Trastorno por atracón: cuáles son los síntomas, sus riesgos y por qué es importante de tratar
Este malestar se caracteriza porque afecta tanto a la salud física como mental de los pacientes. Asimismo, puede desatar o agudizar una serie de enfermedades.
El trastorno por atracón es uno de los diagnósticos más comunes relacionados a la alimentación. Según un artículo académico publicado en la Revista Mexicana de Trastornos Alimentarios, su crecimiento se ha incrementado de manera latente desde inicios del siglo, hasta el punto en que hoy es considerado como “un problema de salud de gran prevalencia”.
Uno de los factores más preocupantes de esta afección, es que tiene consecuencias en el bienestar tanto a nivel físico como mental de los pacientes, lo que puede desatar —o incrementar— una serie de complicaciones adversas. Es por esto que numerosos especialistas han alertado sobre la necesidad de identificarlo, para así tratarlo con el apoyo de profesionales lo antes posible.
En conversación con La Tercera, expertas en esta área detallan cuáles son los aspectos clave en torno a este padecimiento, el cual también es conocido como trastorno de apetito desenfrenado.
Qué es el trastorno por atracón y cuál es su escala de gravedad
Como su nombre lo sugiere, se caracteriza porque los pacientes consumen cantidades considerablemente grandes de comida, con una pérdida del control sobre lo que están haciendo.
La decana de la Escuela de Psicología de la U. Adolfo Ibáñez e investigadora del Centro de Estudios de la Conducta Alimentaria (CECA), Claudia Cruzat, explica que para que se haga un diagnóstico es necesario que haya al menos un atracón a la semana en los últimos tres meses.
“Es súper importante tener en cuenta que las personas que tienen un trastorno por atracón sienten harto malestar. Primero es una sensación de descontrol, cuando se está comiendo esta gran cantidad de alimentos. Una vez que esto pasa, que puede durar una o dos horas, muchas veces también puede aparecer una sensación de vergüenza o culpa”, dice la experta en este ámbito.
A medida que los atracones se hacen más frecuentes, empiezan a dificultar que los pacientes puedan llevar su vida con normalidad, hasta el punto en que se puede desencadenar un aislamiento social e incomodidades al momento de asistir a eventos en los que se sabe que habrá comida.
“Ahí uno empieza a decir, ‘oh, parece que esto efectivamente es una alerta y es el momento de pedir ayuda’. En ese momento hay que consultar a un especialista, junto a un psicólogo y un psiquiatra en muchos casos”, añade Cruzat.
Una de las características que puede presentar esta afección, según detalla la revisión académica El trastorno por atracón en el DSM-5 de la psicóloga Azucena García Palacios —disponible en el sitio web de Dialnet— es que los atracones tienden a darse cuando la persona está sola, además de que se suele comer mucho más rápidamente de lo normal y “hasta sentirse desagradablemente lleno”.
A ello se le suma que el consumo de esta amplia cantidad de alimentos se da cuando no necesariamente se siente hambre físicamente.
Según ese mismo artículo, la escala de gravedad dentro de este trastornos es la siguiente:
-Leve: 1-3 atracones a la semana.
-Moderado: 4-7 atracones a la semana.
-Grave: 8-13 atracones a la semana.
-Extremo: 14 o más atracones a la semana.
Cuánto puede durar este padecimiento
Cruzat enfatiza en que el tiempo es relativo y depende de cada individuo, ya que hay personas que presentan casos leves y que logran recuperarse sin necesariamente recurrir a un tratamiento. Aún así, hay otros en donde el trastorno puede adoptar un carácter crónico (sostenido), en el cual se desaten episodios de este tipo a lo largo de toda la vida.
Tales atracones, según la investigadora del CECA, generalmente están asociados a situaciones estresantes o traumáticas.
“Por ejemplo, cuando una persona va a vivir un momento vital, como un matrimonio, el proceso de cierre de un examen de grado en la universidad o un periodo estresante en el trabajo. En muchos casos, esos son gatillantes de que se retome el trastorno”.
Pero más allá del tiempo en que pueda durar esta afección en los pacientes, recalca que es importante tratarla a tiempo, para así evitar que se intensifique y que se entre en un estado de riesgo.
“Una persona con trastorno de atracón leve tiene muchas más oportunidades de que no se cronifique si consulta de manera oportuna. Yo creo que acá lo más importante es la detección precoz y la atención oportuna”, subraya.
En qué segmento de la población es más frecuente y qué factores inciden
El citado artículo disponible en Dialnet detalla que se estima que la prevalencia a los 12 meses es de 1.6% en mujeres y de 0.8% en hombres. Si bien, el primer grupo presenta una cifra más alta, se destaca que la diferencia de género es menos pronunciada que en diagnósticos como la bulimia o la anorexia.
Asimismo, el trastorno por atracón tiende a presentarse en los años finales de la adolescencia o al principio de la edad adulta.
Respecto a los puntos que inciden en este diagnóstico, Cruzat asegura que en general los trastornos alimentarios son multifactoriales, por lo que pueden influir aristas genéticas, biológicas, familiares y sociales.
De la misma manera, dice que “sin duda hay gatillantes que tienen que ver con temas socioculturales”.
