Partimos desde Santiago. El destino era al Parque Nacional Pan de Azúcar, a casi 1.000 kilómetros al norte. El itinerario sería simple: haríamos una primera parada de cuatro días en el Parque Nacional Llanos del Challe para luego seguir camino.
Aún no amanecía cuando emprendimos el viaje. Sabíamos que el camping en playa Blanca tenía pocos sitios -sólo 11- y que no se podía reservar, así que apostamos por llegar temprano. Para nuestra suerte, tras 8 horas en ruta, llegamos para instalarnos en el último sitio disponible, con vista a la costa y sus dunas de arena blanca. El camping, administrado por Conaf, cuenta con baños, duchas con agua caliente, lavaderos y un área para asados. Aunque hay que tener en cuenta que no hay electricidad.
Para los que visiten el Parque Nacional Llanos del Challe, recomiendo -además del paseo costero por playa Blanca y sus aguas color turquesa- el sendero Centenario, que parte en la administración de Los Pozos de Conaf. Es una caminata de 2,5 kilómetros, fácil, que recorre parte de los cerros que están a mano derecha de la carretera costera y donde se van conociendo más detalles de la flora y fauna de la zona.
1 Sendero Mirador
Después de cuatro días de sol y noches estrelladas, era tiempo de seguir nuestro camino. Aún nos quedaban cuatro horas de viaje. Tomamos nuevamente la ruta costera, ahora en dirección a Chañaral.
El Parque Nacional Pan de Azúcar nos recibió con su característica bruma costera; la famosa camanchaca que permite la subsistencia de una veintena de especies distintas de cactáceas en el parque, muchas de ellas endémicas. Aquí, además, el paisaje desértico se hacía cada vez más evidente: sus grandes explanadas de tierra con cientos de cactus del género copiapoa, cerros de colores y rocas de apariencia volcánica no dejaban de llamar nuestra atención.
[caption id="attachment_521166" align="alignnone" width="1173"]
Vista panorámica al paisaje del parque y a la isla Pan de Azúcar. Foto: Romina Bevilacqua
[/caption]
Como amante del trekking, al día siguiente de nuestra llegada fuimos por la primera caminata: el sendero Mirador, una ruta de no más de 5 kilómetros que lleva hasta un mirador con vista panorámica a la isla Pan de Azúcar y sus alrededores. El camino está bien demarcado y cuenta con estaciones de descanso, para comer algún snack y resguardarse del calor.
Aquí los grandes protagonistas son los cactus copao (Eulychnia saint-pieana), con varios brazos y que pueden llegar a medir hasta 4 metros de alto, y los Copiapoa cinerea, que crecen a nivel del suelo como grandes gusanos que apuntan hacia el norte. Aunque la fauna no se queda atrás. Además de la constante compañía de las dormilonas tontitas, tuvimos la suerte de ver tres zorros chilla, uno de ellos muy cómodo durmiendo la siesta.
Pero sin duda el gran atractivo del sendero es la vista que se tiene al llegar al acantilado. Eso, claro, si se tiene la suerte de que esté despejado… Cuando llegamos al mirador, la neblina no dejaba ver más allá de unos pocos metros de distancia, así que nos armamos de paciencia con la esperanza de que despejara, y finalmente obtuvimos nuestra recompensa.
Dentro del parque hay al menos cuatro senderos de trekking y otros tantos para recorrer en bicicleta. Nosotros hicimos tres de ellos: el sendero Mirador, el sendero Quebrada Castillo y finalmente Las Lomitas. Cada uno tiene sus propios atractivos.
2 Sendero Quebrada el Castillo
Si hay algo que hay que tener en cuenta al visitar el Parque Nacional Pan de Azúcar, es que el clima es impredecible. Mientras en la costa puede estar nublado y con intensas ráfagas de viento frío, al interior, en las quebradas, posiblemente haya un sol radiante sin nubes a la vista. Este fue nuestro escenario la mayoría de los días que estuvimos aquí, así que aprovechamos de recorrer lo que más pudimos de esta área protegida de 43.754 hectáreas.
