Acababa de cumplir 30 años cuando salieron a la luz unas preocupantes fotografías y videos de la supermodelo, Cara Delevingne: lucía desaliñada, extraña, haciendo movimientos propios de alguien que está bajo los efectos de algún ilícito y, claramente, muy angustiada en el aeropuerto Van Nuys en Los Ángeles, Estados Unidos.
Delevingne describe esas fotos como “una fuente de vergüenza y bochorno abrumador”, además de una llamada de atención urgente para alejarse de las sustancias y el alcohol, que la sedujeron como un “escape” para enfrentar problemas personales. Así lo confesó en una entrevista con Vogue.
Las virales fotografías fueron claves para su recuperación
“No había dormido. No estaba bien”, dice sobre el contenido que llamó la atención de millones de usuarios, que estaban preocupados y atónitos por el aspecto de la modelo.
Pero, a pesar de la vergüenza que sintió cuando se hicieron públicas, reconoce que “a veces necesitas un control de la realidad, así que en cierto modo, esas fotos son algo por lo que estoy agradecida”.
Cuatro meses. Ese es el tiempo que Cara Delevingne lleva sobria, volviendo poco a poco a ser la icónica joven de las cejas gruesas y los ojos grandes que sacudió al mundo del modelaje y que incluso llegó a la pantalla grande por su perseverante personalidad.
No obstante, a pesar de los logros, estaba luchando internamente por entender quién era y superar un pasado que la perseguía.
El duro pasado de Cara Delevingne
Nació en una familia adinerada: su padre era un promotor inmobiliario y su madre de la alta sociedad. Y aunque muchos creen que “creció extremadamente privilegiada”, y así lo fue, la modelo reconoce que “la vida no era tan fácil por otras razones”.
“La forma en que la adicción me quitó a mi madre fue brutal, y también fue brutal para ella”, y es que Pandora, su mamá, era adicta a la heroína, una realidad de la que Cara huía. Aunque desde pequeña tenía “un talento único”, según su tía, la autora Melinda Stevens, y asistía a un reconocido internado de artes liberales en Inglaterra, el caos emocional de su familia finalmente logró alcanzarla cuando se convirtió en adolescente.
“Fue entonces que comencé a beber y salir de fiesta. Tenía esta necesidad de escapar y cambiar mi realidad, cuando me asaltaron dos grandes preguntas: ¿Qué estoy haciendo aquí? ¿Quién estoy tratando de ser?”.
El abuso de alcohol desde pequeña
Su primera experiencia fue cuando tenía solo siete años, en una boda. Se despertó en la casa de su abuela, con resaca y con su vestido de dama de honor. Después, a los 10, le recetaron pastillas para dormir, pues sufría de un “insomnio paralizante”.
“Este fue el comienzo de problemas de salud mental y autolesiones involuntarias”, recuerda. Intentó distintos tipos de terapia, como el arte, musicoterapia, y una larga lista que aparentemente no ayudó mucho. Fue así como a los 15 le recetaron antidepresivos: “Tomaba medicamentos y simplemente… me salvó la vida”.
Así, la depresión estuvo presente en muchas etapas de su vida, pero empeoró el año 2020, con la pandemia y los encierros. La cuarentena la pasó con Ashley Benson, quien entonces era su novia de casi dos años, pero pronto terminaron y “me quedé sola, realmente sola… fue un punto bajo”. Luchaba por levantarse de la cama y tuvo una crisis existencial muy profunda.
“Sentí que no tenía ningún propósito. Simplemente no valía nada sin trabajo y eso daba miedo. En lugar de tomarme el tiempo para realmente aprender algo nuevo o hacer algo nuevo, me envolví mucho en la miseria. Fue un momento realmente triste”, dice la modelo.
Y en cuanto comenzó la reapertura del mundo, Delevingne se lanzó a trabajar en lo primero que pudo y, en sus tiempos libres, a salir de fiesta, todo para no lidiar con los problemas que rondaban su cabeza. Después de hacer varios proyectos con los que comenzó a sentirse cómoda, recibió la lamentable noticia que su abuela y quien era su espacio seguro, Jane Sheffield, había muerto.
Decidió embarcarse en “un verano de jolgorio autodestructivo y hedonista” y llegó a un punto crítico, donde confesó sentirse “invencible” al estar bajo los efectos de las drogas. “Me puse en peligro en esos momentos porque no me importaba mi vida”.
La modelo nunca reveló cuáles son las sustancias que consumía, pero sí recuerda estar siempre cubierta de moretones, porque “escalaría cualquier cosa y saltaría de cosas, se sentía salvaje. Es algo aterrador para las personas que te rodean, que te aman”.
La rehabilitación
Si los fanáticos estaban preocupados, aún más lo estaba su familia, quienes tenían “planeado” hacer algo al respecto, pero ahora se sienten orgullosos del nuevo comienzo que la modelo decidió tomar. Y es que después de que salieran las fotos, un pequeño grupo de amigos de su infancia la contactó para darle su apoyo: “Todos vinieron y comenzamos a llorar. Me miraron y me dijeron ‘te mereces una oportunidad de tener alegría’”.
Cara Delevingne le dijo a Vogue que sabe que el camino hacia su recuperación no tiene punto final. “He tenido intervenciones, pero no estaba lista. Ese es el problema. Si no estás boca abajo en el suelo y lista para levantarte de nuevo, no lo harás”. Pero en cuanto se publicaron las fotografías, dijo que ese era “su momento”.
Ingresó a rehabilitación a fines del año pasado y consiguió apoyo terapéutico: “No había visto a un terapeuta en tres años. Simplemente alejé a todos, lo que me hizo darme cuenta de lo mal que estaba”.
Y aunque admite no estar recuperada totalmente y que “no pasa todo de la noche a la mañana”, dijo estar haciendo cambios pequeños en su vida y viviendo un proceso que “tiene sus altibajos”, pero que está dando todo de sí para no volver a recaer.