En el pueblo de Las Terrenas, el más grande de la península de Samaná, hay dos bandos: los reguetoneros-traperos y los bachateros. Y aunque la tranquilidad de este pueblo de pescadores impide que la rivalidad pase a mayores, la mezcla entre estos dos estilos musicales parece ser la banda sonora oficial de un lugar bendecido con casas multicolores y una larga e interminable playa cuyos límites naturales son los bosques de palmera y las aguas cálidas.

No hay bandos medios: acá se milita por uno de estos dos partidos de manera radical. Así lo dejan claro sus clubes nocturnos, que dividen a quienes prefieren la sensualidad de la bachata, exigiendo dar todo el talento que este baile requiere sin miedo al ridículo, o los que dejan todo en la pista, siempre más jóvenes y radicales en su discurso, y que exigen como mínimo un "hasta abajo, papi". En este último grupo, los próceres indiscutidos son Bad Bunny, Ozuna y Maluma.

Pero la gracia de Samaná va más lejos que sus estilos musicales. Su verdadero encanto radica en que hay un déficit de forasteros. Situación curiosa para una isla que prácticamente se sustenta del turismo. Ese panorama cambia sólo en momentos puntuales del año, como feriados patrios o religiosos: entonces, Las Terrenas cede su tranquilidad para transformarse en una fiesta donde los parlantes en la calle y el ruido de motos de cuatro ruedas son ruido ambiente las veinticuatro horas.

Todo el resto del calendario es paz. En Las Terrenas -a diferencia de sectores como Punta Cana o Isla Saona, los destinos de descanso más populares de República Dominicana- habitan en perfecto equilibrio los locales con su lucha musical y los visitantes que llegan por goteo. Sus turistas vienen principalmente de Europa, y muchas veces en plan de jubilación: deciden construir sus casas de veraneo a orilla del mar, o vienen a pasar largas temporadas en los hoteles boutique que existen mesuradamente en la zona. A eso hay que agregar cafés y tiendas de arte y de diseño de autor pensadas en satisfacer a este público selectivo.

Por esa razón, quienes vienen a conocer esta península quedan flechados: aquí se da esa cosa única de sentirse un descubridor, tal como Colón en sus primeros viajes, donde probablemente fue uno de los primeros que caminaron horas y horas por sus playas, sin poder descansar de tanta belleza en su estado más puro.

Claro que debido a los gustos variados de los turistas, hay también grandes proyectos hoteleros all inclusive. Aunque a diferencia de Punta Cana, aquí son contados con los dedos de una mano y tienen un bono adicional: se encuentran emplazados en lugares que permiten acercarse a la cultura local y explorar los alrededores. O sea, hay que animarse a salir.

Un ejemplo es la cadena Bahía Príncipe (www.bahia-principe.com), la única gran cadena hotelera en la zona. Son cuatro hoteles emplazados de manera estratégica para abarcar distintos públicos, desde propuestas familiares como el Grand Bahía Príncipe El Portillo, a sólo 4 kilómetros de Las Terrenas, hasta de lujo exclusivo para adultos como el Bahía Príncipe Samaná, vecino al pueblo del mismo nombre.

En el caso del primer hotel, por ejemplo, hay diversas instalaciones pensadas para la familia: piscinas con juegos acuáticos para niños, clubes de entretención para menores, cuatro restaurantes a la carta y los clásicos buffet y snacks, además de bares abiertos y un spa con diversas terapias de relajación. De manera gratuita el hotel ofrece kayaks o equipos de snorkeling, que en esta zona vale la pena: los corales abundan a pocos metros de la orilla y hay gran cantidad de peces y mantarrayas. Si hay interés en explorar el área, fácilmente se puede tomar un taxi o una moto, que siempre están atentas a la salida del recinto.

Si alguien busca una experiencia más privada, un dato: a través de Airbnb se ofrecen muchos alojamientos, por ejemplo, en Playa Bonita, un paraíso apenas a cuatro kilómetros del centro de Las Terrenas y que es de esos lugares que dejan con la boca abierta. Este lugar sólo tiene un condominio de edificios de baja altura con todas las comodidades posibles, a pasos de la arena, además de un par de escuelas de surf y un chiringuito que ofrece platos con la pesca del día. Las opciones de arriendo van desde los 150 dólares por noche por un departamento completo para 8 personas.

Playa Bonita es tan impactante que está en el top ten de las mejores playas del mundo según National Geographic.

Ballenas y trekking

Como si las playas eternas, el entorno verde y la amabilidad de sus habitantes no fuese suficiente, entre diciembre y marzo de cada año en toda la península de Samaná ocurre un fenómeno natural que sólo los elegidos pueden llegar a presenciar: más de dos mil ballenas jorobadas emigran desde el hemisferio norte en busca de aguas cálidas para aparearse en un ritual que permite avistar a estos cetáceos en su máximo esplendor y felicidad. Existen algunos tours que facilitan ver este espectáculo: una de las agencias más recomendadas es Coming2 (www.coming2.com), que permite reservar online o de manera directa con stands de los hoteles de Bahía Príncipe.

Otra visita imperdible en Samaná es la Cascada El Limón. Es una verdadera aventura: para llegar a esta caída de agua de más de 50 metros de altura, se debe hacer una trekking de una hora, que implica cruzar ríos y subir pendientes empinadas, en medio de un bosque nativo. La alternativa, en caso de ir con niños, es arrendar caballos y contar con un guía local que conoce el lugar preciso para tener una vista inmejorable a toda la península. Es justo en la entrada de un sucucho que si bien es rústico, está bastante bien aperado de cervezas heladas y platos locales.

Tras esta parada obligada, sólo queda caminar unos cuantos metros más, hasta llegar a este oasis, donde se puede nadar en un agua refrescante y pura. Una sorpresa más de uno de los rincones menos explorados de República Dominicana y que hay que conocer antes de que se masifique.

Cómo llegar

Copa (www.copaair.com) vuela diariamente desde Santiago a Santo Domingo con escala en Panamá, en una frecuencia de cinco vuelos diarios desde USD$ 600 aproximados, ida y vuelta. Desde Santo Domingo el trayecto por carretera hasta Las Terrenas es de 2 horas por una ruta recientemente pavimentada. El servicio de transporte se puede tomar en el aeropuerto o arreglar con los mismos hoteles.