Nuestro segundo trekking nos llevó a conocer la Quebrada el Castillo, que comienza a un costado de la ruta principal al interior del parque (C-120). Un camino de tierra, apto para autos y bicicletas, lleva hasta el inicio de este sendero prácticamente sin desnivel y que se interna 3,7 kilómetros (sólo ida) en dirección a la cordillera de la Costa.
Días antes, hablando con uno de los guardaparques, nos comentó que si hacíamos el trekking por la mañana era muy probable que nos encontráramos con una familia de guanacos. Así que íbamos atentos mientras nos internábamos por los cerros de colores mostaza y cobrizo cubiertos de manchones de cactus y chaguales del jote (Deuterocohnia chrysantha), estos últimos una planta endémica de Chile que sólo se encuentra en los sectores costeros de las regiones de Antofagasta y Atacama.
Mientras avanzábamos por el sendero, la quebrada iba haciéndose cada vez más angosta, hasta topar con un pequeño oasis de cactus copao y matorrales. Apenas llegamos a esta zona, escuchamos el grito de alerta de los guanacos. Un grupo de ellos, entre los que había una cría, se alimentaba de los matorrales y al vernos se apresuraron a subir a los cerros. Nos quedamos quietos, esperando que dejaran de vernos como una posible amenaza, pero después de dudar y mirarnos durante varios minutos decidieron escapar y resguardarse en los cerros.
[caption id="attachment_521172" align="alignnone" width="1173"]
Hay disponibles varias áreas de camping junto a la playa. Foto: Romina Bevilacqua[/caption]
3 Sendero Las Lomitas
Es el sendero de mayor extensión al interior del parque, y para nuestra sorpresa hace poco pareciera haberse alargado aún más… Internándonos por el camino de autos señalizado para el sendero Las Lomitas, nos encontramos con una cadena con candado que cerraba el paso y un lamentable mensaje: "El cuerpo de guardaparques ha decidido cerrar el acceso a autos hacia el mirador de Las Lomitas por los constantes actos de vandalismo que realizaban los visitantes en la zona". Así que ahora tendríamos que sumar alrededor de 4 kilómetros a la caminata sólo para llegar al inicio del sendero, por lo que hay que considerar que la ruta tiene unos 16 kilómetros ida y vuelta.
Esta primera parte era bastante desértica y no tan atractiva, pero cuando comienza el sendero oficial el panorama cambia. El paisaje de Las Lomitas no deja de ser impresionante y su nombre le viene perfecto: efectivamente uno camina entre lomitas colonizadas por grandes cactus. Los contrastes de la tierra amarilla con los colores morados y azulados que tomaban las cordilleras de la Costa y de los Andes -donde incluso se alcanzaba a ver el volcán Ojos del Salado- a nuestras espaldas eran espectaculares. Creo que las fotos se quedan cortas para mostrar lo impresionante de este paisaje.
A medida que avanzábamos íbamos ganando paulatinamente altura. Un kilómetro antes de llegar al mirador, que se alza a 820 metros sobre el nivel del mar, comenzamos a internarnos en la neblina y pronto descubriríamos por qué los guardaparques llaman a esta zona "el freezer": la humedad y el viento bajaban rápidamente varios grados la temperatura. Lamentablemente, esta vez la neblina era demasiado densa y nos ganó: al llegar al final de la ruta no pudimos ver el acantilado ni sus vistas
DE CAMPING
Para los que quieran alojar al interior del parque hay varias zonas habilitadas. Muy recomendable es el camping de Pan de Azúcar Logde ($ 8.500 p/p, aproximadamente), que cuenta con cerca de 50 sitios junto a las playas Los Piqueros y Soldado, baños con agua potable, duchas, lavaderos para la loza, parrillas. Además, hay vista a la isla Pan de Azúcar y se pueden observar aves como playeros, vuelvepiedras, gaviotas garumas, zarapitos y pilpilenes. Si hay suerte, incluso se podría ver algunos picaflores de Atacama.
Para leer más contenidos sobre viajes, entre a laderasur.com