El Centro de Políticas Públicas de la Universidad Católica publicó el estudio "El trabajo de las personas privadas de libertad en Chile: hacia la (re)inserción social y laboral", que relata las dificultades a las que se enfrentan las personas que actualmente se encuentran en prisión.
Según el estudio, en Chile hay 49 mil personas privadas de libertad y solo un 31,5% de estas logra participar en alguna actividad laboral, es decir, 15.202, y apenas 1.750 internos se capacitaron en 2016 en competencias de empleabilidad, a través del convenio Sence-Gendarmería.
El análisis propone regular por vía legal y no administrativa la reinserción laboral de estas personas.
"El trabajo que se ofrece al interior de los recintos penitenciarios es bastante precario y básico. Acá debemos tener en cuenta que los privados de libertad, en general, son personas que han sufrido altos niveles de exclusión social, cuyas vidas han estado marcadas por la marginalidad y la pobreza, con lo que su nivel educacional es bastante bajo. Lo anterior se suma a la poca calificación profesional, a la escasa experiencia laboral y a la falta de ofertas de capacitación adecuada al interior de las cárceles", dice Rodrigo Azócar, uno de los autores de la investigación.
El estudio plantea que se debe legislar ajustando las normas laborales a la realidad particular en los recintos penitenciarios y adoptar medidas que permitan vincular el trabajo al interior con la reinserción de quien lo realiza una vez que salga de la cárcel.
Azócar añade que las personas en prisión han estado marcadas por la exclusión social. "La estadía en prisión suele ahondar estas brechas. Las prioridades han estado puestas en la custodia, por lo que el trabajo y la capacitación han tenido menor fomento".
Poca oferta
El trabajo señala que en los recintos penitenciarios hay escasa cobertura de programas laborales y la falta de infraestructura también es una dificultad para los distintos talleres laborales.
Según la primera encuesta de Percepción de Calidad de Vida Penitenciaria, solo un 30,4% de los presidiarios que dejan la cárcel accederá a un trabajo.
"Una de las propuestas apunta a vincular la realización de trabajos al interior de un recinto penitenciario con la [re]inserción de quien realiza dichas labores y el trabajo en el medio libre, por ejemplo, vinculando el trabajo desarrollado al interior del recinto penitenciario con posibilidades de formación profesional asociadas al empleo realizado una vez cumplida su pena", propone Azócar.