Las Islas Campbell, ubicadas al sur de Nueva Zelanda, son un grupo de territorios deshabitados que albergan un árbol conocido como el más solitario del mundo, ya que el ejemplar más cercano se encuentra a 200 kilómetros de distancia. Pero su fama actual no se debe a su histórica soledad, ya que este ejemplar de pícea de Sitka de casi un siglo de vida podría convertirse en la señal que los investigadores estaban buscando para marcar el inicio de una nueva era geológica denominada Antropoceno, caracterizada por la influencia de la acción humana sobre el planeta.
Durante varios años, los geólogos han estado buscando definir el hito que marca el paso desde el actual Holoceno a esta nueva era. Por ello, un grupo de investigadores liderados por el académico de la Universidad de Nueva Gales del Sur, Chris Turney, parece haber encontrado la prueba del inicio del Antropoceno, precisamente, en la solitaria pícea de Sitka de las Islas Campbell, lo que para los geólogos se trataría de un clavo dorado.
Un clavo dorado, conocidos formalmente como punto de estratotipo global potencial (GSSP, por su sigla en inglés), define un límite geocronológico, es decir, el paso desde una era a otra dentro de la historia de la Tierra, marcando de manera precisa un cambio que represente dicha variación. En este caso, la investigación de Turney y su equipo -publicada en la revista Scientific Reports esta semana- señala que la pícea de Sitka neozelandesa sería el clavo dorado para determinar el inicio del Antropoceno.
La forma de determinar esta fecha fue un estudio no invasivo de los anillos de esta centenaria especie para concluir que en ellos existe una clara huella de la radioactividad resultante de las pruebas de bombas nucleares durante las décadas de los 50 y 60. De hecho, los investigadores pudieron comprobar que el mayor punto de esta actividad ocurrió entre octubre y diciembre de 1965, lo que coincide con los cambios más amplios asociados con el periodo denominado "Gran aceleración", momento en el que aumentó la actividad económica global y el consumo tras el fin de la Segunda Guerra Mundial
El científico a cargo de este estudio, Chris Turney, señala a La Tercera que la razón por la cual este árbol es tan importante se conserva dentro de sus anillos de crecimiento.
"Debido a que las pruebas nucleares crearon dióxido de carbono radiactivo, el árbol capturó la señal atmosférica a través de la fotosíntesis. Además, y dado que las pruebas nucleares se realizaron principalmente en el hemisferio norte, su presencia en el sur muestra que la señal es global, hito crucial para definir una nueva época geológica", agrega Turney. Esta sería la demostración de que los humanos se han convertido en una superpotencia geológica y, por ende, delimita de forma más clara el inicio del Antropoceno en nuestro planeta.