Madres solas, padres en fuga, niños huachos. Esas tres figuras componen, de un modo simbólico, una suerte de trinidad o núcleo de la identidad chilena. Una identidad formada, naturalmente, a partir del mestizaje. "Huachos porque somos huérfanos, ilegítimos, producto de un cruce de linajes y estirpes, a veces equívocos, a veces prístinos ", escribe la antropóloga y premio Nacional de Humanidades Sonia Montecino (1954) en su notable ensayo Madres y huachos (1991).

Desde una perspectiva cultural, aquella situación de abandono originario en nuestra sociedad habría delineado también nuestra manera de ver el mundo. "El problema de la ilegitimidad 'bastarda' atraviesa el orden social chileno, transformándola en una marca definitoria del sujeto en la historia nacional", plantea la autora en su obra, ampliamente celebrada y objeto de continuas reediciones.

A través del correo electrónico, Sonia Montecino analiza los efectos de la Ley de Filiación: "Ha sido una ley muy importante pues terminó con una discriminación que atentaba contra la dignidad humana y el derecho a ser nombrado como un hijo(a) sin adjetivos. Eso da cuenta de una sociedad chilena que dejó atrás atavismos coloniales, y en ese sentido le otorgo un valor muy positivo. Por otro lado, ha contribuido a superar la idea de que la filiación solo puede darse al interior de la institución matrimonial y ha colocado en el tapete nuestras estructuras de parentesco. Sin embargo, sabemos que las leyes por sí solas no transforman por completo las identidades sociales".

¿Cómo ha cambiado el país desde entonces en este aspecto?

Tengo mis dudas sobre los cambios profundos en la responsabilidad paterna, pero podemos decir que el aceptar la ley habla de una transformación en los modos de concebir la filiación, al menos desde el ámbito de lo legal. Lo que sí se aprecia es un aumento del nacimiento de hijos(as) fuera del matrimonio y, por ende, un aumento de la "madre soltera" o jefas de hogar con hijos(as) a su cargo. Esto que fue en el siglo pasado visto como una afrenta, hoy no lo es y las mujeres pueden optar a la maternidad sin una relación de pareja institucionalizada e incluso sin establecer vínculos con una pareja.

La ley buscaba la igualdad ante la ley de todos los hijos. En su opinión, ¿esto se ha logrado?

Solo contamos con datos dispersos sobre esta materia, y por ello, si bien la "igualdad" de los(as) hijos(as) se cumple de manera legal, los planos afectivos y parentales no los conocemos, los rechazos, las discriminaciones de hecho o las aceptaciones en el seno de un grupo familiar. Conozco muchos casos, sobre todo en las clases altas y medias, donde habiéndose reconocido a hijos(as), estos no son incorporados ni aceptados, son vistos como "competidores(as)", como oportunistas. Pero, para hablar con propiedad sobre esto deberíamos tener estudios psicoantropológicos de los que no disponemos.

¿Dejamos de ser una sociedad de huachos?

He planteado lo "huacho" como una metáfora de lo chileno: la orfandad, la precariedad, la bastardía que se derivaron de esta figura de los(as) hijos(as) ilegítimos tiene otros correlatos simbólicos y psíquicos que creo aún rondan en nuestra sociedad. Las diferencias de género, clase, étnicas, crean otros(as) huachos(as), nuevas maneras de producir distancias entre sujetos que pertenecen a una misma comunidad, pero son discriminados y situados en los márgenes, sin acceso a la mesa donde se reparten los alimentos.

¿Cómo es la situación de las jefas de hogar hoy?

Las estadísticas muestran un aumento en las jefaturas de hogar femeninas, y también que estas mujeres son las más precarizadas, las que ganan menos y las que viven en condiciones más desiguales, toda vez que, en la mayorías de los casos, son ellas solas las que reproducen el mundo doméstico. De hecho, hay políticas públicas para las jefas de hogar, sobre todo las con hijos(as) y desde esa perspectiva podríamos decir que los cambios radican en que el Estado ha tomado conciencia de ellas y ha buscado los modos de apoyarlas, algo que en el pasado no sucedía.

¿Y la figura del padre ausente?

Creo que aún hay indicios de esta configuración masculina, si pensamos justamente en que los padres deben ser demandados (son miles en el año) para que alimenten a sus hijos(as), ello nos indica que la responsabilidad paterna no es algo desarrollado en los atributos de las identidades asignadas a los hombres. Sin duda, en las generaciones de hombres jóvenes es posible apreciar una presencia en la crianza y un mayor apego, aun cuando las cifras de posnatal masculino son bajísimas. Hay que ver cómo evolucionará esto en el futuro y cuáles serán las consecuencias de esta presencia del padre en los(as) hijos(as).

¿Qué piensa de la filiación en caso de madres no gestantes, como las parejas lesbianas?

Me parece que la sociedad chilena, en consonancia con el mundo, está en un proceso de cambio y la filiación deberá reflejarse en ello, las nominaciones de madre o padre, tíos, hermanos, etc., al interior de los sistemas de parentesco en las diversas culturas conocidas no siempre son iguales ni corresponden a hechos biológicos. Por ejemplo, hay culturas en las cuales se llama "madre" a la biológica y a las tías maternas. Lo que quiero decir es que en el repertorio del parentesco, estudiado por la antropología, no necesariamente lo biológico es referente. Por ello, no veo problemático el que parejas lesbianas intenten buscar nuevas nominaciones a la filiación de sus hijos(as). Lo verdaderamente importante es que un niño(a) sea acogido, amado, cuidado y que reciba una filiación que lo construya al interior de un apellido (la identidad primaria), de un núcleo que le entregue las bases para su desarrollo en la dignidad que requiere todo sujeto.