro del hombre mayor, casi obligando a que los lectores le hicieran caso.
De aquel póster se hicieron alrededor de cuatro millones de copias entre los años 1917 y 1918 y fueron distribuidas por todo el país. Su impacto en la población fue tal que años más tarde, durante la Segunda Guerra Mundial, se volvió a usar con fines de reclutamiento militar.
Cabe destacar que la idea de que Tío Sam apuntara con el dedo hacia el frente no fue una idea original de Flagg, sino que estuvo basada en una ilustración extranjera.
En 1914, el artista británico Alfred Leete había creado por encargo de las autoridades una imagen de propaganda muy similar, también a raíz de la campaña de reclutamiento. La figura exhibía al oficial del ejército, Lord Kitchener, apuntando hacia el frente mientras abajo se podía leer “Britons wants you” (Los británicos te quieren a ti).
Sin embargo, aquel dibujo nunca consiguió el mismo impacto que el estadounidense.
Flagg contaría después al mismo presidente Franklin Delano Roosevelt que por falta de dinero había usado su rostro como modelo para guiarse más en el diseño de Tío Sam. “Flagg borró el mensaje, tomó prestada la pose de Kitchener y la sustituyó con su propia cara”, cuenta Christopher Capozzola en su libro Uncle Sam Wants You.
Hoy en día, la famosa figura del Tío Sam diseñada por Flagg continúa dando la vuelta al mundo y es considerada como uno de los símbolos estadounidenses de mayor trascendencia. De él se han derivado otras versiones más modernas y es frecuentemente mencionado en caricaturas, películas o canciones.