Un barrio popular de San Salvador amaneció cercado de 2.000 soldados y 500 policías. El objetivo, según informó el presidente Nayib Bukele, era encontrar y capturar a un grupo de pandilleros que se escondía en el lugar.
“Hemos establecido un cerco de seguridad en toda la colonia para extraer hasta el último pandillero que se encuentre en el área”, escribió el mandatario en su cuenta de X (antes Twitter), y compartió un video del numeroso personal de fuerzas, que estaban completamente armados.
Este tipo de medidas responde a la tolerancia cero que Bukele y su gobierno han establecido para las pandillas como las Mara Salvatrucha (MS13) y Barrio 18, y así disminuir el crimen organizado y los homicidios en las calles de El Salvador.
Aún así, todavía quedan algunas pandillas pequeñas que continúan operando en el país.
El último operativo de Bukele contra las pandillas
Este extremo operativo en la colonia 10 de octubre en San Marcos, San Salvador Sur, fue dirigido por el ministro de la Defensa Nacional, René Francis Merino Monroy.
“Estamos tras estos delincuentes”, comenzó a explicarle a la prensa el ministro salvadoreño. Según contó, obtuvieron antecedentes de que un grupo de pandilleros quería establecerse en el sector, y “por esa razón, el señor presidente ha tomado a bien ordenar el establecimiento de este cerco”.
En paralelo, el ministro de Seguridad Pública, Gustavo Villatoro, también estuvo en el lugar como supervisor.
Incluso antes de capturarlos, las autoridades ya sabían quiénes eran: Merino Monroy dijo tener en su poder los “archivos y perfiles de ellos”, gracias al trabajo de Inteligencia Policial.
Para que no escaparan, además del cerco humano, hubo grupos que registraron la zona con grandes linternas con la instrucción de “ubicar y capturar”, mientras que se establecieron retenes alrededor del barrio para evitar la fuga de los pandilleros.
“Para extraer hasta el último pandillero que se encuentre en el área”, dijo Bukele.
El Salvador y la controvertida lucha contra las pandillas
Así como sucedió con este barrio de la capital salvadoreña, otras dos zonas han sido cercadas con militares este 2024, después de que la policía identificara el establecimiento de grupos de pandilleros que han esquivado las duras medidas de Bukele por un tiempo.
Bukele, cuando subió al poder, le declaró la guerra a las pandillas y prometió reducir las cifras de homicidios y violencia que golpeaban al país desde hace más de tres décadas.
Las muertes, extorsiones y el narcotráfico eran comunes en el país, en especial en los barrios marginales: en 2015, El Salvador estaba en la lista de los países más violentos de todo el mundo.
Sin embargo, para remediar la situación, Bukele instauró el régimen de excepción en 2022 que suspende a la población sus derechos fundamentales, como ser asistido por un abogado en caso de ser detenido, ser informado de los motivos de la detención, además que las autoridades pueden intervenir en las comunicaciones de quienes consideren sospechosos.
Además, se modificó el Código Penal para que pertenecer a una pandilla sea un delito, cuya pena es de 20 a 40 años de prisión. Los líderes pueden enfrentar hasta 60, escribieron en Infobae.
Hasta la fecha, se han detenido a 81.420 pandilleros o vinculados a las pandillas. Más del 90% de ellas están en prisión sin sentencia y al menos 7.000 han sido liberadas por falta de pruebas, según artículo de Los Angeles Times.
Aunque las cifras de homicidios se han reducido, hay otra cara que continúa siendo criticada por organizaciones locales e internacionales que han denunciado detenciones arbitrarias, torturas y muertes (más de 300) por parte del gobierno salvadoreño.
Además, periodistas del país han acusado, con pruebas, a Bukele de haber hecho un pacto con las pandillas para controlar la violencia en el país.