“Camareras de minifalda y tacones altos sirven café en los locales que forman parte de una curiosa y anacrónica resaca de los años ochenta”. De esa manera parte un reportaje que publicó hace poco el diario británico The Guardian, en el que analizaron cada rincón de la realidad de los cafés con piernas ubicados en la capital de Chile.
El periodista John Bartlett fue quien realizó una ruta por este tipo de cafeterías que se encuentran en varios puntos estratégicos de Santiago Centro. Durante el recorrido entrevistó a camareras, clientes y propietarios, así como también incorporó fotografías al interior del reportaje.
Entre los testimonios en primera persona está el de Mandy, una camarera de 25 años. La joven contó que hace un año estaba estudiando una carrera universitaria en Venezuela cuando alguien le comentó de este empleo en territorio chileno. Viajó sola en bus por cinco países, hasta llegar a Santiago.
“Me gusta el trabajo porque paga bien”, explicó Mandy al medio. Pero también narró algunas complicaciones que tienen en su día a día: “A veces los hombres son groseros con nosotras y malinterpretan qué son estos lugares, esperan algo más”.
Si bien el medio inglés determinó que los cafés con piernas “parecen retrocesos peculiares a días más sexistas”, también reflexionaron que actualmente significan una fuente de ingresos económicos a migrantes que llegaron al país y que no han podido encontrar otros empleos.
Uno de los puntos en que hace hincapié el reportaje es que todo esto ocurre en medio del movimiento feminista, “que sigue influyendo en la política nacional y local”, dado que el Presidente Gabriel Boric se comprometió a que la equidad de género fuera uno de los ejes de su mandato.
A eso se suma que la regulación de estos cafés “ha sido durante mucho tiempo un dolor de cabeza para la capital chilena”. Aún más, después de los casos por prostitución y acoso que se reportaron a principios de los 2000.
Sobre esa arista problemática, el diario británico incorporó la visión de la alcaldesa Irací Hassler, quien dijo por medio de un comunicado de prensa que “nuestra administración no está en contra de que las mujeres trabajen en estas cafeterías, siempre que esto implique un contrato justo y legal en un establecimiento autorizado”.
“No queremos estigmatizar a las mujeres que buscan trabajo para sobrevivir. Pero nos interesa garantizar su seguridad”, planteó la autoridad.
La historia de los cafés con piernas
The Guardian cuenta que el nacimiento de las cafeterías en Santiago se origina en a inicios de la década de los ‘80, en un momento en que la conocida cadena ítalo-estadounidense, Café Haití, decidió que sus camareras comenzaran a usar “vestidos reveladores y tacones de aguja”. Ese sería el nuevo estándar de vestimenta para todas las mujeres que trabajaran allí.
No pasaron muchos años para que apareciera una competencia en el mismo radio histórico del centro, El Barón Rojo, que puso su local frente al Teatro Municipal anunciando una curiosidad: el “minuto millonario”. En resumen, se trataba de 60 segundos en que una mujer tenía que hacer “servicio de mesa en topless”.
Ya en ese entonces, la percepción de la gente en torno a estos lugares estaba fraccionada. “Con la sociedad chilena aún tambaleándose por la dictadura represiva del general Augusto Pinochet, algunos empresarios pensaron que la oportunidad era demasiado buena para perderla”, dice el diario inglés.
Según cuentan algunos propietarios, el movimiento feminista no ha afectado directamente en estos espacios. Lo que sí apuntó Marcos Peña, dueño de Kako’s Express, es que la pandemia significó una transformación para sus locales, especialmente por la ausencia de los oficinistas.
“Estos lugares son totalmente aceptados”, comentó un cliente, llamado Luis. “Solo venimos aquí, tomamos un café, hablamos. Es normal”, agregó Sergio.
“Si bien las cafeterías continúan atrayendo a turistas curiosos y lugareños por igual, parece poco probable que la tradición desaparezca pronto”, concluyó The Guardian.