Katie Bannon, escritora estadounidense, tenía 8 años de edad cuando un extraño hábito llegó a su vida. Un día que estaba recostada, identificó un pelo de su ceja que le incomodaba. Rápidamente lo jaló y lo sacó con sus propios dedos.
La primera sensación que la invadió no fue el dolor, sino que la calma. En cuestión de minutos terminó por arrancarse los otros vellos de la misma ceja.
Años después, Bannon comenzó a sacarse todos los pelos de su cuero cabelludo. Poco a poco algunas zonas de su cabeza quedaron calvas. En la escuela intentaba ocultarlo lo máximo que podía, usando pelucas y evitando dar respuestas reales a toda costa. Solo su familia estaba enterada de lo que realmente pasaba.
“Estaba demasiado avergonzada para decirles la verdad: arrancarme el pelo me hizo sentir bien”, contó Bannon a The Washington Post. “Nunca quise parar”.
Su problema tenía un nombre muy claro: tricotilomanía. Se trata de un trastorno del control de los impulsos en que las personas sienten la necesidad irresistible y recurrente por jalarse los pelos del cabello, hasta que terminan arrancándolo uno por uno. En el caso de Bannon, esa manía la acompañó por dos décadas.
Cómo es la tricotilomanía
El comportamiento se da de forma tan repetitiva que el paciente queda con parches irregulares en el cabello. Se da en una o más zonas del cuerpo, como en la cabeza, cejas, pestañas, axilas, extremidades o el pubis. Además, los sitios afectados pueden ir variando con el tiempo.
Para las personas que tienen tricotilomanía es muy difícil detener o disminuir la práctica por más que lo intenten. Puede llegar a influir negativamente en el autoestima, provocar estrés, angustia, vergüenza y un deterioro en el ámbito social, profesional o educativa de quien lo padece.
Según describe Mayo Clinic, existen varios factores de riesgo que podrían incrementar las posibilidades de padecer el trastorno. Tener antecedentes familiares con el mismo comportamiento, la edad, el estrés y otros trastornos -ansiedad, TOC o depresión-, son algunos de los elementos que son capaces de propiciarlo. Además, la mayoría de quienes lo sufren son mujeres.
Hasta ahora se desconoce qué es lo que causa exactamente este arranque compulsivo del pelo.
Cuáles son los síntomas
Usualmente esta conducta aparece poco antes o durante la pubertad, aunque también puede ocurrir en otras etapas etarias. Cuando se da en la pubertad puede ser algo más bien episódico y que alcanza ser corregido, por lo mismo, la detección temprana de los síntomas es clave para evitar que se transforme en algo crónico.
De acuerdo a Mayo Clinic, los principales indicios de que hay tricotilomanía son:
- Jalarse el cabello de forma repetitiva, en un sitio del cuerpo o más
- Placer o alivio una vez que se tiró el cabello
- Evidente pérdida del cabello en las zonas afectadas. Visiblemente luce más corto, con parches o calvo
- Tener rituales para el arranque del cabello. Por ejemplo, buscar solo algunos tipos de pelo en particular, sacarlo de una determinada manera o en un momento del día
- Morderse o comer el pelo que se ha perdido (tricofagia)
- Problemas en la vida personal
- Esperar a arrancarse el cabello en privado, sin que otros vean
Se ha identificado, asimismo, que esta conducta está estrechamente relacionada con las emociones. Para los pacientes con este trastorno, arrancarse el cabello compulsivamente es una manera de sobrellevar los sentimientos no tan positivos que aparecen en el día a día, como el estrés y la ansiedad, además de proporcionarles satisfacción y alivio.
Hay algunos individuos que acompañan la tricotilomanía con otros hábitos dañinos, como rascarse la piel, morderse las uñas o arrancar pelo de la ropa.
De qué manera se enfrenta la tricotilomanía
Como es un comportamiento que puede acompañar de por vida, es primordial buscar atención médica si identificas que repentinamente estás sacándote tu propio cabello y no lo puedes controlar. Hay que tener en cuenta que es muy difícil mantenerlo a raya, si es que no es acompañado de un tratamiento acorde.
Una de las opciones disponibles que existen hoy en día para enfrentar este trastorno es la terapia cognitivo-conductual. Se trata de un método psicoterapéutico que promueve que el paciente identifique los factores que motivan la práctica de sacarse el cabello y reemplace ese comportamiento por otras conductas.
El objetivo, en términos simples, es revertir este hábito dañino.