Nunca pensaron que podían trabajar desde casa, en su computador gamer, eligiendo su propio horario y hablándole a grandes grupos de personas, mientras los veían jugar en Twitch.
Y es que el día tradicional de un chileno consiste en poner la alarma temprano, despertar, vestirse y llegar a la micro y al metro, que están rebalsando de personas que, como todas allí, empiezan otra jornada laboral más. Algunas están con el estómago vacío y dolor de cabeza porque no alcanzaron a desayunar, mientras que otras tienen los mismos síntomas, pero por tener que ver otra vez a un jefe que no les hace gracia.
Siguen el trayecto hasta el lugar donde van a estar ocho o nueve horas seguidas, para después devolverse por el mismo camino de la mañana, pero al revés.
Al menos así era el camino que hacía a diario Aníbal Narvaez, un joven de 30 años, oriundo de Puente Alto e ingeniero civil industrial, que se quedó trabajando en la misma clínica donde hizo su práctica universitaria. Una monotonía de varios años que cambió con la llegada de la pandemia y que lo obligó a adquirir un buen computador.
—Oye, ¿sabías que con este computador puedes hacer streaming?—le dijo su hermano menor, Nicolás.
Aníbal nunca lo había pensado. En ese tiempo, encerrados entre cuatro paredes, las transmisiones en vivo en la plataforma Twitch estaban en auge y muchos chilenos aprovecharon de convertirse en una compañía para los amantes de los videojuegos, de la cocina o de simplemente quienes necesitaban alguien con quien conversar, aunque sea a través de una pantalla.
Y desde ese momento, no hubo marcha atrás. Dejó de subirse a las micros y vagones de metro repletos, y ahora alcanza a desayunar todos los días, porque trabaja jugando y hablándole a una cámara y micrófono de lunes a viernes, pero en su propio horario.
Ganarse la vida haciendo transmisiones en vivo, ¿se puede?
El joven Aníbal comenzó a jugar Call of Duty: Warzone y a transmitirlo en línea. Lo hace, hasta la fecha, bajo el nombre de Animalito, un apodo que, cuenta a La Tercera, era de los pocos que le decían por su “nombre poco común”.
—Empecé a hacer streaming unos cuantos días, pero fue aumentando cada vez más y me comencé a obsesionar. Era muy atractivo y bacán, me gustó mucho, sobre todo cuando caché que podía empezar a ganar un poco de dinero con eso.
Y es que la plataforma de Twitch permite recibir ingresos al transmitir en vivo. Puedes jugar cualquier videojuego, hacer arte o incluso mostrar tus paseos en bicicleta o hacer los famosos IRL (el acrónimo en inglés para ‘En la vida real’) donde el streamer simplemente comparte, hablando con su comunidad.
Es ese el valor único que ofrece Twitch, y que ninguna otra plataforma tiene: permite interactuar en vivo con la persona detrás de cámara, escribiendo en el chat que aparece a un costado de la pantalla.
—Al final tienes una persona con quien interactuar, y eso es lo que lo hace distinto a la televisión, porque ahí no hay casi interacción. En algún momento del día, estás ayudando a alguien que puede estar en un mal momento, que quiere desconectarse y que tiene una persona con quien hablar—dice Matías Vergara, más conocido como Dracul1nx, a LT.
Matías tiene 28 años, pero juega videojuegos desde los 12. Comenzó a hacer streaming a los 22, donde —al igual que Aníbal— decidió dejarlo todo por esta forma moderna de trabajar. Su contenido gira entre Call of Duty, Valorant y Just Chatting. Pero tuvo que pasar por dos carreras universitarias hasta tomar la decisión de comenzar a transmitir en vivo sus partidas de juego.
¿Cuánto gana un streamer chileno en Twitch?
En 2021, Twitch contaba con cerca de 3 millones de usuarios chilenos. Dos años más tarde, se presume que la cifra puede haber aumentado, aunque la plataforma no ha vuelto a publicar esta información.
Sin embargo, según el análisis de We Are Social 2023, en Chile, el 29.6% de quienes tienen acceso a Internet, consume contenido de streaming en vivo y Twitch es la novena aplicación donde más se gasta dinero.
Pero, ¿es rentable ser un streamer chileno, transmitiendo en Twitch?
—Es muy variable. Hay meses y meses, pero cada suscripción en Twitch cuesta 2400 pesos chilenos y la plataforma se queda con la mitad. Y, a mi mitad (1200 CLP), le descuentan impuestos, así que por suscripción recibo un poco más de 600 pesos—explica Animalito.
El streamer también cuenta que a veces hace una dinámica llamada “extensible”, donde cada suscripción o donación se añade a un contador de tiempo. Entonces, mientras más ingresos reciba, más tiempo deberá quedarse jugando en línea, superando a veces los dos o tres días seguidos. Así, se le hace sostenible poder vivir con su pareja en un departamento situado en una comuna con alta calidad de vida y hasta incluir en su hogar a una perrita, llamada Atenea.
Dracul1nx, que lleva más tiempo en el rubro, pudo independizarse con sus ingresos de Twitch y hacer el gran cambio de mudarse solo desde La Serena a Santiago, pues gracias a la popularidad que adquirió en la plataforma, lo han contactado de distintas marcas para hacer campañas. De esta manera, tiene los ingresos suficientes para vivir bien, en una comuna céntrica y bien evaluada de la capital y dedicarse a lo que más le gusta.
Y es que, como todo lo relacionado a las redes sociales, el nivel de ganancias está estrechamente vinculado con el número de suscripciones y seguidores. Esto último porque, en general, los mismos streamers se vuelven una especie de influencers, figuras atractivas para las empresas que quieren promocionar sus productos o servicios.
Renunciar a la estabilidad de un contrato: ¿vale la pena?
Dejarlo todo, para Aníbal, significa renunciar a la estabilidad económica, de salud y pensiones que, de alguna forma, un trabajo tradicional con contrato te puede asegurar.
—Es algo que veré a futuro, ahora estoy un poco a la deriva con esos temas, en especial en el de salud. Por suerte hasta ahora no me he enfermado ni nada, pero si llegara a pasar algo grave, sería algo grave en todo sentido—se sincera con LT, entre risas nerviosas.
—Dejar de estudiar es un riesgo, porque el estudio te puede asegurar algo. Yo siempre recomiendo a quienes me pregunten, que no dejen de estudiar. Pero cuando yo tomé la decisión de dedicarme a esto, tenía un piso y certeza de que estaba en buen camino—revela Matías, quien además dijo que no le preocupaba tanto no cotizar en una AFP, pues tiene en mente otro tipo de inversiones.
Pero más allá de las preocupaciones básicas, ambos coinciden en que sus nuevos trabajos, compartiendo con personas, disfrutando (aunque a veces no tanto) las victorias y derrotas en las partidas, dedicándose a lo que más les gusta, y acompañando a los usuarios que los siguen día a día, son decisiones de las que no se arrepienten.
—Llegar al final de la jornada y ver los mensajes de las personas, hace que tu día termine increíble. Es una felicidad mutua, de ellos que les gusta tu contenido y de ti sabiendo que les hace felices lo que tú haces—comenta Matías.
—Esos comentarios positivos que te empiezan a llegar son algo genial, porque por alguna razón hiciste una conexión con ellos, porque se pueden sentir escuchados. En general, la gente de Twitch busca eso, buscan compañía. Y hay miles de streamers, pero alguien decide verte a ti, comentarte, apoyarte y donarte. Esa es una sensación de gracias infinita. Nunca había sentido esta sensación por nada. Ahí es cuando sé que no hay vuelta atrás en esto—se sincera Aníbal.