Amores fugaces y efímeros. Cuando cumplimos 18 años, suele comenzar la etapa donde, tras cada aprendizaje, nos convertimos más en adultos. Pero también es la edad donde muchos jóvenes inician su vida amorosa y experimentan su primer corazón roto.
Y aunque usualmente se cree que las rupturas de relaciones se arreglan con el tiempo (y muchos kilos de helado), un nuevo estudio profundizó más en cómo experimentan los jóvenes el desamor y encontró que la salud mental puede verse gravemente perjudicada.
Tanto así, que el informe reveló que existen personas entre los 18 y 25 años que, tras sufrir una ruptura amorosa, pueden cumplir con los criterios de eventos potencialmente traumáticos que están dentro de la clasificación del trastorno del estrés postraumático (DSM-5).
Esto es lo que mostró el estudio.
Estudio: las rupturas amorosas provocan graves traumas en jóvenes
Según explicó un artículo de The Conversation, cuando una persona está en la edad adulta emergente (entre los 18 y 25 años), se encuentra en una etapa crítica donde comienza a desarrollar su identidad.
Es ese momento de la vida donde no es un adolescente dependiente, pero tampoco un adulto independiente. El cerebro todavía se está desarrollando —en especial en el área del funcionamiento cognitivo y emocional superior—, por lo que una ruptura puede tener un efecto devastador.
El estudio encontró que las personas que rompen una relación pueden tener un peor rendimiento académico, pensamientos intrusivos, dolor intenso e incluso desarrollar ideaciones suicidas, mientras que las personas alrededor suelen subestimar estos sentimientos e incluso tildarlos de ‘exagerados’.
Para llegar a esta conclusión, la investigadora principal del estudio, Alberta SJ van der Watt, explicó que dividieron a varios jóvenes en tres grupos:
- Grupo 1 (Ruptura): 886 participantes que respaldaron síntomas de estrés postraumático en función de su ruptura más traumática.
- Grupo 2 (Trauma): 592 participantes que respaldaron síntomas de estrés postraumático basados en un evento traumático definido por el DSM-5 (por ejemplo, agresión física y sexual).
- Grupo 3 (Control): 544 participantes que respaldaron síntomas de estrés postraumático basándose en su experiencia más estresante (por ejemplo, mudanza de hogar o divorcio de los padres).
Después de examinar las respuestas, los participantes del Grupo 1 informaron que tienen más síntomas de estrés postraumático que los otros grupos. Entre ellos, flashbacks, recuerdos recurrentes y pesadillas sobre su expareja.
También analizaron la activación cerebral de los jóvenes cuando veían imágenes de sus exparejas y encontraron que tenían encendidas las regiones del cerebro asociadas al trastorno de estrés postraumático que, además, forman parte del sistema límbico (de ‘lucha’ o ‘huida’).
Por otra parte, la investigación descubrió que los jóvenes más propensos a generar un trauma grave y a tener niveles más altos de angustia a partir de una ruptura amorosa son los que tienen una orientación sexual minoritaria y/o no son religiosos.
“Nuestra hipótesis es que las rupturas románticas pueden ser eventos potencialmente traumáticos para los adultos emergentes y pueden experimentarse como una amenaza para la vida”, aseguró la coautora en The Conversation.
También agregó que “validar las experiencias de ruptura como potencialmente traumáticas puede amortiguar sus impactos negativos, alentar a los adultos emergentes a buscar ayuda y promover la salud mental”.