Como todos los premiados, no se lo esperaba. De hecho, cuenta, "originalmente no había postulado". Pero contrario a sus vaticinios, Romilio Espejo, actual miembro de número de la Academia Chilena de Ciencias e investigador del Instituto Chileno de los Alimentos (Inta) de la U. de Chile, fue reconocido como Premio Nacional de Ciencias Aplicadas y Tecnológicas 2018.
Dice que el premio significa varias cosas. "Revivir todo lo que he hecho, logrado y no logrado, no solo en mi carrera, sino durante toda mi vida, sentir la responsabilidad de ser un referente, lo digo con mucha modestia, y sentir que puedo influir en la educación y política científica. Y con todo esto, una gran responsabilidad no buscada".
¿Cómo ve a Chile en relación al desarrollo y progreso científico?
Nuestro país tiene una de las mejores producciones científicas de Latinoamérica y es uno de los más eficientes en referencia a publicaciones científicas por habitante o por número de investigadores. Sin embargo, el número de investigadores no es suficiente y el presupuesto para investigación aún menor. El desarrollo basado en la innovación requiere de conocimiento y profesionales que conozcan el fenómeno intervenido para así generar, o adaptar nuevas tecnologías, eficientes y en armonía con el medio ambiente. En este tiempo, el desarrollo y progreso científico podría ser notablemente mejorado y acelerado aumentando las oportunidades de trabajo y el financiamiento para el alto número de excelentes investigadores jóvenes, formados en la última década.
Licenciado en Bioquímica de la U. de Chile, también tuvo estudios en el Instituto Tecnológico Pasadena en California, en la U. de California en Riverside y en la U. de Alabama.
Por su formación, colaboró algún tiempo con la industria salmonera, de la que hoy, sin embargo, se ha convertido en serio crítico.
Hoy vive la mitad de su tiempo en Buchupureo (muy cerca de Cobquecura), donde se instalará una salmonera, aún en tramitación, lo que Espejo lamenta.
¿Cuál es su opinión al respecto?
Su instalación traerá daño al turismo, valor principal que supera ahora con creces la agricultura, al afear el escenario y contaminar las playas. ¡No me agrada la industria salmonera! Existen prácticas denunciadas desde hace muchos años que solo ahora empiezan a reconocerse. Por cada kilo de salmón producido se utilizan 3 a 5 kilos de pescado. ¡Si aprovecháramos ese pescado para consumo humano aumentaríamos la producción acuícola de pescado para consumo humano tres a cinco veces! Me gustaría ver más ciencia aplicada enfrentar desafíos como estos, en lugar de estar orientada, como ocurre actualmente a obtener un mayor rendimiento, además para resolver problemas obteniendo un mejor conocimiento sobre la biología y ecología. Creo que en esta forma se lograrían mejores soluciones, aunque no produzcan utilidades inmediatas a las empresas.
¿Qué opinión tiene de la crisis medioambiental en Puchuncaví?
No sería tan dramática si fuese solo un hecho aislado, pero lamentablemente el crecimiento económico produce un impacto en el ambiente y cada vez vemos más casos de este tipo. A veces este impacto se asocia al avance tecnológico, pues las instalaciones de nuevas industrias han creado más "zonas de sacrificio". Creo que estas consecuencias negativas del crecimiento económico serían evitables con una ciencia aplicada que privilegie la investigación hacia procesos que mejoren la calidad de vida y no -como lamentablemente ocurre hoy en día- a procesos productivos que otorguen mayor ganancia en menor plazo.
Con respecto a su trabajo, ¿cuál ha sido el foco de investigación y principales conclusiones?
Mi foco de investigación ha estado en la comprensión de la vida de los microorganismos aplicando el colosal aumento del conocimiento en biología ocurrido en los últimos 70 años. Este conocimiento nos ha permitido comprender en detalle cómo los organismos vivos se reproducen, funcionan e interactúan entre sí, y además manipular su genética y fisiología.