Pese a que el trastorno por atracón puede afectar tanto a hombres como a mujeres, la decana de la Escuela de Psicología de la UAI analiza que este último grupo de género se ve más expuesto a “la presión por la belleza (bajo los estándares tradicionales), por la delgadez (muchas veces asociada a la felicidad) y una serie de otras variables”.
“Existe una sensación de que nunca es suficiente en el cuerpo femenino, de siempre querer algo más, de que siempre se encuentre algún defecto. Entonces, ese es uno de los factores de riesgo más relevantes en los trastornos alimentarios y también en el trastorno de atracón”.
Junto con ello, un artículo de la Clínica Mayo de Estados Unidos detalla a nivel general que “es mucho más probable que padezcas un desorden alimenticio si tus padres o hermanos tienen (o tuvieron) alguno”.
Lo mismo ocurre con personas que tienen antecedentes de hacer (o haber hecho) dietas restrictivas en cuanto a calorías y con pacientes que enfrentan malestares psicológicos, tales como una percepción negativa de sí mismos.
Qué tipo de alimentos son más comunes en los atracones y qué enfermedades se pueden desatar
A pesar de que estos episodios en donde se consumen grandes cantidades de comida pueden darse con distintos tipos de alimentos, lo más común es que sea en torno a productos hipercalóricos, es decir, con un elevado número de calorías.
“Generalmente son papas fritas, palomitas, galletas, chocolate, helado”, enumera Cruzat por nombrar solo un par.
La nutricionista de Bupa Sport, Yael Toporowicz, profundiza en este punto: “Te puedes comer una torta o una gran cantidad de comida que quizás no serías capaz de consumir en un almuerzo familiar”.
Bajo esta línea, hace la distinción de que “una cosa es, por ejemplo, compartir un asado de 18 de septiembre con picoteo y postre (...) ahí se tiende a comer más, pero no es lo mismo que un atracón en el marco de este trastorno, que tiene esta sensación de pérdida de control en un periodo acotado que puede durar dos horas, en donde se pueden ingerir 5.000 o 6.000 calorías, hasta el punto en que duele el cuerpo”.
“Ese es el punto de inflexión. No es que tengas hambre durante el día y después llegues (a tu casa) a comer más, es la pérdida de control absoluta”, agrega.
Toporowicz detalla que los atracones constantes y que involucran alimentos de estas características no solo están asociados a un aumento de peso corporal, sino que también, “puede desencadenar respuestas de enfermedades inflamatorias”.
La diabetes, la resistencia a la insulina y el colesterol alto, son solo algunos de los diagnósticos médicos que pueden aparecer —o agudizarse— a partir del trastorno, más aún si no es tratado a tiempo.
Habitualmente, es complejo que el entorno cercano a los afectados logre identificar la presencia de esta afección. Esto se debe, según la investigadora del CECA, a que los individuos no tienden a comentarlo y a que se puede dar en personas que a la vista tienen “un peso normal, algo de sobrepeso u obesidad”.
“Tampoco hay un patrón (tan evidente). Por ejemplo, en la anorexia se ve una disminución del peso y se dice ‘aquí hay una alerta, algo pasa’. Acá, como no hay evidencia física, muchas veces es muy difícil de detectar”.
Cómo es el tratamiento y cuándo acudir a un especialista
Los tratamientos para esta afección destacan por ser multidisciplinarios, es decir, generalmente involucran profesionales de la psicología y la nutrición. Dependiendo de las características de cada paciente, se podría requerir de un psiquiatra.
“En algunos casos también es necesario apoyo farmacológico. En los más graves, muchas veces lo que hay que hacer primero es controlar el atracón y luego ver cuáles son los factores de base, (suministrar) apoyo psicológico y por supuesto una pauta alimentaria de nutricionista que sea bien individualizada, pensando en los gustos de la persona, a qué cosas puede ser intolerante”, detalla Cruzat.
Desde su área de expertiz, Toporowicz cuenta que suele darle a sus pacientes “una estructura para que comiencen a reconocer las sensaciones de hambre y saciedad”, las cuales no son identificadas cuando hay un atracón.
“Si por ejemplo a las 12:00 del día me empieza a dar hambre, o a la hora del almuerzo, responder a eso también. Son necesidades biológicas y fisiológicas del cuerpo, comer cada cierta cantidad de horas diferentes cantidades de alimentos, por supuesto que no tan grandes y excesivas (como en los episodios que involucra esta afección)”, precisa la nutricionista.
Para la investigadora del CECA, es de alta relevancia que en los contextos escolares y comunitarios se tomen medidas para “fortalecer y reforzar la satisfacción con la imagen corporal”, ya que es un aspecto clave para prevenir trastornos alimentarios, incluido el de apetito desenfrenado.
“Específicamente en el de atracón, cuando la persona empieza a tenerlos y estos se hacen más frecuentes, eso ya es una alerta de que se debe acudir a un especialista. También si sientes que te está inhabilitando o te está alejando de espacios que antes para ti eran satisfactorios, como sería si te aislas de tus compañeros en la universidad, por decir un ejemplo”.
En este sentido, Cruzat sentencia que cuando una afección como este se cronifica, las posibilidades de superarla se van dificultando.
Así que, si te sientes identificado con los signos del trastorno por atracón, lo más recomendable es que acudas a un especialista lo antes posible para tratarlo, en función de las características de tu caso particular.
Comenta
Por favor, inicia sesión en La Tercera para acceder a los comentarios.